Jesuitas contra huracanes: El observatorio meteorológico del Colegio Nuestra Señora de Montserrat

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Cuba goza de una sólida tradición meteorológica, asociada quizás a su posición geográfica y condición insular, pero construida a fuerza de talento y voluntad. El azote brutal de fenómenos naturales que arrancaban –aún lo hacen-– vidas y patrimonios generó tempranamente la necesidad de estudiarlos para anticiparnos y defendernos mejor de su furia. Figuras como Andres Poey o el Padre Jesuita Benito Viñes, junto al también Jesuita Colegio de Belén y su observatorio meteorológico, constituyen pilares sobre los que se forjó el bien ganado prestigio de la meteorología cubana. Pero resulta, que en Cienfuegos existió también una pieza de ese “rompecabezas fundacional”: el observatorio meteorológico del Colegio Nuestra Señora de Montserrat.

En noviembre de 1879, se materializaba la apertura de un colegio “para varones”, situado provisionalmente en Santa Elena No. 38. La cordial invitación realizada por un grupo de “dignos caballeros” de la ciudad a la Compañía de Jesús, para abrir una institución que formara a las nuevas generaciones de hacendados, comerciantes, banqueros y profesionales de la urbe, había sido amablemente atendida por la orden jesuita. Ya conocemos que para la fecha –trabajo esclavo y azúcar mediante- la región cienfueguera gozaba, como pocas, de una prosperidad que parecía no tener fin. En los años siguientes el Colegio Nuestra Señora de Monserrat logró asentarse en un inmueble que fue gradualmente creciendo ante los ojos de los cienfuegueros hasta volverse monumental: ocupaba varios niveles de una manzana completa entre las céntricas calles de San Carlos y San Fernando. Para 1918, sus aulas albergaban 350 estudiantes y se impartían clases para la primera y segunda enseñanzas, además de dos cursos con asignaturas comercialesi.

(De izquierda a derecha) Los padres jesuitas Lorenzo Gangoiti, Simón Saransola y Mariano Gutiérrez-Lanza, destacados exponentes de la meteorología cienfueguera y cubana.

Es bien sabido que el afán de los jesuitas por el conocimiento de la meteorología y la astronomía es proverbial y en el Colegio de Montserrat no fueron la excepción. En 1886, el profesor de Física del Colegio, Padre Lorenzo Gangoiti se insertó con sus escasos instrumentos, pero sagaces observaciones en la red de estaciones meteorológicas organizada por el Padre Benito Viñes desde el Colegio de Belén. Las líneas de los cables telegráficos submarinos hicieron posible articular el servicio que integraba observatorios de distintos enclaves de Cuba, varias islas del Caribe, el sur de la Florida y otras estaciones donde el Signal Service estadounidense monitoreaba el estado del tiempo. La red de Viñes fue la primera que se organizó en este hemisferio: posibilitó enviar y recibir despachos cablegráficos, con valiosa información meteorológica, que salvaron muchas vidas.

El Padre Gangoiti también hacía su parte desde Cienfuegos: el 4 de agosto de 1888 comunicaba al alcalde de la ciudad y a la prensa cienfueguera la proximidad de un peligroso huracán que pocos días después devastó la porción norte-occidental de Cuba. Por varios años, los informes que Gangoiti recibía vía telegráfica desde Belén y otros puntos de la red, junto a sus propias observaciones, mantuvieron informados a los cienfuegueros sobre la cercanía y el azote de huracanes. En 1893, tras la muerte del “Padre Huracán”, como cariñosamente llamaban sus contemporáneos al legendario Benito Viñes, Gangoiti es nombrado director del observatorio de Belén y debe partir hacia la capital. Lorenzo Gangoiti fue un digno sucesor de la obra de Viñes, pero en el Colegio de Montserrat también quedaba la huella de este pionero en las observaciones meteorológicas desde la Perla del Sur. Otros sacerdotes jesuitas lo sucederían en sus investigaciones, pero lo mejor aún estaba por llegar.

A pesar de la reputación alcanzada por las observaciones cienfuegueras, el Colegio no contaba todavía con equipos e instalaciones suficientes, en calidad y cantidad, para ser consideradas en rigor, como un observatorio. La situación cambiaría radicalmente a partir de 1908, cuando los superiores de la Orden decidieron montar uno en el Colegio de Montserrat “con todas las de la ley”.

Con tales propósitos, ordenaron un surtido completo de los aparatos más modernos que se empleaban en el mundo para los estudios astronómicos y meteorológicos, autorizaron el personal necesario y pusieron al frente a uno de los sacerdotes más capaces del observatorio de Belén: el Padre Simón Saransola. En el verano de 1909 comenzaron las obras para la terminación de la imponente fachada del Colegio y en lo alto de su torre central, se construyeron las instalaciones que albergarían al observatorio. Era esta una posición ideal para los fines propuestos.

Fachada y edificio principal del Colegio Nuestra Señora de Montserrat.

En la noche del 26 de noviembre de 1910 y –literalmente- “con todo bombo y platillo” quedó inaugurado el flamante observatorio meteorológico del Colegio de Montserrat. Bajo los alegres acordes de la Banda Municipal ocuparon la presidencia del acto: el obispo de la Diócesis, El gobernador de la Provincia Las Villas, El alcalde de la ciudad, los rectores respectivos del Colegio de Belén y el de la institución cienfueguera. Otras muchas personalidades asistieron, junto a representantes de la prensa habanera y villareña. Sin lugar a dudas se trató de un acontecimiento que hoy llamaríamos “mediático”, pero no era para menos: con independencia de los intereses políticos que rodeaban el suceso, el nacimiento del observatorio generaba mucha curiosidad e interés entre los cienfuegueros, sobre todo en aquellos sectores con mayores niveles de instrucción. Muy pronto, la ejecutoria de la nueva institución se mostró a la altura de las expectativas generadas.

La revista Vida Marítima, órgano de la Liga Marítima Española, se refería, por esos años, a los objetivos del observatorio cienfueguero:

“Su misión es la de predecir los ciclones, muy particularmente los que vienen del Sur de Cuba, para cuyo estudio su situación es tan favorable, ya que atendiendo al estudio de las nubes se pueden anunciar huracanes que el barómetro no acusaría con la necesaria anticipación, ni el telégrafo, por la carencia de estaciones en estas zonas donde se forman. Además, propónese el nuevo Observatorio contribuir á la solución de multitud de problemas que todavía envuelven la circulación atmosférica, la climatología, la previsión á largo plazo, la electricidad atmosférica y tantos otros” ii.

El interior del observatorio estaba dividido en tres compartimientos de iguales dimensiones. La sala de trabajo y la estación radiotelegráfica ocupaban los departamentos laterales y en el central se encontraba la biblioteca del observatorio que, desde luego, tenía carácter un exclusivamente científico. En unos pocos años el observatorio había hecho grandes progresos en la adquisición de valiosas colecciones donadas por los servicios meteorológicos oficiales de un buen número de naciones. Por si ello fuera poco, la biblioteca enriquecía constantemente sus fondos con las publicaciones periódicas regulares y otros trabajos anteriores de un buen número de academias y sociedades científicas en todo el mundo.

Interior del observatorio cienfueguero.

El instrumental del observatorio se dividía también en tres grupos: los astronómicos, los meteorológicos y los radiotelegráficos. Entre los primeros, había telescopios de gran precisión para la época y orientados a distintos usos, incluida la observación solar y la determinación de la hora exacta. En el ramo de la meteorología, la batería de artefactos era muy completa y de última generación: en el Colegio se consideraba que no había fenómeno atmosférico o variable meteorológica susceptible de ser medida que no tuviera su correspondiente aparato “que lo recoja, lo mida y lo deje inscrito con trazo proporcionado a su naturaleza y grado de intensidad”. Asimismo, la evolución de la telegrafía sin hilos, como era conocida en la época la radiotelegrafía, constituía un valioso auxiliar -como ya lo era el cable telegráfico submarino y pronto lo sería la telefonía-, para enviar y recibir reportes de todo el mundo.

Las observaciones meteorológicas y astronómicas realizadas desde el Colegio de Montserrat eran muy agradecidas por los cienfuegueros de entonces, particularmente los reportes del tiempo, sobre todo ante la proximidad de huracanes:

“El fruto de este servicio ciclónico se ofrece a cuanto los soliciten y es únicamente para servicio general. Al público se le va informando por la Prensa, a la que se le van comunicando las noticias, que se conocen de día en día, sobre el desarrollo del meteoro. Se extrema la vigilancia de las señales precursoras y la solicitud por avisar al público, a medida que aumenta la proximidad y gravedad del peligro”iii.

Colecta promovida desde la prensa local para contribuir a las actividades del Observatorio.

Al interior del Colegio, los beneficios también se hicieron sentir y la presencia del observatorio constituyó una poderosa herramienta teórico-práctica para la formación de los estudiantes de Segunda Enseñanza, tal y como nos lo demuestra el testimonio de uno de los educandos:

“Los alumnos de cuarto año creemos haber subido de categoría en la escala estudiantil con haber aprendido a leer el barómetro, medir la temperatura y la dirección del viento, determinar la humedad de la atmósfera, hacer las correcciones de capilaridad, etc. pues eso de permitírsenos entrar en el santuario de la ciencia (que para la gente profana eso es el laboratorio) viste mucho y da cierta respetabilidad en el Colegio”.iv

Entre 1910 y 1924 la reputación del observatorio jesuita cienfueguero recorría el mundo y no solo merced al magnífico equipamiento con que –ya sabemos- contaba. La capacidad y consagración de su personal fue decisiva para lograrlo, sobre todo la de sus directores por esos años, los Padres Simón Saransola (1910-1920) y Mariano Gutiérrez-Lanza (1920-1924), erigidos en auténticos líderes científicos:

“También en las revistas científicas ha resonado el nombre del observatorio de Montserrat. La revista Meteorologische Zeitsschrift lo ha llamado observatorio de primer orden. Nature ha dicho que ocupa una posición muy importante y que su equipo científico es excelente; Petermanns Mittcilungen, Cosmos, Ciel et Terre, Revue des questions scientifiques, etc, han alabado las observaciones y lo bien presentado que están los Anales; L´ Astronomic ha reproducido una de sus curvas, y finalmente la Revista de la Sociedad Astronómica de España y América ha publicado un breve estudio de las investigaciones llevadas a cabo en este observatorio”v

Indudablemente, el Observatorio del Colegio Nuestra Señora de Montserrat, realizó valiosos aportes a la evolución y resultados no solo de la meteorología cubana y cienfueguera, también a la formación de una cultura científica en las jóvenes generaciones de perlasureños que pasaron por sus aulas. Su decisiva contribución a la salvaguarda de vidas y recursos materiales tampoco podrá ser olvidada. Nuestra eterna gratitud será el mejor incentivo para la memoria.

i Rousseau, Pablo L. y Pablo Díaz de Villegas Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos (1819-1919. Establecimiento Tipográfico El Siglo. Teniente Rey, La Habana,1920 pp.495-496

ii Revista Vida Marítima, órgano de la Liga Marítima Española. Año XI, NO. 392. (20 de noviembre de 1912)

iii Álbum conmemorativo del sexagésimo aniversario del Colegio Nuestra Señora de Montserrat, continuación del de Sancti Spíritus (1862-1921). Helios, Madrid, 1922 p.68

iv Colegio Nuestra Señora de Montserrat. Recuerdos del Colegio (Curso 1912-1913). Cienfuegos, Cuba (junio de 1913), p.20

v Ibídem, p.21

* Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos Carlos Rafael Rodríguez. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC)

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Vero Edilio Rodríguez Orrego

Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos ¨Carlos Rafael Rodríguez¨. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y de la Sociedad Cubana de Historia de la Ciencia y la Tecnología.

8 Comentarios en “Jesuitas contra huracanes: El observatorio meteorológico del Colegio Nuestra Señora de Montserrat

  • el 9 junio, 2022 a las 10:34 am
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    Sería bueno saber si se conservan los instrumentos valiosos que se usaban en ese colegio para fines meteorológicos. Podrían hacer un museo con ellos en el mismo lugar que estaban una vez que se repare el inmueble. Los lectores agradeceríamos que continuara con esta investigación. Muchas gracias.

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  • el 3 junio, 2022 a las 12:05 pm
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    Muy interesante el articulo, una historia que al menos yo no conocía, es una lastima y una pena que esa colosal edificación este hoy en el estado de abandono en que se encuentra, como muchas más en nuestra Provincia, ya es hora de trabajar con el fin de su restauración, como también es hora de mejorar nuestras calles, en el cualquier barrio céntrico de Cienfuegos usted se encuentra aguas albañales, huecos en las calles, etc, etc.
    Esperemos que ahora con el otorgamiento de la sede por el 26 de Julio, se haga algo en aras de recuperar el titulo de La Perla del Sur.

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    • el 3 junio, 2022 a las 12:52 pm
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      Gracias por leernos y comentar, pero he de decirle que “Los Jesuitas”, como se le conoce a la edificación está siendo restaurada, quizás desde el exterior no se aprecien las labores constructivas que allí se realizan, pero sí existe energía, empeño y decisión para que tal edificación alcance todo su esplendor, lo cual impactará favorablemente en nuestra ciudad.

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  • el 26 mayo, 2022 a las 11:50 am
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    Esa es acaso la edificación más imponente de la ciudad. Es una pena apreciarla hoy -después de leer este interesante trabajo- solo como recinto donde se guarecen lechuzas y murciélagos.

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  • el 24 mayo, 2022 a las 8:45 am
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    Gracias, profesor, por esta interesante investigación. Es muy apreciable conocer sobre ese aporte científico de Cienfuegos para el mundo.
    Muchas gracias!!
    Lo compartiré para su mayor conocimiento.

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    • el 24 mayo, 2022 a las 12:53 pm
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      Fue un placer compartirlo Luzdeibys. Me place saber que fue de su agrado. Gracias a ud. Saludos

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  • el 23 mayo, 2022 a las 3:46 pm
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    Excelente artículo. Muy interesante la historia local es baluarte. Esperemos que pronto la oficina del historiador de la ciudad y las autoridades correspondientes pongan manos a la obra y rescaten el edificio que ya denota desidia así lo presevaremos

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    • el 24 mayo, 2022 a las 12:56 pm
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      Agradezco mucho su comentario Alejandro.Seguiré ofreciendo mi aporte para el conocimiento de la historia cienfueguera. Saludos

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