Sea of Stars, a la altura de los clásicos

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En la edición más reciente de The Game Awards (el equivalente a los Oscar en la industria del videojuego), celebrada el pasado diciembre, una de las categorías con un claro ganador pre-competencia era la de Mejor Juego Independiente.

A pesar de estar nominados competidores notables, como Dredge o Cocoon, cualquier persona entendida en la materia sabía que el galardón se lo llevaría Sea of Stars. Y así ocurrió.

El título, obra de la pequeña desarrolladora canadiense Sabotage Studios, es un juego de rol de tipo clásico, muy inspirado en las obras maestras japonesas de la generación de 16 bits (arquitectura usada por las consolas de la época), teniendo en el legendario Chrono Trigger (1995) su principal fuente de inspiración.

La historia del mismo se desarrolla en el universo de The Messenger (opera prima de Sabotage, con la cual obtuvieron el premio a Mejor Debut Indie, en 2018), aunque miles de años atrás y sin una relación directa con aquel.

En Sea of Stars, nos ponemos en la piel de Valere y Zale, dos jóvenes Guerreros del Solsticio, quienes se embarcan en una aventura llena de peligros para derrotar a los Moradores, unas temibles bestias que si no son liquidadas a tiempo podrían acabar por convertirse en Devoradores de Mundos y poner en riesgo toda la existencia.

Visto de una forma objetiva, la trama -al igual que sus personajes- peca de demasiada simpleza y falta de profundidad. Sin embargo, he aquí su gran mérito, la forma en la que está contada y el ritmo de su guion la convierten en una experiencia entrañable. Logra transportarnos a aquella etapa cuando éramos niños y quedábamos deslumbrados ante cualquier cuento que nos narraban.

Los apartados gráficos y sonoros contribuyen a potenciar tan nostálgico hechizo. Sea of Stars cuenta con uno de los pixel art (diseño artístico basado en píxeles, creado de forma digital con el uso de herramientas de edición) más hermosos ideados hasta la fecha: vibrante, detallado, lleno de vida y de personalidad.

Por su parte, la música, como en toda obra de estilo JRPG (japanese role-playing game, videojuego de rol japonés) que aspire a ser recordada, es notable. La banda sonora compuesta por Eric W. Brown, con la colaboración de Yasunori Mitsuda (creador de la partitura de Chrono Trigger), Vincent Jake Jones y Reece Miller, realza cada situación vivida en la aventura.

Jugablemente, Sea of Stars presenta un sistema de combate por turnos, pero con innovaciones en pos de hacerlo más dinámico e interactivo (práctica habitual en trabajos recientes del género, y que tiene en Persona 5 Royal al mejor exponente). Por ejemplo, el jugador puede presionar el botón de acción en sincronía con las animaciones para aumentar el daño infligido y reducir el recibido. Además, existe la posibilidad de realizar ataques combinados entre los personajes y emplear potenciadores, entre otras opciones.

El principal defecto del gameplay (conjunto de acciones que puede realizar el jugador para interactuar con un juego o la forma en la que este interactúa con la propia persona) radica en la falta de evolución llegadas las instancias finales de la campaña. Esto provoca cierta sensación de tedio en los constantes duelos contra jefes finales en dicha etapa.

Mediante su segundo trabajo, el equipo detrás de Sabotage Studios buscaba ofrendarle una carta de amor a los videojuegos de su infancia. Consiguieron eso y mucho más. La obra no solo se limita a honrar a Chrono Trigger, a Final Fantasy o a Dragon Quest, sino que es capaz de mirarlos de tú a tú, y de provocar en el jugador las mismas sensaciones de sus referentes.

¿Trascenderá tanto como ellos? Ojalá que, de aquí a treinta años, entrados en la década del ‘50 del siglo XXI, un pequeño estudio de algún rincón del mundo (Cuba, quizás), desafíe a la inteligencia artificial, al metaverso, o a lo que sea que hayan inventado para entonces, y cree un juego con el cual rendirle tributo a Sea of Stars.

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