Los relevos dorados del nieto del billetero

De muchachón andaba las calles de Cienfuegos al paso de su abuelo Félix Leyva, de quien heredaría el apodo, El Curro, luego su santo y seña en el béisbol cubano de los 60 y principios de los 70, cuando el mote llegó a ser sinónimo de control y guapería encima de la lomita.

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