Pensar… reírse… volverlo a pensar
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La gente que está abajo en la escala social a veces se cansa. Se cansa de que los caminos normales, los establecidos por la ley, no conducen al éxito, y en ocasiones ni siquiera son garantías para satisfacer necesidades elementales: la obtención de la comida, de la armonía familiar o la paz del alma. Se rebelan. Los “de abajo” a veces se rebelan. Delinquen.
Así hizo Cobby (Casey Affleck), cansado de su vida sin sentido, rodeado de hipócritas (“héroes”) por todas partes; y Rory (Matt Damon), que necesitaba la suma exacta de 32 mil 480 dólares para poder mirar a los ojos a su hijo, pues debía “manutención, hipoteca, escuela y un préstamo para un equipo de hockey usado con un 10 % de interés”.
Entonces deciden asaltar la caja fuerte de la oficina del alcalde ¡el día de las elecciones!
Ya ahí empecé a sonreír. ¿En serio?, me dije. Pero en este mundo loco cualquier cosa puede ser posible si se tiene la determinación de llevarla a cabo. Y determinación es lo que sobra a Rory, el sexagenario soldado que hace la contraparte divertida de su compañero ladrón: Cobby.
No suelo reírme de los defectos de la gente, más bien me compadezco, pero los defectos de los personajes que pretenden realizar una ‘misión imposible’, crean por sí solos variadísimas situaciones humorísticas.
Me río de sus torpezas en medio de escenas que precisan concentración o rapidez; me río de sus confusiones y atolondramientos cuando no entienden lo que está pasando; pero sobre todo, me da mucha gracia cuando logran hacer perder la paciencia a sus colegas de oficio.
“¿Qué estúpida conversación es esa?”, grita Cobby cuando se desangra debido a una herida de bala, mientras Rory intenta llegar a un acuerdo formal con la doctora que lo atenderá.
The instigators me dejó dolido, pero risueño. Me dolió el sinsentido y la corrupción política que nos rodea a diario y que nos hace la vida miserable; pero me divirtió ese par de locos que tratan de tomar la Justicia por mano propia, y se involucran en un disparate detrás de otro hasta que el gran disparate que es la sociedad moderna les concede algo de razón.
Atracos, homicidios, heridas de bala, persecución, explosiones, chantaje… Nada los detiene. La rabia de Cobby contra “los malditos héroes por todas partes”, le vuelve implacable y decidido a muerte.
Me encantan Matt Damon y Casey Affleck. Disfruté de sus actuaciones juntos en Wild Will Hunting, donde Damon representa al chico listo y Casey al tonto. En The instigators, se invierten los roles, pero igualmente me dejó la misma sensación triste y dulce, la misma mezcla agridulce que dejan las buenas tragicomedias, las excelentes comedias criminales de todos los tiempos.
Sin embargo, pese a toda la violencia y descalabro, la persistencia de este dúo les conduce al éxito. Intensificaron la crisis para mejorar su situación, pues Cobby se queda con la chica, mientras Rory asiste al partido de hockey de su hijo y logra mirarle a los ojos.
Pero cuando ocurre al revés….
Rory y Coby intensifican la crisis de sus respectivas vidas y de la ciudad que habitan, pero como resulta lógico, son perseguidos por su delito de atraco.

Madeleine en ‘Mom Crime’ hace al revés: se entrega a las autoridadades, (más bien se autoacusa) pues se enorgullece de haber asesinado a su agresor, una vez que entiende que actuó en legítima defensa para salvar su honor y su vida; y que el arma homicida no le pertenecía.
Esta inocente fe en el tribunal de justicia deviene una escalera de triunfos que la convierten en lo que siempre soñó: una actriz de éxito.
Entonces, tomando a Madeleine como modelo a seguir, los crímenes de las mujeres se incrementan por el afán de ganar notoriedad y fortuna.
Es notable cómo esta película francesa recrea tanto la atmósfera epocal como las situaciones exageradas e ilógicas de la comedia screwball norteamericana. Pero más que nada, subraya que la posición de victimario siempre será preferible a la de víctima.
Pese a que ambas películas son comedias, refleja que, para “los de abajo”, la transgresión es una vía posible a fin de equilibrar la balanza de la vida.
A veces puedes pensarlo, después reírte (porque son obras muy cómicas), y después volverlo a pensar…
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