Pedacitos musicales de cielo

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El cancionero romántico latinoamericano menciona muchas veces el cielo, unas veces como sinónimo de placer, encantamiento y dicha; en otras, comparándolo con la gloria en el más allá. Basta que recordemos aquel bolero de José Antonio Méndez que termina diciendo “no necesito ir al cielo tisú si alma mía, la gloria eres tú”.

Como esa pieza que reúne música y poesía, hay otras más. Lo curioso es que dos coincidan con igual título, en este caso “Pedacito de cielo”. La primera que supongo llegue a la memoria de ustedes es esa que comienza así: “Cuando te tengo en mis brazos, y tú me dices te quiero, yo me imagino que es mío un pedacito de cielo”. ¿Su autor? El compositor, pianista e intérprete matancero Francisco Manuel Ramón Dionisio Domínguez Radeón, musicalmente Frank Domínguez.

“Pedacito de cielo” figura entre los boleros más representativos del filin, lo mismo que la antes referida “La gloria eres tú” de José Antonio Méndez. Es una pieza suave, cadenciosa y romántica; toda una confirmación del amor que se profesa hacia la pareja. Sus piezas han sido interpretadas por cantantes de Cuba como Omara Portuondo y Elena Burke, así como de otros confines, entre ellos los latinoamericanos Los Tres Ases, Lucho Gatica, Chavela Vargas, Tania Libertad, Gal Costa, María Bethania y Luis Miguel, incluyendo a las españolas Lola Flores y Sarita Montiel, hasta el inglés Tom Jones y los italianos Nicola di Bari y Andrea Bocelli.

Frank Domínguez fue con certeza uno de los compositores cubanos más cantados alrededor del mundo. Es un tema sentimental, intimista y muy romántico. Data de los primeros años de la década de 1950 cuando pronto se popularizó. Hoy en día sigue estremeciendo las fibras de los seres humanos sensibles.

Elena Burke y Frank Domínguez. / Foto: Tomada de Internet
Elena Burke y Frank Domínguez. / Foto: Tomada de Internet

Entre las muchas versiones de esta pieza, hay una en la voz de la mexicana Linda Arce, acompañada por las orquestas de Chucho Ferrer y Chucho Zarzosa. Otra de las más gustadas se la debemos a Miguel Ángel Piña, quien desde finales de los 70 hizo carrera como solista para incluirla en uno de sus LP.

Como si se tratase de repartir el cielo en “pedacitos” para rendir culto al amor, hay otra pieza latinoamericana con igual título. Es de nacionalidad argentina, se trata de un tango cuya música lleva las firmas de Enrique Francini y Héctor Stamponi. La letra fue escrita por Homero Expósito, quien junto a su hermano Virgilio legó boleros de fama mundial, entre ellos “Vete de mí”, cuya autoría algunos han confundido.

Homero Expósito. / Foto: Tomada de Internet
Homero Expósito. / Foto: Tomada de Internet

El “Pedacito de cielo” argentino apareció en 1942, casi una década antes que la del cubano Frank Domínguez. A pesar de ser igualmente hermosa, no tuvo la popularidad de la posterior.

Varios intérpretes la han grabado, pero estoy seguro de que casi nadie recordaría mencionar, por lo menos, a uno de ellos.

Era un adolescente el osado componedor de sintaxis que les comenta, cuando la escuché por primera vez. Aquello aconteció alrededor de 1965 cuando, de vez en cuando, la reproducían por la emisora Radio Tiempo en la voz del mexicano Marco Antonio Muñiz.

Para el adolescente que yo era en aquel tiempo, escucharla me servía para dar rienda suelta al idilio que sentía entonces hacia una muchachita que de vez en cuando venía de La Habana a visitar a sus primas. El “chamaco” que fui la saludaba y se paraba frente la ventana de su familia, y ella desde adentro sentada en un silloncito atendía mi conversación “cuasi” infantil.

Nunca conoció ella aquel sentimiento; una mezcla de timidez y vergüenza me impidieron confesárselo. Un día supe que se había marchado definitivamente del país con su familia, lo cual puso fin al idilio, aunque no a aquel recuerdo.

Anécdota aparte, siempre deseé tener una copia de la pieza. Un buen día de 1969 cuando empecé a colaborar en la radio, averigüé por el disco y descubrí una vieja placa con el sello ICR, como venían los envíos musicales. De tanto ponerla estaba llena de “scrash”, apenas audible. Jamás, en ningún otro momento, la reenviaron en soporte magnético.

Pasaron los años, viajé varias veces a México y dondequiera que estuve preguntaba por la pieza. ¡Nadie sabía cuál era! Un día del año 2003 mi buen amigo ya fallecido, el locutor e investigador musical Guillermo Ruiz Jáuregui me sorprendió con la noticia de que tenía una copia, y me contó la historia.

Según me dijo – sin que nunca lo hubiésemos confirmado -, cuando Marco Antonio Muñiz comenzaba su carrera como solista, a menudo escuchaba cómo la cantante y actriz argentina Rosita Quintana, interpretaba la pieza en su camerino. El hoy “Lujo de México” se interesó y le sugirió que la grabara. Ella nunca lo hizo, pero en 1961 Marco Antonio sí.

Originalmente registrado como tango, la versión de Marco Antonio Muñiz sabe a Canción Vals; bueno en definitiva el tango tiene también algo de ese género. Su música es cadenciosa, y su letra contiene un aire añorante y evocador. Jamás he vuelto a escucharla en la radio; ni al propio intérprete retomarla en sus años triunfales.

De lo que no tengo duda es de, se trata de una de las piezas más sentimentales del cancionero latinoamericano. Por eso el “Pedacito de cielo” argentino, en voz de Marco Antonio Muñiz, lo comparto gustoso a ustedes, acompañado por la orquesta de Chucho Zarzosa.

Tanto la de Frank Domínguez, como la de los argentinos Francini, Stamponi y Expósito son evocaciones de amor románticas que, aunque algunos tachen de “ridículas” o “pasadas de moda” reflejan un sentimiento al que no deberíamos renunciar.  Son esos “pedacitos de cielo” que con sus estrellas se nos hace imprescindibles para vivir.

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