La genealogía de los pitusas
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Son prácticos, cómodos, duraderos y aptos para combinar con cualquier ropa. Los vaqueros, pitusas o jeans no pasan de moda. Son para mucha gente una prenda de buen vestir, aunque en sus orígenes no era precisamente así. Estos pantalones generalmente unisex, tienen su historia. Les comentaré al respecto.
De pequeño conocí a Delfín, mecánico laborioso que daba mantenimiento a los molinos de la fábrica donde trabajaba mi padre. Cortahierro en mano, asestaba golpes certeros a unas piedras que, cuando la curiosidad me acechó, me explicó que eran las “muelas” de aquel artefacto triturador de granos.
De chamaco empieza la búsqueda de paradigmas; esa época de formación incipiente de la personalidad, lleva a idealizar personas. El viejo Delfín fue para mí una de ellas, por lo que añoraba, cuando fuera grande, convertirme en mecánico y ¡vestirme como Delfín!
Su indumentaria de labores consistía en unos pantalones de mezclilla azul. Era su ropa de trabajo. Consistía en una pieza completa que incluía un pectoral, agarrado con tirantes a los hombros.
En los comienzos de la década del 50 la mezclilla era la tela ideal para confeccionar ropa de trabajo. Aquellos pantalones eran de la marca “Ariguanabo”, fabricados en la textilera de nombre homónimo ubicada en Bauta. Allá se producía hilo y tejidos de algodón, rayón y otros tipos, así como la mezclilla.
El día que me dio por ir a pasear con un pantalón de mezclilla, mi madre me decía que no era ropa “de salir”, pero no demoró el día en que la susodicha tela dejó atrás al casimir, el poplín, y otros, para imponerse en la preferencia, sobre todo de la gente más joven.
El tiempo en su andar modificó al mezclilla, entonces llamado pantalón vaquero y jean en años recientes.
¿Fue tan rápida esa evolución? Relativamente, sí. Para averiguar el origen necesitamos retroceder con la imaginación.
Primero surgió la tela de mezclilla como tal. Eso ocurrió en la ciudad francesa de Nimes en 1800. Por la resistencia de la tela, confeccionaban los overoles de obreros dedicados a la minería. Era útil, además, para protegerles la piel del contacto con materiales ásperos.
La historia continuó cuando al empresario estadounidense de ascendencia alemana Levi Strauss se le ocurrió la idea de diseñar y fabricar una pieza de vestir más novedosa.
En 1853 Norteamérica se llenó de inmigrantes atraídos por la “fiebre del oro”. Aquella fue la ocasión propicia para que Strauss, radicado en San Francisco, llevase al mercado su línea de pantalones para uso de los vaqueros y de mineros en desaforada búsqueda del áureo metal. Nada mejor que el pantalón de mezclilla para llenar los bolsillos con las duras pepitas que se encontraban.
El sastre Jacob Davis, socio comercial de Strauss, se ocupó de diseñar los remaches de cobre, un detalle que marcó la diferencia que, décadas después, fue toque de elegancia junto a las costuras o puntadas arqueadas en los bolsillos traseros.
Hubo que esperar al año 1934 para que saliera el primer diseño de jean para uso femenino. Dos años después se les estamparon por primera vez las etiquetas de marca, y en 1938 la prensa se hizo eco de la nueva moda.
El cine influyó en la mundialización de los pantalones vaqueros. En 1953 Marlon Brando, protagonizó, vistiéndolos, la película “El salvaje”; dos años después hizo lo mismo James Dean en “Rebelde sin causa”.
En las postrimerías de la misma década se popularizó el Rock and Roll y junto a ese ritmo, el icónico Elvis Presley, quien hizo de los mezclillas azul añil, beige, gris, carmelita y de otros colores, su pieza favorita.
Quienes admiraban al llamado “rey del Rock and Roll”, vestían pitusa azul. Era usual ponerse una camisa de guinga, de mangas largas o corta. La guinga es la tela estampada de cuadritos blancos que alternan con otro color, que puede ser azul, rojo, negro o carmelita. Quien tuviera suficiente cabello, ostentaba la mota o copete con un mechón encima de la frente.
La cremallera o zíper sustituyó a los botones, y aparecieron modelos inimaginables, desde chaquetas para ambos sexos, pantalones estrujados que lucen manchas o arabescos, hasta el clásico “rotico” a nivel de la rodilla.
Vale aclarar que el término jean se refiere al puerto italiano de Génova, ciudad que exportaba bobinas del tejido “Blue de Genes” cuyo significado es “Azul de Génova”.
La contracción del término “Blue de Genes” dio lugar a Blue Jeans. Colorear de azul había sido una iniciativa italiana, país donde usaban el colorante natural azul índigo, proveniente de India.
¡Cuántas vueltas ha dado la ropa de mezclilla para evolucionar!
En la época que la usaba Delfín el mecánico, todavía estaba a mitad de camino.
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