El único espacio habitable

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Edoardo Sanguineti, (Génova, 1930-2010), el gran poeta italiano, de relevancia y alcance mundial por su obra literaria y las relaciones que fue capaz de cultivar entre poesía y política, publicó, en 1972, Wirrwarr, (Feltrineli editores). ¿Qué quiere decir esa palabra? Como se espera e indica la subjetividad de la poesía, su lógica —aunque en alemán diga o signifique confusión, caos, barullo— es intraducible; parece y recuerda un sonido humano, esos ruidos o chasquidos, si se quiere, que sin destino emite la lengua en correspondencia con la razón para quedar suspendidos en el vacío, a través del aire, sin permitirse o querer ser canto de pájaro ni sonido animal, sino Wirrwarr.

El libro, cuando apareció, produjo una serie de interrogantes en relación con la neovanguardia artístico literaria de la época. Ediciones Matanzas, 51 años después, ha comprendido la importancia de su publicación, y con traducciones de Javier L. Mora, cabeza y conductor del proyecto, quien adelanta a sus páginas un enjundioso, pertinente e iluminador prólogo, abundante en información acerca de Sanguineti y en conceptos sobre el poemario, actualizándolo, pone al alcance de las manos cubanas, así en nuestras bibliotecas y librerías, esta joya literaria que bien leída no solo hará las delicias de los amantes del verso, sino que permitirá, como si paseáramos, recorrer los devenires, el sentido, y dirección del lirismo en el siglo XX, su rumbo. En Wirrwarr la historia de la poesía moderna aparece inscrita de manera natural y se puede decir que el cuaderno mismo, su cuerpo de letras, es o representa ese acontecer.

Escrito de manera irregular, es prosa versificada y versos emprosados, horizontales, el autor se sirve de ambas estructuras para organizar, de manera aparentemente arbitraria y ascendente, un discurso poético furtivo, que avanza hacia el meollo del lenguaje articulado, como centro o poder que el poeta necesita desarmar, abrir, para encontrar dentro a la poesía, y de no aparecer allí, darle muerte a los vocablos, inventándola. (Si la poesía es, se debe a que existe —o deberá existir— más allá de las palabras, afirma Sanguinetti, de manera categórica, en cada página).

En Wirrwarr los vocablos no son eco, semejanza, o espejo de cosas y objetos, no representan la realidad, es esta, como bulto irregular o paisaje de vidrios la que personifica e incorpora a las palabras, engulléndolas, vaciándolas de sentido —común— para que alcancen otro en la poesía y sean, resplandecientes, el material que al inventarse a sí mismo se hace, y surge, trasmutado en otro, permitiéndose mutar constantemente, cambiar de estado, mudando a cada instante, por necesidad, su fisionomía.

La traducción de Javier merece elogio aparte; se enfrentó a un libro que, desde su lengua original, el italiano, y desde cualquier ángulo o posicionamiento literario reverdece, irreverente, al romper la conexión lógica entre las palabras, quebrando e interrumpiendo los enlaces que permitirían la comunicación para así descubrir el sentido —cabría decir su única razón—al centro de una intraducibilidad permanente. Si ningún poema es traducible (o susceptible de serlo) y someter a ello la poesía se reduce a trasladar o acercarse por imitación a un mundo cerrado, absoluto, perfecto en su inamovilidad, en pos del cual el traductor se convierte en perseguidor de sombras —que desaparecen en la noche o de luces que se apagan al amanecer. Wirrwarr duplica estas ideas, las redimensiona, proyectándolas al infinito y es que el libro no fue escrito en italiano, sino en la lengua de la poesía, mejor, en un dialecto fundado por Sanguineti para escuchar la poesía con los ojos, y mirarla a través de los oídos. Seré más claro: Wirrwarr fue escrito con la lengua que antecede a la poesía —al primer poema (escrito)— e inenarrable, no se deja ver, tocar, sentir ni oler. En el esfuerzo de hacer visible, palpable, sentible y dotar de olores ese idioma para la escritura poética, consistió el trabajo de Javier L. Mora.

La necesidad de hacer de la poesía (escrita), a lo que llamamos el poema, una experiencia renovadora, que se confunde con el presente porque capta o se dedica a apresar el instante indetenible, siempre en fuga, eligiendo la diferencia, usando el lenguaje (articulado) en calidad de artefacto maleable que por encima de las palabras le ofrece al autor la posibilidad de distribuir y organizar los sustantivos a la inversa, contra la lógica diaria, en función de poetizar lo real, convierte al cuaderno en un documento único más allá de la singularidad inherente a cualquier literatura, o discurso artístico. En Sanguineti, como he dicho, la poesía es porque se encuentra más allá de las palabras.

Wirrwarr debe ser entendido como un más allá de la política. Allí donde las ideologías —o lo que estas representan— finaliza y no pueden hacer, quedando inconclusas, vueltas residuos o desechos que son aprovechados por la poesía. Si es un más allá político, exige que se lea como un más acá lírico, donde la proximidad, hiperrealista, de los objetos y las sensaciones que producen nos afectan, trastocando nuestra percepción, como si observáramos la realidad agrandada o multiplicada, deformándola. El libro se apropia del mundo con el cuerpo de Sanguineti, lo siente, camina, palpa, aprehende y respira con sus pies, manos, nariz; solo puede distinguir la complejidad del mismo —a través de una lupa gigantesca que desfigura y borra las formas, contornos, límites y fronteras (de cada elemento), rompiendo los enlaces entre palabras y sujetos— con sus propios ojos. Sanguineti, autor, se apropia de la idea, y práctica de contemplar la realidad, en su conjunto, como experiencia estética, reproduciéndola más de 100 páginas. El poeta italiano escribió un libro en el que mirar y leer equivalen a lo mismo, siempre y cuando el lector recuerde que mirar es contemplar y leer, pensar (o se resuelve pensando).

Creo, de no equivocarme, que se publica por primera vez a Sanguineti en Cuba, de ser cierto, es sumamente significativo que sea con Wirrwarr, por Ediciones Matanzas. En nuestras manos, y a partir de esta condición, el libro encarna algunas preguntas de peso, decisivas: ¿Por qué no se había publicado antes en la Isla y conmina, aunque no lo encontremos, a buscar la presencia del poeta, rastreándolo en revistas antiguas y modernas —desde Orígenes, Ciclón, Lunes de Revolución, la Gaceta, Revolución y Cultura, Unión, Caimán Barbudo, Bohemia y demás, hasta la más reciente, digital— exigiendo, de cualquier manera, y por encima de la utopía, que esté allí, para nosotros. Así, la publicación, bilingüe, con diseño de Johan E. Trujillo, que la hace parecer un mapa literario, el atlas de la poesía, nos permitirá revisar la literatura cubana en retrospectiva y además de preguntarnos ¿qué estaba pasando en esta mientras Sanguineti escribía y publicaba Wirrwarr?, ¿quiénes fueron, son, o serán los Sanguinetis cubanos (entre nosotros)?, o dicho de otra manera, ¿qué poemarios escritos por cubanos equivalen a Wirrwarr u ocupan, en nuestra literatura, el mismo (o similar) espacio que el libro del italiano?, e incluso más: ¿hasta dónde es realmente nuevo lo que hizo y si desde El Caribe, en el trópico, alguno de nuestros poetas no se le adelantó?

Wirrrwarr y Sanguineti como horizontes, medidas, distancias o puntos a alcanzar, además de (espejos en el que revisar nuestra fisionomía poética) nos permitirán saber qué somos, o (si cabe la posibilidad) qué deberíamos ser, en cuanto a literatura, con respecto a esas demarcaciones, modelos o distantes paradigmas que en su aparente inaccesibilidad se vuelven quimeras.

Ediciones Matanzas pone en tus manos —a través de un libro conformado por dos secciones:T.A.T. (de noviembre de 1966 a enero de 1968), y Reisebilder (de junio de 1971 a octubre de 1971) —la posibilidad de abrazar esas quimeras, mirando hacia adelante, como si el futuro quedara atrás, y la poesía fuera el único espacio habitable.

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