El Cancionero de Tomás Méndez

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El zacatecano Tomás Méndez Sosa ocupa un lugar cimero en la composición de música popular mexicana. Es, además, quien más piezas dedicó a las aves, en muchos casos comparándolas con mujeres. En ese afán él y José Alfredo Jiménez iban de la mano.

Nació en la ciudad de Fresnillo el 25 de julio de 1926. Fue uno de siete hermanos de origen humilde, quienes tuvieron que trabajar desde muy jóvenes para sostener el hogar tras la muerte de su padre. Con apenas doce años hacía de mandadero cuando llevaba la comida a los mineros. A pesar de su pobreza, se dice que era de temperamento alegre.

De joven viajó a Ciudad Juárez en busca de mejoras laborales. Luego fue a casa de unos tíos en Ciudad de México, ocasión que aprovechó para conocer el Santuario de la Virgen de Guadalupe. A la patrona de México le dedicó su primera composición que se titula Ofrenda Guadalupana. Años después esta Canción Ranchera fue uno de los grandes éxitos de Lola Beltrán.

No demoró en visitar Cuba. Lo hizo acompañando al trío Los Tres Diamantes, con quienes realizó una gira que lo trajo acá como maestro de ceremonias y secretario. Más tarde decidió dar a conocer sus canciones.

En su carrera de compositor influyó mucho el entonces director de la discográfica RCA Víctor Mario Rivera Conde, quien le abrió las puertas. Poco después su Canción Huapango El aguacero empezó a oírse en discos en la voz de Miguel Aceves Mejía.

Como escribí al comienzo, fue de los autores que más piezas musicales dedicaron a las aves. En esa lista resaltan títulos como Cucurrucucú Paloma, Golondrina Presumida, Gorrioncillo pecho amarillo, Que me toquen las golondrinas y Paloma negra.

Es innegable la obsesión de Tomás Méndez Sosa por las aves. Otros títulos suyos son Cuando canta la paloma, Dos gallos en palenque, Gorrión marceno, Llora paloma llora, Palomita de ojos negros y Paloma déjame ir.

Gallos, gorriones y palomas sirvieron a este compositor para construir las metáforas de los amores idos, las rupturas y el desarraigo. Además de estas piezas compuso otras igualmente difundidas, unas más y otras menos.

Todos los intérpretes de música tradicional mexicana han incorporado las piezas de Tomás Méndez Sosa a sus repertorios. Entre los intérpretes por excelencia contaron Lola Beltrán y Miguel Aceves Mejía.

Antes de concluir deseo compartirle otra composición. Esta es de las menos escuchadas, aunque figura entre las más bellas. Me refiero a la Canción Huapango Ando de Luna de Miel, de la que Lucha Villa hizo una singular creación.

El zacatecano Tomás Méndez Sosa es sin lugar a dudas uno de los grandes de la composición mexicana. Llamado por muchos “el compositor de las palomas” dejó un cancionero de valía que provoca admiración entre quienes conocen de la mejor música de México.

 

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