Con aire norteño

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Estudiosos de la música mexicana se refieren a la Música Norteña como un género. Con el respeto merecido, la concibo como un estilo. Si rancheras, corridos, huapangos, polkas, baladas y cumbias son géneros, la Música Norteña, que incluye a estos y a otros en su repertorio, viene a ser, más exacto, un “aire” o “estilo” de interpretación. Daríamos un sitio aparte a la Canción Norteña como tal, compuesta en aquel contexto.

Por sus instrumentos e indumentaria, los grupos norteños son fáciles de identificar. Los actuales se componen de acordeón de botones, guitarra eléctrica, bajo sexto (de 12 cuerdas agrupadas en seis pares), contrabajo, tambor redoblante, bajo quinto (de diez cuerdas agrupadas en cinco pares), saxofón y violín.

A ellos se suman los ejecutantes y los cantantes, quienes suelen vestir camisa de manga larga a cuadros o de colores fuertes, pantalón vaquero de mezclilla, botas de piel con la punta afinada, chaleco o chamarra (chaqueta) hecha de cuero, cinturón de cuero con adornos y hebilla metálica grande, pañuelo atado al cuello y el sombrero norteño que se fabrica lo mismo de palma que de fieltro, siendo muy común el de estilo “tamaulipeco” que tiene rectas las alas y de forma plana.

Unos y otros – instrumentos y vestuarios – revelan mucho acerca de la geografía de origen de la música norteña. El vestuario es propio de regiones frías y áridas en las que predomina la sequía y el polvo en el viento. Una geografía perteneciente a lugares como Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Durango y Chihuahua.

Los instrumentos representan las muchas migraciones de mexicanos, estadounidenses y europeos que desde el siglo XIX llegaron a la región, quienes llevaron consigo sus instrumentos y danzas.

Durante la fiebre del oro arribaron inmigrantes procedentes de Alemania, Bohemia (hoy Chequia y Eslovaquia), Polonia y otros países. Ingresaron a la nación azteca en busca de fortuna, y allí permanecieron muchos de ellos. Los mexicanos a ambos lados de la frontera recibieron su influencia y aportaron las suyas, surgiendo así el estilo norteño.

Para tener mejor idea de los instrumentos musicales norteños, basta con escuchar sus interpretaciones. En cuanto a la indumentaria, lo sabremos al ver un videoclip o la portada de un álbum discográfico de Los Tigres del Norte, Los Huracanes del Norte o Los Rieleros del Norte.

Los temas de sus interpretaciones manifiestan la realidad de muchos que cruzan la frontera en la búsqueda de mejores oportunidades. La de quienes logran la meta para con su trabajo ayudar a sus familiares que permanecen en México, y tristemente la de otros que pierden la vida en el intento o luego de conseguir su propósito.

Los corridos cantados por grupos norteños hablan de amores, enfrentamientos armados, rivalidades de familias y del desarraigo por estar lejos de la tierra que los vio nacer. Desde hace décadas se pusieron en boca los “narcocorridos”, subgénero que refleja parte de una realidad y a veces concede a narcotraficantes la categoría de héroes.

La Música Norteña tuvo antecedentes en músicos que se erigieron a la fama, como fueron los casos de Narciso Martínez, Cornelio Reyna y Ramón Ayala; estos dos últimos quienes contribuyeron a su difusión en la Radio.

La Revolución Mexicana de 1910 dio un impulso al estilo norteño. Los corridos de entonces se debieron a desplazamientos masivos que contaban los sucesos que acaecían. Aquellas formas de tocar y cantar corridos fueron la semilla de los corridos norteños de hoy.

Ese tipo de música ha evolucionado. Al norte de la frontera mexicana aparecieron los grupos tejanos, formados por inmigrantes, que añadieron a la instrumentación los saxofones y sintetizadores. Esto es algo propio de finales de la década de los años 50 y parte de los 60 cuando se apreció una influencia del rock and roll.

Sin perder su identidad mexicana, quienes emigraron a Estados Unidos hicieron de la música norteña una expresión de arraigo patrio y resistencia antes la discriminación y las injusticias padecidas por quienes emigraron. Un ejemplo se aprecia en El Palomito, interpretado por Los Cadetes de Linares.

Lo norteño se alza como memoria colectiva donde se mezclan el alma mexicana, la indígena y la europea, más allá de cualquier frontera.

Amores, añoranzas, historias, hechos violentos, adioses y desarraigos son parte de sus temas. Como “aire” o “estilo” híbrido, es mexicano ya que abraza géneros tradicionales. La música norteña, también llamada “de la frontera”, resulta tan mexicana como la del mariachi, la de los grupos huastecos y jarochos, la del istmo de Tehuantepec y otra de la cual les comentaré el próximo domingo.

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