Cirilo Villaverde: “patriota entero y escritor útil”

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“De su vida larga y tenaz de patriota entero y escritor útil, ha entrado en la muerte, que para él ha de ser el premio merecido, el anciano que dio a Cuba su sangre, nunca arrepentida, y una inolvidable novela. Otros hablen de aquellas pulidas obras suyas, de idea siempre limpia y viril, donde lucía el castellano como un río nuestro sosegado y puro, con centelleos de luz tranquila, de entre el ramaje de los árboles, y la mansa corriente recargada de flores frescas y de frutas gustosas.

“Otros digan cómo aprovechó, para bien de su país, el don de imaginar, o compuso sus novelas sociales en lengua literaria, antes de que de retazos de Rinconete o de copias de Francia e Inglaterra diesen con el arte nuevo los narradores españoles”. Con tales palabras homenajeaba José Martí en las páginas de Patria a Cirilo Villaverde, un día después de su muerte acaecida el 20 de octubre de 1894.

Considerado el precursor de la novela cubana, Villaverde nació en el ingenio Santiago, cercano a San Diego de Núñez, en la provincia de Pinar del Río, el 28 de octubre de 1812. Allí transcurrió su primera infancia, hasta que la familia se trasladó para La Habana.

A los 22 años de edad, en 1834, se graduó de Leyes y laboró en varios bufetes hasta que, decepcionado por la actuación de uno de los abogados empleadores, decidió emprender un nuevo camino, el de la enseñanza, el cual alternó con el periodismo. Comenzó a escribir con regularidad en varios periódicos y revistas de La Habana: Cartera Cubana, El Faro Industrial y El Recreo, donde vieron la luz sus trabajos iniciales. Al mismo tiempo ejerció el magisterio en los colegios Real Cubano y Buenavista.

Por esa época, Villaverde publicó, capítulo a capítulo, su novela El penitente, reflejo de la vida en Cuba a fines del siglo XVIII. Luego se trasladó a Matanzas en busca de mejoras económicas. Allá entró en contacto con varios escritores, quienes le permitieron dar a conocer en sus publicaciones algunas novelas cortas y cuentos.

El periodista, maestro y escritor, no estaba ajeno a la cruda realidad que circundaba a la isla. Concibió entonces la novela Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, tenida por muchos como la primera obra del género en La Mayor de las Antillas. Llevó sus cuartillas a la imprenta de Lino Valdés y en el año 1839 salía a la luz la primera parte de esta polémica historia, para unos, sólo una pieza costumbrista, desprovista de grandes méritos; para otros, un texto ejemplar, escrito con solidez técnica, espejo de la aprehensión que hizo el autor del mundo y los personajes que describía.

Pero no sólo con la literatura sirvió a su patria Cirilo Villaverde. Su pasión por la política lo llevó a conspirar contra el dominio español y por esta causa hubo de exiliarse en los Estados Unidos. Allá continuó con el magisterio y el periodismo, mientras participaba en todas las tareas revolucionarias.

Terminada la Guerra del ‘68, Cirilo, a sugerencia de su esposa, emprendió la última redacción de su gran novela. En mayo de 1879 firmó el prólogo acompañante de la edición final. Las fuerzas lo abandonaban. Se sentía viejo y enfermo. Y aunque no perdió jamás las esperanzas de ver libre a su patria, no alcanzó a conocer sobre el segundo estallido insurreccional. Murió cuatro meses antes en la fría ciudad de Nueva York.

La vida de Cirilo Villaverde representa el peregrinar de no pocos autores de su tiempo. Esos que sortearon escollos y penurias para crear una obra literaria, sin soslayar la colaboración con la independencia de su suelo natal. Cecilia Valdés constituye la obra cumbre de este novelista, quien se manifiesta en ella como un agudo observador de la naturaleza humana y del complejo panorama de una sociedad esclavista.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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