Un Ciego que me da luz
Los domingos en la tarde mi padre me llevaba a ver los juegos de pelota en el terreno de Fillo. De regreso pasaba por lo de Majín o lo de Manía, en la calle principal, y me compraba una empanada de picadillo. Un día de lujo el presupuesto alcanzó para un bocadito de puerco asado, con dorados pellejos crujientes incluidos.
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