Gasdiani

Un barco cualquiera lo trasplantó primero a Nueva York y luego a La Habana tras la presurosa huida desde su Boloña natal, hasta recalar definitivamente en la joven villa del centro sur de Cuba, fundada por colonos de raigambre francesa. Traía escasos años de veinteañero a cuestas, tal vez un poco de miedo a lo desconocido, la esperanza del regreso al seno de una numerosa familia y a la mocedad de su esposa Maddalena, a quien dejó en Italia a la espera de tiempos propicios para el reencuentro.

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