Púder, el niño-perro

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De todas las mascotas es el perro, a mi juicio, la más socorrida. Desde los albores de la humanidad ha estado junto al hombre en las buenas y las malas. Ha sido el fiel compañero que nunca tuvo en mente abandonarlo. El escudo contra los ataques más fieros. El Banga que acompañó a Poncio Pilatos en su último viaje sobre un rayo de luna. “Mientras más conozco a la gente más quiero a mi perro”, dice el refrán. Y es verdad.  Hombre y animal se cambian de puesto, se imitan, y terminan aprendiendo el uno del otro.

Sin embargo, ese no es el animal que nos tropezaremos en Cabeza de Manada, novela que se presentará en la próxima Feria del Libro, bajo el sello editorial Mecenas. En esta ocasión el autor —Ian Rodríguez Pérez— nos muestra otro tipo de amigo. Con una manera de narrar entusiasta, premeditada e irónica, tiene a bien presentarnos una especie de Lázaro de Tormes, aquel niño bueno devenido en pícaro de la literatura española.

Púder, la bestia en cuestión, nos sorprende con el cinismo de su mirada. En muy poco tiempo ha aprendido el abecé de la gente. La necesidad de mantenerse a flote en un mundo de miserias lo obliga a entender la psicología de sus amos, y aprovecharse de todo lo que puede, que en realidad no es mucho. Lidiamos con una experiencia ganada a costa de estragos, de puntapiés, de sorpresas desagradables, pero que acaba borrando una cantidad de valores que casi siempre se dan por sentados.

El objetivo de Púder es “ganar techo”, como él mismo dice. Y el camino no es otro que entender al dueño que tiene en ese momento. De ahí el acierto del texto como literatura, como documento de sensibilidad. Púder simboliza el universo hostil que nos rodea y pugna por avasallarnos. Su crecimiento como ser diabólico —y tal vez como ángel— está emparentado con el Nick Adams de Hemingway, o el Jody Tiflin de Steinbeck. Ambos asediados por la muerte como puerta de entrada al mundo de los hombres, donde la inocencia casi siempre se borra de súbito.

Escrita en capítulos cortos al estilo de Plop, la novela de Rafael Pinedo, Cabeza de Manada es harina de otro costal. Ubicada en un ambiente preapocalíptico, provinciano, donde predomina la filosofía de un día a la vez, nos hace reír con los manejos de tanta pobreza, y el afán de superación de los canes que rodean al protagonista, quienes llegan a formar un tipo de organización política pordiosera, con el objetivo de sobrevivir.

Por último, Cabeza de Manada es un libro excelentemente ilustrado. Las imágenes que lo acompañan son tan buenas como el propio texto. Y justo aquí otra observación. La mirada de Púder. Una mirada plagada de dolor, desamparada, que parece decirte que ni con toda la picardía del mundo te puedes salvar.

Aquí les va un fragmento:

«Ana le puso Púder en memoria de aquel niño que inusitadamente había desaparecido del orfanato donde laboraba como cocinera. Lo primero que le advirtió, al encontrarlo temblando de frío y hambre en un rincón del patio, fue que no procurara robarle sus golosinas como hacía aquel diablo de niño, el protegido de la señorita Laura, o se vería nuevamente en la calle. La comprendió perfectamente y aceptó el ridículo plato de leche, ritual cotidiano de las seis de la tarde, que le ofrecía la mujer. Si quería preservar un techo —Púder aún no había perfilado muy bien su espíritu callejero—, no podía repetir con ella, aquellas aventuras del orfanato.

«Todavía recordaba el golpe que Ana le propinó con el cucharón en la cabeza, el día que la directora informó que era él quien hurtaba los pasteles y dejaba a otros niños sin desayuno. Comprendía también ahora por qué aquella mujer que cocinaba con tanta delicia no tenía hijos ni esposo, y era sencillamente insoportable. Los mimos de Ana para con él eran esporádicos y muy breves. Si los necesitaba, Púder fingía estar enfermo, y aquella mujer se volcaba en alma, corazón y vida, con una pasión de la que Púder luego no supo más. Evidentemente, Ana se sabía muy sola. No tardó mucho tiempo para que la mujer se percatara de su argucia, así que Púder adoptó la prudente decisión de enfermarse tan solo una vez al mes. Si ganado tenía el techo, debía agenciarse también el pan de otros lugares, pues no solo de leche vive el perro».

 

El libro está disponible en:

https://ruthtienda.com/inicio/1744-cabeza-de-manada.html

Puede adquirir otros libros de Ediciones Mecenas en:

https://ruthtienda.com/411-editorial-mecenas

 

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2 Comentarios en “Púder, el niño-perro

  • el 22 enero, 2025 a las 10:47 am
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    Hay muchas cosas en Cuba que merecen un futuro mejor, pero en la lista de prioridades los libros no ocupan un buen lugar, o por lo menos este tipo de libros.

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  • el 22 enero, 2025 a las 8:33 am
    Permalink

    Excelente libro, lo único que hallé criticable es que al no contar con edición en papel esté condenado a pasar relativamente desapercibido. Ojalá en un futuro no tan lejano esta obra llegue a tener la edición física que merece y requiere.

    Respuesta

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