La última estrategia del imperio: que otros paguen sus cuentas

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Si alguien pensó que las políticas económicas de Estados Unidos son fruto de la genialidad espontánea de Donald Trump después de una partida de golf en uno de sus 18 campos, distribuidos estratégicamente por el mundo, permítame decepcionarlo. Nada de eso. Aquí hay un plan meticulosamente diseñado para sostener un modelo económico cada vez más agotado. Trump es solo el rostro de una maquinaria que lleva más de un siglo encontrando maneras creativas de trasladar sus deudas al resto del mundo.

La guerra de los aranceles es el mejor truco del ilusionista económico estadounidense. La tasa promedio de aranceles ya alcanza el 22%, el nivel más alto desde 1910. Irónico ¿no? La misma potencia que lideró la reducción de aranceles con el GATT en 1947, que profundizó la liberalización con la Ronda de Uruguay en 1995, y que convirtió el libre mercado en dogma a través del Consenso de Washington, ahora se aferra a protecciones arancelarias desesperadas. Como si la fórmula que vendió al mudo durante décadas no le funcionara y tuviera que recurrir a barreras que antes criticaba. Más irónico aún es que el GATT surgió en La Habana, Cuba, el país que estableció las bases para la eliminación de aranceles, pero que hoy ni siquiera figura en la lista de afectados, simplemente porque está bajo un bloqueo económico, financiero y comercial tan atroz, que lo ha dejado fuera del circuito global y de esta nueva lista de sancionados por el imperio. Es que al tigre ya no le cabe una raya más, pensarán algunos; pero esta acción se convierte en una demostración al mundo de que el bloqueo existe.

Con la nueva lista, los trumpistas y la elite financiera tras el poder dicen perseguir “el noble” propósito de equilibrar la balanza comercial, o al menos eso dicen, y la reindustrialización de los Estados Unidos. En ella, China se lleva la peor parte con tarifas del 34%, porque al parecer, competir en tecnología y manufactura es muy difícil para la industria norteamericana, así que mejor ponerle trabas al rival. Europa también entra en el juego con un 20% de aranceles, porque aunque es un fiel aliado militar, alguien tiene que financiar el déficit de la “gran” potencia. Por otra parte Japón y Corea del Sur ven cómo sus productos tecnológicos y automóviles chocan contra barreras comerciales de la lista que, en teoría, protegen la industria local norteña, pero en realidad intentan frenar la superioridad asiática en sectores clave.

Si los aranceles no son suficientes, siempre queda el viejo truco del petróleo barato. Estados Unidos mueve los hilos para ajustar los precios del crudo y asegurarse de que su propia producción salga beneficiada, mientras que los exportadores externos ven sus ganancias pulverizadas. “Drill Baby, Drill” (Perfora bebe, perfora, en español;), lema político de la campaña presidencial de la republicana Sara Palin en 2008, ahora se retoma para reimpulsar la perforación masiva de petróleo y gas en territorio norteamericano, eliminando restricciones ambientales para promover la extracción. La declaración de Emergencia Energética Nacional el mismo 20 de enero de 2025 cuando asumía el mandato o los incentivos a la industria petrolera de Norteamérica para que incremente sus inversiones.

La estrategia es clara: bajar costos para que sus manufacturas sigan siendo competitivas, aunque a costa de la estabilidad de los mercados internacionales. !Negocio redondo!

Y por supuesto, cuando el presupuesto militar comienza a parecer insuficiente, nada mejor que convencer a los europeos de que asuman la cuenta. Ursula von der Leyen ha presentado un gasto militar de 800 mil millones de euros, incluyendo 150 mil millones en préstamos, porque cuando Estados Unidos necesita dinero, Europa siempre está dispuesta a pasar por caja. La OTAN sigue siendo más un mecanismo de recaudación para la industria armamentista estadounidense que una alianza equilibrada de seguridad.

Pero no nos engañemos, Trump no es el gran cerebro detrás de todo esto. El León de Tréveris (Karl Marx) lo explicó hace más de un siglo: los cambios históricos no ocurren porque un líder carismático los impulsa, sino porque las contradicciones del sistema lo hacen inevitable. La economía estadounidense se mantiene a flote gracias al dólar como moneda de reserva, al financiamiento externo y a un consumo insaciable basado en deuda. Y las grietas son cada vez más evidentes. La incapacidad de competir con China en tecnología lleva a sanciones y bloqueos en lugar de innovación. La manipulación del precio del petróleo es solo un parche para ocultar la dependencia energética. La financiación de la defensa norteamericana recae en los europeos, que pagan la factura mientras Washington mantiene el control estratégico.

Trump no ha inventado nada. Solo sigue el manual de supervivencia de un modelo que no sabe cómo reinventarse sin perder su hegemonía en un mundo que apuesta por ser multipolar. Como bien dije un día en esta misma columna, Trump no está loco ni está solo. Trump es simplemente la pieza que el sistema necesita para prolongar su propia agonía…por ahora.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Un Comentario en “La última estrategia del imperio: que otros paguen sus cuentas

  • el 11 mayo, 2025 a las 7:55 am
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    Excelente. Es cierto que la estrategia del estado profundo en Estafos Unidos es la que deben conducir los electos a presidentes. Hace mucho que el pensamienti reaccionario del Tea Party de Sara Palin desemboco en el Trumpismo y que los liberales democratas estan en extincion. Solo voces como Benny Sander y Alaxanra Ocassio parecen ser los que desafinan en el coro, porque el resto tienden a ser mas derechisstas y conservadores que algunos republicanos. A veces o la mayoria de las veces, desde aqui lo han visto algunos como si de Republicanos y Democraras se tratara.
    Creo que eres de los pocos que he leido quevhabla de Marx en estos tiempos.
    Respectio a la deuda excelebte analisus. Un abrazo A dresito.

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