La música istmeña

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 56 segundos

En otras ocasiones he comentado acerca de la música en Jalisco, que por ser tierra del tequila, el mariachi y la charrería está considerada esencia y presencia de México en el mundo. Su género musical por excelencia es el Son Jalisciense.

Dediqué otro de estos escritos dominicales a la llamada región huasteca, enclave geocultural con instrumentos musicales exclusivos y formas de improvisación; aunque en la década de los 50 del siglo veinte – y debido a su comercialización – muchos compositores crearon piezas inspiradas en el género, sin las improvisaciones originales. Del Son Huasteco como género bailable, nació el llamado Huapango Lento o Canción Huapango.

México posee otra región rica en música, caracterizada por sus trajes típicos y la alegría de su gente. Esa es la región del istmo de Tehuantepec donde, con motivos o sin ellos, siempre hay lugar para una fiesta. Parece como si los 365 días del año no bastasen para festejar, algo que nos dice del temperamento de quienes viven allá.

La región del istmo es un enclave geocultural compartido por Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz. Entre sus atractivos figura el traje de las tehuanas, que visten en sus festividades; es la misma indumentaria femenina que identifica a las mujeres oaxaqueñas. Varía en diseños, y sobresale por sus delicados tejidos, estampados de múltiples colores y figuras bordadas de asombrosa belleza.

La denominación “istmo” es debida a la característica geográfica de ser el área más estrecha en el mapa de ese país hermano, que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, como enlace interoceánico del territorio azteca.

De fiestas tradicionales istmeñas hay mucho para contar. La Celebración de las Velas, que tiene lugar en el mes de mayo, se ha extendido con versiones como las Velas de Juchitán, de los Pescadores, la Vela Grande de San Vicente Ferrer, la más antigua del istmo, y muchas otras. Como escribí al comienzo, para todo tienen una festividad.

El Son Istmeño, que data del siglo diecinueve y se parece muchos a un vals, con presencia significativa en la zona oriental de Oaxaca, es el baile típico. Instrumentos tales como la guitarra, el requinto y el bajo acompañan los jolgorios cuyos sonidos secundan las hermosas tehuanas al danzar. Hoy también son populares las bandas de viento y percusión.

Por cualquier cosa arman una parranda, desde las tradicionales hasta las que tienen motivos familiares como bodas, nacimientos, bautizos, cumpleaños y santorales.

Las melodías y los cantos se transmiten por generaciones. Los hay muy emblemáticos que pudieran ser considerados “clásicos de la región”. Títulos sugerentes como La Petrona, La Martiniana, La Migueleña, el Son de la Tortuga y el Fandango Tehuano integran esa categoría.

Tierra exuberante de júbilo popular, abunda en otros géneros musicales como los sones y jarabes ejutecos, yalaltecos. Títulos como La Zandunga, La Llorona, y Lucero de la mañana, suenan durante la Guelaguetza, celebración istmeña, de cada 16 de julio y origen zapoteca, dedicada a la Virgen del Carmen. Temas siempre presentes son La Flor de la Piña, el Jarabe Triqui, propio de la etnia indígena de igual nombre, y otros provenientes de la zona costera.

La música istmeña es única en su tipo por su raíz mestiza y arraigo. En ella se mezclan lo indígena y lo hispano; el aire zapoteco, el huave, el zoque, el mixe y el chontal hacen de esa cultura y arte una fiel muestra de la multicolor naturaleza mexicana.

Visitas: 28

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *