La manzana de la concordia
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Reza en un aforismo inglés que “una manzana diaria mantiene al doctor a distancia”*. Tal sentencia producto de la sabiduría popular no es fortuita, como quiera que nutricionistas, dietistas y otros expertos en la materia la consideran una de las frutas más completas y saludables en el universo vegetal.
La composición misma de este regalo de la naturaleza la distinguen entre sus congéneres frutales por su contenido en hidratos de carbono, fibras, vitaminas y minerales como el potasio, bondades que la hacen recomendable para ingerir por personas de todas las edades, además de sus efectos en el tratamiento y prevención de determinadas enfermedades.
Fruta ancestral
Aunque se desconoce el origen exacto de la poma, como también se le conoce en algunas regiones del planeta, se cree que procede del cruce de varias especies de manzanos silvestres europeos y asiáticos. Lo que sí se puede asegurar es que el hombre, desde la antigüedad, aprendió a cultivar este árbol y, actualmente, es uno de los frutales más extendidos a nivel mundial.
De mano de los conquistadores españoles llegó al nuevo continente en el siglo XVI, donde pronto se extendió su cultivo y, un siglo después, desde Iberoamérica, alcanzó América del Norte y posteriormente África septentrional y Australia. En España se piensa que la manzana fue introducida por los romanos y los árabes, lo cierto es que este país hoy figura como uno de los principales productores en el ámbito global.
Desde el punto de vista medicinal está demostrado que el consumo de manzanas resulta muy beneficioso para determinadas enfermedades. Estudios demuestran que es una excelente opción para personas con diabetes, las que, por demás, deben cuidar su salud hepática porque la mitad de los diabéticos tipo 2 desarrollan hígado graso no alcohólico, una afección que puede provocar serios problemas tanto a corto como a largo plazos.
Se sabe, entonces, que los polifenoles presentes en la manzana juegan un papel determinante en la regulación del metabolismo de la glucosa. Estos compuestos bioactivos no solo ayudan a mantener los niveles de azúcar en sangre estables, sino que también protegen a las células hepáticas del daño oxidativo.
Está comprobado que una sola poma aporta 27 gramos de carbohidratos, de los cuales 4,8 g son fibra, que actúa como un nutriente fundamental en ralentización de la absorción de azúcares en el cuerpo, previniendo así picos glucémicos que pueden sufrir los pacientes de diabetes, entre otros beneficios.
Adicionalmente, la ingestión de manzanas contribuye a la salud cardiovascular al reducir el colesterol, condición por la que muchos la llaman la “fruta del corazón”; en tanto, fortalece el sistema inmunológico gracias a su contenido de vitamina C, entre otros aportes para el organismo.
Y hay más. De acuerdo con un artículo publicado en el sitio digital El economista, el alimento de referencia favorece la pérdida de peso pues tiene muy pocas calorías. Además, son ricas en fibras y agua característica que ayuda a aumentar la sensación de saciedad por más tiempo, reduciendo el apetito.
Por otro lado, contiene celulosa, hemicelulosa, ligninas y pectinas, fibras que aumentan la absorción de agua en el intestino, ayudando a la formación de las heces y su eliminación.
Al contener ácido málico que aumenta la producción de saliva, al comer manzanas se disminuye la proliferación de bacterias responsables de la formación de la placa que provocan la carie dental, por lo que resulta una alternativa para la prevención de esas molestas corrosiones en las piezas dentarias.
Por último, y no menos importante, los investigadores han concluido en que la poma contiene flavonoides, como la quercetina, que tiene acción antioxidante y antiinflamatoria, los cuales protegen las células del sistema nervioso central contra los radicales libres y evitan la inflamación del cerebro.
* N. E.: One apple a day keeps the doctor away.
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