Héroes bajo el fuego
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La pericia de nuestros bomberos logró sofocar el incendio de regulares proporciones registrado en la tienda La Francia Moderna
Cuando la mañana del pasado domingo Abel Martínez Ponce concluyó el cambio de la guardia como Jefe de Compañía en el Comando Provincial del Cuerpo de Bomberos (CB) en Cienfuegos, no imaginó que en pocos minutos sería uno de los primeros hombres en enfrentar el siniestro más grande ocurrido en la provincia en los últimos 12 años.
El incendio Q104, de regulares proporciones, que laceró la tranquila mañana dominical en pleno corazón del Bulevar cienfueguero aconteció en el almacén de la Tienda La Francia Moderna, perteneciente a la Corporación Cimex; y lo originó un corto circuito en el transformador de una lámpara, confirman las autoridades que investigaron el hecho.
Sirenas y humo en la ciudad
A las 7:56 a.m. una llamada al 105, número de emergencia del Cuerpo de Bomberos dio la alarma de combate a estas fuerzas del Ministerio del Interior. Pocos minutos después llegaba el primer carro. El sonido de las sirenas se apoderó de algunas vías principales y una inusual columna de humo negro comenzó a levantarse en el centro de la ciudad, en el área considerada como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El teniente coronel Lázaro Cedeño Núñez, jefe del CB en Cienfuegos y quien dirigió las operaciones, asegura que acudieron al lugar los equipos de cinco comandos: el Provincial, Zona Industrial, Aeropuerto, Refinería y Cruces. No hubo fallecidos, ni lesionados: el horario en que se produjo y la cautela y agilidad de quienes lo detectaron contribuyeron a ello.
Por tratarse de un local situado en el centro del Bulevar, con dificultades para el acceso, el enfrentamiento resultó trabajoso y el riesgo de propagación elevado. Los carros cisternas parquearon en las intersecciones de la Avenida 54 con las calles 35 y 33 y desde allí se extendieron los sectores de combate. A la vez, efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria y Prevención regularon el tránsito, mientras numerosos transeúntes y vecinos se detenían fuera de la zona asegurada a observar los sucesos.
Autoridades del Partido, el Gobierno, el Ministerio del Interior, así como directivos y trabajadores de Cimex también llegaron con prontitud al lugar.
En medio del peligro, del riesgo de propagación y de la ansiedad lógica que provoca un hecho así, predominó la tranquilidad y especialmente la confianza en quienes a riesgo de sus propias vidas, hacían su trabajo.
Hombres frente a las llamas
Con 25 años de labor en el CB, inicialmente como bombero de línea y luego como técnico de salvamento y rescate, Abel no solo fue de los primeros en llegar y tomar de modo certero una manguera. Al decir del teniente coronel Ramón Mollineda Zamora, jefe de Operaciones, este hombre modesto y callado permaneció todo el tiempo en el combate, a pesar de la gran concentración de humo que había en el patio y de que durante un rato no contó ni siquiera con equipo de respiración, pues faltaba el acceso para hacérselo llegar.
Junto a él, otros bomberos de diversas edades y experiencia —aunque con marcado predominio de la juventud— hicieron gala de la máxima que los distingue: honor, disciplina y valor; exactamente un mes antes de que la organización que los agrupa arribe al aniversario 328 de creada.
Entre esos jóvenes que ya ocupan responsabilidades en el CB y estuvieron en la primera línea de combate se encuentran el teniente Maikel Cruz Santana, jefe del Comando Aeropuerto y el primer suboficial Luis Manuel Valdivié Fonseca, recién nombrado jefe del Grupo de Salvamento y Rescate.
Entre las mayores complejidades de este incendio ambos señalan la estructura del almacén, estrecho, alargado, con paredes de ladrillos y carente de ventilación, sin forma de evacuar los residuos de la combustión, en este caso el humo. Por ello, adoptando todas las medidas de seguridad, debieron realizar con los medios técnicos especializados una abertura en el techo, la cual —además— constituyó otro acceso para atacar los focos de incendio a los que ya no se podía llegar por los obstáculos que resultaban los estantes caídos.
Orgullosos de lograr su propósito en el mayor incendio de este tipo al que han acudido en Cienfuegos, ambos reafirman la ecuanimidad, organización y unidad con la que trabajaron, logrando el propósito máximo de impedir que peligraran las vidas humanas y reduciendo a la mínima expresión posible las pérdidas materiales.
En particular, el teniente Santana Cruz aludió a un momento en el que se percató de que una viga estaba deformándose, dañando la integridad estructural del edificio y ocasionando así peligro de derrumbe. “Se lo comuniqué a todos los que estábamos dentro en ese momento. Incrementamos las medidas de seguridad, pero nadie se retiró”, dijo conmovido por la actitud de sus compañeros, a la vez que rememoró cuando hace alrededor de un año, en La Habana, dos técnicos de salvamento y rescate perdieron la vida en un derrumbe.
Entre quienes se destacaron, también cuenta el joven soldado Lesnier Ramón Álvarez Peña, que en noviembre próximo cumplirá dos años del Servicio Militar. Y es que aunque en siniestros de este tipo los reclutas son protegidos del peligro mayor, en este él asumió diversas posiciones en el combate y por su entrega y habilidad mereció el reconocimiento de las fuerzas profesionales.
Rostros sudorosos de la victoria
Tras poco más de dos horas el incendio fue sofocado.La profesionalidad y el coraje demostrados por los jefes, oficiales, trabajadores civiles, soldados y fuerzas voluntarias que se batieron con las llamas, impidieron que se propagara a otros inmuebles colindantes. De hecho, ni siquiera al interior del área de ventas de la propia tienda.
Culminado el peligro de las llamas, mientras los trabajadores de Cimex extraían mercancías salvables del edificio, los bomberos continuaban su trabajo en zonas de alta concentración de humo y calor. El almacén, construido en forma alargada y estrecha, a un costado de la tienda y el patio, quedó ennegrecido, inundado por el agua que aún se lanzaba y el amasijo de productos.
A pesar de las pérdidas económicas que tanto laceran en estos tiempos, se trató de una victoria sobre la muerte y los daños que pudieron ser mucho mayores.
Con rostros sudorosos, la adrenalina aún elevada y la alegría por el deber cumplido, los bomberos permanecieron allí hasta despuésdel mediodía. Para ellos, como sucede con frecuencia, resultó un domingo de combate.
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