Gina Caro: una actriz con el vigor de las abejas y la probidad de los lirios
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En 2019 nos deleitamos con su presencia durante La Piel del Cine, el evento que dedicáramos a los actores cienfuegueros de la cinematografía nacional; luego como actriz agasajada del El apuntador, que promoviera el Teatro Tomás Terry en 2024, dedicado a las actrices sureñas de las tablas y el audiovisual cubanos. En estos sucesos inmediatos pudimos constatar el brío y la ternura insospechada de esta veterana de las lides escénicas. A pesar de su longevidad, Gina apenas toma reposo, como si tuviese una cruzada contra el tiempo, y no deja de fantasear proyectos que la colocan siempre en el acto de superarse a sí misma. Justo, en noviembre de este año, tendremos su compañía en el Surimagen, una de las justas más complejas y esperadas que gestiona y produce el Centro Provincial de Cine de Cienfuegos. Gina Caro es un pilar que honra y eleva a esta región de la isla, una actriz que espera por la siguiente oportunidad.
¿Qué signa el itinerario de esta artista con anchurosa trayectoria en el teatro, la televisión y el cine cubanos?.
Gilda Aleida Pérez Cano procede de una camada de origen español y nace en el municipio de Marianao, provincia de La Habana, el 11 de junio de 1950. Por razones familiares la pequeña fue trasladada a la ciudad de Cienfuegos, bajo la supervisión de los abuelos, donde transcurre su formación escolar desde los años primarios hasta los estudios preuniversitarios. En este nuevo hogar erige su sensibilidad para las artes y recibe el apoyo necesario para conducir su interés por las artes escénicas. Entre 1967 y 1969 se suma en condición de actriz aficionada al grupo teatral Arquímedes Pous, con el que consigue los primeros aprendizajes: el desplazamiento en el espacio, la proyección de la voz, las mejoras en la articulación y ciertos modos de asumir la cadena de acciones de los personajes. Poco después se inserta en el colectivo de amateurs del Teatro Tomás Terry, en pos de absorber las prácticas de los pedagogos argentinos Isabel Herrera y Alberto Panelo, quienes se hallan formando histriones para fundar una agrupación en el polo de Las Villas, lo que concluye con el venidero Centro Dramático de Cienfuegos.
En esta década sólo se aparta del teatro durante el corto periplo como maestra en la Campaña de Alfabetización. Entre 1970 y 1972 asiste a un curso liderado por el director sureño Armando Suárez del Villar y finalmente pasa a trabajar como actriz profesional en la antedicha institución escénica (CDC), donde se especializa en puestas del repertorio clásico cubano y universal y permanece durante dieciséis años, siendo colega de Juan Antonio Marín, Yolanda Perdiguer, Pedro Posada y Aida Conde. Destaca entonces su caracterización de Julián Polanco en la obra Antihuelga, de José Ramón Brene, que le catapultea en 1975 hasta el Premio Fernandina de Jagua.
Hacia 1985 se suma al colectivo de Teatro Escambray, todavía bajo el liderazgo de Sergio Corrieri y Gilda Hernández Rico. “Teatro Escambray incidió mucho en mí pues esa agrupación se orientaba hacia un teatro antropológico, por lo que fui permeándome de herramientas investigativas que me acompañan en mi trabajo como actriz y estudiosa del teatro”, —cuenta a Valia Valdés en abril de 2022. Durante esta travesía por La Macagua y sus entornos descubre las tradiciones de las comunidades rurales y un modo particular de reubicar los temas del campo a través del lenguaje del teatro, previo proceso de indagación del entorno socio-cultural. Asimismo, colabora con varias series o telefilmes, como La semilla escondida (1986), de Lázaro Buria, que recrea la labor pedagógica de Gonzalo Bermúdez y el impacto de la banda de chicos Ismaelillo, donde asume a Susana, la funcionaria de la Casa de Cultura Benjamín Duarte, al lado de Rolando Brito, Manuel Porto, Isabel moreno, Carlos Pérez Peña y Carlos de la Paz; también Lucha contra bandidos y El juicio oral. Sus roles suelen ser pequeños, pero son asumidos con tenacidad y gracia.
En 1987 brega como La Muerte en la obra Accidente, escrita por Roberto Orihuela y a las órdenes de Carlos Pérez Peña, que se presenta en el Festival de Teatro de La Habana donde Antillana de Acero, junto a Alberto Durán, Fernando Echeverría, Jorge Luis Leyva y Jorge Luis López. En esa época labora en obras polémicas como Molinos de viento (1987), de Elio Martin, encarnando a Rita, la profesora de física, al lado de Jorge Félix Alí, Maritza Gutiérrez y Caridad Macías, entre muchos otros jóvenes actores que se convertirán en grandes figuras de la televisión, el cine y el teatro cubanos, y Calle Cuba 80 bajo la lluvia (1988), en la piel de Ana; ambas escritas por el dramaturgo Rafael González.
Igualmente, se inserta en otra historia de Orihuela, Ramona, bajo la égida de Sergio González, al lado de Maritza Abrahantes, Vivian acosta y otros correligionarios usuales. En 1995 recibe en Santa Clara el Premio Mejunje por su desempeño como Erendira en la adaptación de la novela corta La increíble y triste historia de la Cándida Erendira y su abuela desalmada, de Gabriel García Márquez, el relato sobre la joven criada por su abuela que sirve de empleada doméstica. La dirección de esta pieza fue asumida por Gilda Hernández, con la asesoría del sureño Generoso González.
Una vez que concluye sus desempeños en esta agrupación se muda a la capital y por ocho años pasa a formar parte de la Compañía Rita Montaner, que dirige Gerardo Fulleda León y radica en la Sala El sótano, Ciudad de La Habana. En esta agrupación es dirigida por Tony Díaz en Muerte en el bosque, recreando a una matrona, premio del Festival de Teatro de Camagüey en 1997, y en la reposición de la obra Jesús, del dramaturgo cubano Virgilio Piñera, acompañada de Carlos García y Miguel Benavides. A propósito, esta última obra participa en el Festival de Camagüey de 1996 y el Festival Internacional de Teatro de La Habana.
En este proyecto asume eficazmente a la Condesa en 1998, junto a Ulik Anello, Benavides y Felito Lahera, entre muchos otros. De la premiere a su renovación (1996 y 1998, respectivamente) la “Condesa de Medina —Gina Caro, coqueta y bien centrada— sufre un cambio de vestido y tipo, del estreno a la reposición. La que en 1998 se nos presentó como una “dama del velo”, se ve ahora convertida en ramera de lujo” (Ernst Rudin, 1998). Bajo la lumbre de Fulleda León caracteriza a La Dama del Velo en el clásico Requiem por Yarini, de Carlos Felipe.
En 1996 el propio Díaz le conduce en la obra Provinciana, de Fulleda León, que también es presentada en los mencionados eventos. Al año siguiente ejerce como diseñadora de vestuario, de iluminación y escena en la puesta de Soliloquio en rojo empecinado, de Robert Vega-Llort, basada en la obra de José Gabriel Núñez y estrenada igual en la Sala Teatro El Sótano. Asimismo, diseña el vestuario para la puesta de Falsa alarma en 2001, la pieza de Virgilio Piñera que dirige el propio Fulleda León, en la que igual participa como actriz; labora en El diario de Ana Frank (2002), donde asume a la madre de la protagonista, nuevamente rectorada por Tony, y en la primera entrega de Voy por cigarros (2009), del Premio Casa de las Américas de 1989, relato que ahonda en la vida matrimonial de dos ancianos y donde colabora junto a Mario Balmaceda.
En el 2000 recibe una Mención de Actuación Especial en el Festival de Camagüey, tiene un pequeño rol en el telefilme Un Romeo y dos Julietas, comedia de Carlos Alegre, sobre un matrimonio en crisis temporal, donde laboran Diana Rosa Suárez, Jorge y Paula Alí y Carmen Martínez, y asoma en el filme canadiense La luna en Montevideo, de Atila Bertalán, el relato sobre la colonia minera abandonada en un cráter enorme de un gran asteroide, un lugar impreciso de la Tierra y colmado de personajes empobrecidos y exasperados.
Tras algunas efímeras apariciones en varios textos audiovisuales, labora en la serie de aventuras Los pequeños fugitivos, bajo las órdenes de Willy Franco, personificando a la profesora Agatha, una mujer intransigente y poco sensible que se encarga de la educación de Tony, el niño perseguido a la largo de la isla tras ser testigo de un asesinato. En esta ocasión comparte escenas con Miriam Mier y el debutante Ernesto del Cañal.
Asoma en el telefilme El otro (2003), de Charlie Medina, que focaliza los encuentros y contrapunteos de tres personas revisitando el pasado, dos hermanos (que desconocen que lo son) y una joven. La historia es protagonizada por los actores Mijail Mulkay y Ernesto Tapia y la actriz Jacqueline Arenal. Igual, se inserta en varios cortometrajes académicos de la EICTV de San Antonio de los Baños en 2003: Amor Mir, del colombiano Julián Arango; Nada que ver, dirigido por la española Patricia Pimienta; Mujer al borde de un ataque de nervios, del colombiano Juan David Cárdenas; ¡Viva Las Vegas!, a las órdenes del español Alaitz Arenzana; e Illuntasuna, rectorado por la hispana Yohana Bastida.
Hacia el 2004 emerge en el corto Trago amargo, producido por la EICTV y aderezado por Sion Fullana Jaume, en el que asume a la dependienta vulgar que aconseja a Alex, el joven tímido y soñador que persigue a David hasta el bar. La actriz consigue una singular interpretación, diferente a otros desempeños anteriores, donde predominan las marcas de una mujer pedestre y banal. En ese año igual actúa en el telefilme Historia de una escalera, drama original de Antonio Buero Vallejo, dirigido por Raúl Villarreal, una suerte de Montescos y Capuletos en medio de un solar; relato protagonizado por Silvia Águila, Jorge Treto, Frank Artola, María Karla Fernández y Jorge Rivera, entre otros. Al año próximo, integrando el colectivo de Pequeño Teatro de La Habana, resurge en la puesta de la obra Lo que le pasó a la cantante de baladas, de José Milián, estrenada en la Sala Adolfo Llauradó, junto a Arístides Naranjo y Rolen Hernández. En esta ocasión asume a Olimpia, una estrella de la canción que radica en Miami y trata de reconfigurar los recuerdos de su existencia, domeñada por la tiranía de su esposo.
Según el crítico Eberto García Abreu en su artículo Mamíferos hablando con sus muertos:
Gina Caro se sabe dueña de la escena. Pasea por ella con tanta desfachatez que puede parecer un insulto. Creo que es lo mejor que le pueda pasar a esta cantante de baladas. No respetarla. No creer al pie de la letra lo que dice. Ella es camaleónica y alevosa y por eso hay que dejar al descubierto sus pastiches y estratagemas para evadir cualquier nuevo compromiso con su pasado y su presente impostergable.
El dramaturgo Osvaldo Cano igual encomia esta actuación en el artículo El drama de la baladista (Juventud Rebelde, 10 de mayo de 2005): “… sobresale Gina Caro, cuyo desempeño deviene confirmación de sus excelentes dotes como intérprete. La actriz va del desgarramiento al tono francamente farsesco que predomina en algunas escenas, al tiempo que es capaz de cantar, sostener el peso del conflicto y ser el centro de atención de la platea en un espectáculo en el que, desde el inicio, casi todo está dicho, pues lo que vendrá después son apenas matices, interioridades”.
A mediados de la década de 2000 brega con el grupo Pequeño Teatro de La Habana y participa en algunas obras concebidas por su director José Milián en el Centro Cultural Bertolt Brecht. Entre las más recordadas, figura La reina de Bachiche (2006), donde alcanza uno de sus contados protagónicos en la escena, caracterizando a Juana Reina de Bachiche. Ese mismo año se pone al servicio de Teatro D´Dos, con la dirección artística y general de Julio César Ramírez, quien le entrega un personaje de la puesta Federico (2006), inspirada en la vida del poeta y dramaturgo español Federico García Lorca.
Poco después colabora con Vital Teatro, el grupo liderado por el actor Alejandro Palomino, quien le dirige en La visita de la vieja indigna, basada en la obra La visita de la vieja dama del dramaturgo y novelista suizo Friedrich Dürrenmatt, encarnando a la multimillonaria Clara Zachanassian, quien acaba de arribar a su pueblo de infancia, Güllen, del que escapó como una madre soltera repulsada y sin peculios, y al que regresa enriquecida y con sed de venganza.
En 2008 regresa a la pequeña pantalla en las aventuras Flores con Patricia (2008), de José Víctor Herrera, junto a Amarilys Núñez, Vladimir Villar y Julio César Rodríguez, cuyo leitmotiv es la infidelidad, la traición. En esa fecha trabaja en el cortometraje Filiberto, coproducido entre Cuba y México en la EICTV de San Antonio de los Baños, dirigido por Juan Amanda García, acompañada de Mario Guerra, Luis Rielo y la versátil Yailín Coppola. La historia versa sobre el custodio de un cine abandonado, próximo a cumplir 50 años, con una existencia desabrida, que mientras bebe en una cantina reflexiona sobre la posibilidad de tomar otros ruteros y superar la monotonía. Al año venidero asoma como la esposa de Ramón en el cuento televisivo Grita, muchacha, de Paco Anca, junto a Yadier Fernández, Harom Vega, Edith Massola, Manolín Álvarez y Ana Viñas. El relato versa sobre un joven que contrae matrimonio con una chica y no logra hacerla feliz en la cama.
Junto al dramaturgo Eugenio García Espinosa asiste, en septiembre de 2010, a la muestra fotográfica 50 en los 50, coordinada por el realizador Carlos Collazo en el lobby del Cine 23 y 12. En la exposición igual participan actrices como Nilda Collado, María Eugenia García, Gladys Zurbano, Martha del Río, Mirta Ibarra, Miriam Learra, Amada Morado, Aurora Pita, Asenneh Rodríguez, entre muchas otras.
Brega en la irregular serie humorística A todo trapo (2010), de Miguel Brito, sucedida en el atelier de Papucho (Michaelis Cué) y donde asume a Martirio, la empleada de limpieza. En 2011 personifica a Adelaida Villalonga en el largometraje José Martí, el ojo del canario, de Fernando Pérez, un personaje que pese a su brevedad en pantalla logra emocionar a los públicos. Aunque estaba consciente que era efímero, se sumergió en la historia de esta aristócrata capitalina que desea privilegiar su paso por la calle. Nos cuenta en una simpática entrevista donde Radio Ciudad del Mar, que el can que tenía entre manos estaba demasiado moroso o adormilado y que para ponerlo a tono con la situación atinó a darle un ligero pellizco, logrando que ladrase y con su incomodidad subiese la temperatura y ritmo de la escena.
Asume a María Bertina, la mejor amiga de Paula (Eslinda Núñez) en la telenovela Santa María del Porvenir (2012), escrita por Gerardo Fernández García y dirigida por Rolando Chiong. Por esta vez comete un personaje oscuro, de matiz farsesco, una mujer que mantiene a su esposo encerrado en una jaula. Su desempeño es loable, aunque lamentablemente las debilidades del guion y no pocas chapucerías en la puesta televisiva ganan el rechazo de los televidentes y la crítica cubana.
En 2013 aparece en la cinta venezolana Libertador, de Alberto Arvelo, donde no es acreditada; una recreación de la obra y vida del líder Simón Bolívar, coproducida entre Venezuela, España y Cuba y protagonizada por Edgar Ramírez. Seguido encarna eficazmente a La Profe en el cortometraje Un hombre nuevo (2014), de Alejandro Arango, que versa sobre Dany Falcón, el boxeador que aspira a conquistar a Misleydis, su masajista. Este nuevo relato, protagonizado por Maykel Amelia Reyes y Reinier Morales, producido por la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, fue presentado con algún éxito en la XVIII Muestra de Cine Joven del ICAIC.
A la sazón, participa en la puesta teatral Contigo, pan y cebolla, clásico de Héctor Quintero dirigida para Teatro D´Dos por Julio César Ramírez, en el Complejo Cultural Raquel Revuelta. Sobre el desempeño actoral expresa Agnieska Hernández Díaz en la revista digital Viviart: “Las actrices Gina Caro y Daysi Sánchez, ambas con extensas y atentas experiencias teatrales, se posesionan en Contigo pan y cebolla proporcionando los extensos parlamentos, la justa dosis de comedia, melodrama, reflexión, ironía y estremecimiento dentro del rol familiar que asumen”. Para la actriz esta obra era una asignatura pendiente y le satisfizo poder participar con el personaje de la abuela Fefa en esta pieza de Quintero, a quien tuvo la oportunidad de conocer.
Desde el 2015 se convierte en profesora voluntaria en las aulas del adulto mayor y presidenta del Club Martiano Norstrand de la Fragua Martiana (Sociedad Martiana Nacional). En el mes de febrero ambién ejerce como anfitriona de la quinta temporada del Café Teatro Una gota de rojo, a cargo de Teatro del Puerto, bajo la dirección de Milva Benítez Reinoso.
El 10 de febrero de 2016 inaugura el 3er. Festival del Monólogo Latinoamericano, acontecido en el teatro Tomás Terry de Cienfuegos, con la obra La pasión desobediente, basada en el texto homónimo de Fulleda León, en homenaje de la poetisa y dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda, y dirigida por la Benítez Reinoso. Esta propuesta, que fuera estrenada en 2014 por el Teatro del Puerto, en la Sala Raquel Revuelta, se convierte en una de sus mejores interpretaciones de por vida. La crítico teatral Roxana Rodríguez afirma en la revista Bohemia a raíz de su primera presentación: “Coherente y muy orgánica resultó la caracterización que Gina Caro construyera, así como los diferentes matices logrados”. Para la actriz el personaje tiene singulares significancias: “Pienso que la Avellaneda nos ha dejado un legado sobre el papel de la mujer en la sociedad y la necesidad de tener una voz propia. Yo he tenido la posibilidad de representar este trabajo que no se parece a ninguno de los papeles anteriores y me siento muy satisfecha.” –expresa a Cubarte a raíz del reestreno en 2016. Precisamente, por esa etapa asume a Marlén, la directora de escuela del episodio Mal ejemplo (Cuando una mujer, 2016), dirigido para la televisión por Marilú Macías.
Personifica a la madre de Sandra en la serie televisiva De amores y esperanzas (2017-2019), de Raquel González, texto audiovisual que narra casos familiares a resolver en un bufete de abogados. Gina logra una caracterización atinada, la de una mujer intransigente y racista, aunque ama a su nieto moreno. En esa época colabora durante el homenaje a la prima bailarina Alicia Alonso, a través del video clip Era, audiovisual de Pedro Pulido que configura la obra instrumental de Daniel Martín Subiaut, co-presidente del Instituto Latino de la Música, con arreglo del pianista Frank Fernández.
En junio de 2018 emerge en el documental Nunca es tarde…, de Carlos Collazo, tributado al Centro Diurno para la Tercera Edad, con sede en el Convento de San Francisco de Asís, donde labora como profesora. El audiovisual narra las vivencias y aspiraciones de varios ancianos que constatan sus esperanzas de vivir.
Caracteriza a Olga en la telenovela Más allá del límite (2018), escrita por Yoel Monzón y dirigida por Miguel Brito Villegas y Rafael “Felo” Ruíz, cuyo tema principal es la migración y las cuitas de una familia fracturada; asimismo, la pérdida de valores en un entorno de crisis socio-económica.
Su laboreo, en la piel de una madre homofóbica, resulta adecuado; a lo que en mucho ayuda la potenciación somática (caracterización externa) de su rostro con perfil duro. Durante estos periplos se la disfruta en otros episodios de los programas de orientación para la familia Cuando una mujer y La dosis exacta. Justo, en 2019 es encomiada en el evento La Piel del Cine, promovido por el Centro Provincial de Cine de Cienfuegos y la Dirección Provincial de Cultura de la Perla del Sur durante el Bicentenario de la Fernandina de Jagua. Entonces se realiza un homenaje a los actores cienfuegueros del cine cubano. De igual modo, tiene una intervención en la serie Rompiendo el silencio, de Rolando Chiong, que versa sobre el tema de la violencia de género.
En 2021, durante el periodo de la pandemia, se suma a la Campaña Nacional Quédate en casa, a través de las redes sociales, alertando a los cubanos sobre el peligro del covid 19, y hacia enero de 2022 figura entre los convocantes que denuncian ante el pueblo español las acciones del parlamento europeo enemigo de la isla, que brinda su apoyo a presuntos líderes y maleantes que se manifiestan violentamente contra las autoridades cubanas.
Por la obra de toda la vida recibe el Premio Omar Valdés en abril de 2022, un reconocimiento a su trayectoria actoral y la Medalla 60 Aniversario de la UNEAC. En esa época concluye el libro sobre Gilda Hernández Rico, fruto de aquella convivencia y labor en Teatro Escambray, que antes llevaba el nombre Fidel y Gilda en el Escambray y fuera en 2023 publicado por Ediciones Alarcos con el título Gilda; mujer sin silencios. Valia Valdés expresa sobre los atributos de la investigación: “Gina Caro, en su rol de escritora, nos permite conocer del apoyo de Gilda al surgimiento del Conjunto Folklórico Nacional, su comprensión de la cultura comunitaria, y la forma en que dejó atrás la vida cómoda de la capital, junto a su hijo, el actor Sergio Corrieri y un núcleo de seguidores, para hacer teatro en las lomas villareñas y motivar la participación del público campesino en el acto escénico”.
En julio de 2023 figura en el elenco del espectáculo Los Cien de Luis Carbonell, homenaje al célebre acuarelista de la poesía antillana celebrado en el Centro Cultural Bertolt Brecht, compartiendo el escenario con Carlos Padrón, Mirtha Lidia Pedro y Alden Knight. Ese año caracteriza a Zenaida en la telenovela Asuntos pendientes, de Felo Ruíz y Tamara Castellanos, en la que asume a una madre comprensiva, que apoya a su hijo pese a no tener la razón en muchas cosas, especialmente en el modo de conducir sus relaciones con los dos hijos, su ex esposa y la nueva pareja embarazada.
“Me interesó mucho el superobjetivo de la serie, la idea central de la telenovela me gustó porque es una defensa de la mujer. Considero que el director Felo Ruíz es un pedagogo que va guiando a los actores y al equipo técnico con las mejores maneras, de forma asentada, intercambiando ideas; por lo que encaré ese trabajo con mucha tranquilidad. Le agradeceré eternamente a los directores el haberme confiado el personaje de Zenaida, una mujer que también fue víctima del machismo y que trata de preservar el matrimonio de su hijo, el cual ve deshacerse”, —declara a la Valdés en 2022.
En febrero de 2024 recibe la Roseta de Cienfuegos en el evento de investigación escénica El Apuntador, que convoca el Teatro Tomás Terry de esa ciudad, una deferencia a las actrices de la escena y el cine cubanos, y en junio de 2024 sorprende a los públicos en la ópera Eugenio Oneguin, del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski, estrenada en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís con la dirección artística de Helson Hernández, donde recrea a un personaje concebido para la puesta cubana, la Tatiana longeva que deviene tesorera de reflexiones sobre el paso del tiempo por su existencia.
Tiene una actuación especial en un cortometraje hacia junio de 2024, todavía en progreso, galardonado por el Fondo Noruego, con guion de Amilcar Salatti y su director Daniel Chile, cuyo casting y coordinación de actores es asumido por Yaremis Pérez. Los protagonistas de este relato son los histriones Marcelo Martín Dueñas, Massiel Dueñas y Andros Perugorría.
A Gina le agradan todos los medios para expresarse, cada uno con sus propios lenguajes y exigencias. Confiesa que le resultó compleja la adaptación debido al hábito del teatro, que obliga a los histriones a centrarse en la gestualidad y los acentos escénico-dramáticos: “Me tuve que adaptar, y tuve que observar cómo los actores, avezados ante la cámara, empleaban la gestualidad a partir del conocimiento técnico de los planos y el minimalismo gestual sin alarde de recursos, lo cual me ha llevado a estudiar técnicas de televisión también, no solo la expresividad gestual sino también la proyección sonora, la cual requiere ser modulada de acuerdo al medio que emprendes”. –declara en la entrevista a raíz del Premio Omar Valdés al sitio de la Televisión Cubana.
Por demás, para construir sus personajes utiliza mucho el método de la observación y la teoría Stanislavskiana.
La actriz lamenta no haber transitado por alguna academia de altos estudios, como la Universidad de las Artes (ISA), lo que la obligó a asistir a cursos, talleres y postgrados para lograr su crecimiento como actriz, al modo del Taller de Actuación y Locución Radial ofrecido en Radio Progreso por Héctor Iván Pérez y el curso de Técnico Medio en Dramaturgia con los profesores Freddy Artiles, Osvaldo Cano y Everto García. En realidad se gradúa en la Universidad del Adulto Mayor de la Fragua Martiana, como Técnico Medio en Dirección de Espectáculos Musicales, conducido por Jesús Ortega (Escuela para Profesionales), además de recibir un Postgrado de Cultura Popular con Aimé Borro. En la antedicha universidad permanece como profesora e imparte el curso Vida y obra del Apóstol e implementa un modelo de tesina para adultos mayores. En Cienfuegos, como lo hiciera en la capital, se convierte en pedagoga del Curso para Instructores de Arte, a través del cual gradúa sus 20 Joyas de Alumnos, entre los que emerge Miguel Cañellas, el director del Teatro Tomás Terry de Cienfuegos.
Esta actriz impetuosa, con la energía de las abejas, la paciencia y probidad de los lírios, también posee la Medalla Raúl Gómez García y la Distinción de Vanguardia por el sindicato de Trabajadores de la Cultura en múltiples ocasiones.
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Buen escrito. No sabía que había residido en Cienfuegos buena parte de su juventud e inicios en la actuación. Gracias!