El “ritual” cotidiano de Yesenia Ramos

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Hace más de 500 años, fueron nuestros antiguos aborígenes quienes se encargaron de popularizar los tabacos en la isla. Los enrollaban y encendían en ceremonias y ritos pintorescos.

¿Qué los atraía o seducía a manipular aquellas hojas? Tal vez fue el olor insuperable, la fuerza y cierta seducción de la mezcla en la coloración, rasgos que hoy cautivan también a las mujeres que, como Yesenia Ramos Álamo, son las protagonistas de los “rituales” del presente, al elaborar los puros que se consumen en la nación y en el resto de planeta.

“Tengo varias amigas que se han motivado a laborar acá con nosotros porque amamos lo que hacemos y lo manifestamos así cada vez que nos preguntan. Por acá pasó hasta un primo mío y hoy está mi cuñada. O sea, lo que se produce aquí dentro nos atrapa a todos de una forma especial”, afirma Ramos, quien comenzara a trabajar desde finales de los 90, en la Unidad Empresarial de Base Tabaco Torcido Cienfuegos.

“Estuve 11 años alejada del sector, debido al nacimiento de mis hijas, pero hoy vuelvo a estar aquí haciendo lo que de veras me gusta como tabaquera de exportación”, dice, mientras toma la comprensa donde se le “aprieta” el alma a los tabacos dándole su forma tan peculiar. Sobre ello, hace hincapié sin dejar de admitir que no es algo que una mujer apasionada tome por obstáculo. “Como ves, es una faena que conlleva además fuerza física durante la presión del producto. Hay que aplicar esta herramienta a la hora de enrolar la tripa (que viene siendo el corazón de los habanos), en un esfuerzo continuo, sumado al hecho de que todo acá es artesanal, manual y conlleva riesgos. Nos podemos lastimar en el proceso”, explica.

Siendo solo una adolescente, con 17 años cumplidos, comenzó esta mujer a regalar su arte a la confección de los tabacos. Hoy tiene más de cuarenta y está convencida de continuar por ese camino. Rememora mientras conversamos sus inicios en el año 1997 en la antigua fábrica que está ubicada cerca de la sede de la Aduana. Mas no fue la única que tuvo que esforzarse al máximo en los cursos de iniciación, ya que la propia directora de la empresa fue su camarada.

“Lo que pasa es que los cursos empiezan con una matrícula grande y, a medida que avanza, el rigor con la entrega de las normas aumenta. Muchos se quedan en el camino, no logran aprobar. Se aprende con el tabaco Mareva, que su norma es 135 diarios, y si no logras hacer 60 en 8 horas, es muy difícil cumplir con la meta total.

“El que nos ocupa hoy acá, por ejemplo, es de novena categoría y sale como Montecristo Open, cuya norma es 95 diarios; sin embargo, es menos complejo de manufacturar que aquel”.

No obstante, para esta mujer no existen tareas difíciles y mucho menos imposibles; adora esta “ceremonia” habitual que constituye parte de su vida y la del equipo que la rodea.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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