El legado del yucateco Wello Rivas
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Hablando de trova y boleros en México, es preciso mencionar a Manuel “Wello” Rivas Ávila. La ciudad yucateca de Mérida lo vio nacer en febrero de 1913. Cantaba además de componer, y su voz era suave y melodiosa. Como buen trovador muchas veces se acompañaba con su guitarra, combinación que le ganó la admiración de mucha gente.
Con su talento al componer creó numerosas canciones que llegan a considerarse clásicas dentro de la música romántica mexicana, como es el caso del bolero Cenizas, que viajó más allá de las fronteras de su país convertido en himno del desamor. Otra de sus cosechas fue Llegaste tarde, exitazo en versión de Los Tres Ases con Marco Antonio Muñiz, Juan Neri y Héctor González.
Los anales de la música recuerdan cuando en 1934 empezó a cantar como solista de la emisora XEB, y luego de la XEW. Más tarde formó la Orquesta Antillana de Wello Rivas, que marcó un hito en la música tropical. Se rememoran, además, sus duetos con Chalín Cámara y Arturo Cámara Tappan, lo mismo que los años en que cantaba con la orquesta del puertorriqueño Rafael Hernández, “El Jibarito”.
Algo lacrimógeno, tal vez sí, pero sin lugar a duda de buena pegada en el gusto popular. Romántico y extremadamente sensible, en cuanto a contenidos, se inspiraba no pocas veces en vivencias personales; era indiscutible que con su estilo se relacionara con el público. Artista y espectadores lograron una mezcla afectiva al extremo de ser calificado como uno de los compositores más queridos y respetados de su época.
Como digno músico oriundo de Yucatán, pródiga en esos artistas, Wello fue un exponente de aquella música. Con arraigo y sentido de pertenencia, llevó el nombre de la tierra que lo vio nacer hasta los rincones más lejanos del mundo.
Su terruño le correspondió dedicándole un lugar de honor en el Museo de la Canción Yucateca, que conserva documentos personales, vinculados a su carrera musical. Allá lo veneran como acreedor de un cancionero variado y de buen gusto. A su nómina pertenecen Volverás, que magistralmente interpretó el tenor mexicano Genaro Salinas, así como los temas “Ya no me beses” y “Callecita”.
Todavía conservo el disco standard play de 45 r.p.m. con el que me sorprendió hace más de medio siglo una entrañable amiga mexicana. Eran los días cuando José José defendía la balada Dos, de Wello, en el Festival de la Canción Latina; la misma composición que el “Príncipe de la Canción” interpretó en el Festival de Tokio.
Wello recibió mucha influencia de la trova yucateca con su romanticismo y melancolía, y como fuente de inspiración por excelencia. La estructura de las canciones de la trova, sus temáticas y recursos literarios influyeron en su carrera como creador.
La radio también le posibilitó ampliar sus horizontes. En ese medio universal conoció a otros que como él compartían sus experiencias.
Escribió la música y la letra de varias de sus piezas, algo que da cuenta de su vertiente poética. Otras veces contaba con letristas de la talla del vate Ricardo López Méndez y José Antonio Zorrilla, alias Monís, ambos sus coterráneos.
Desde Mérida a México, y de ahí a toda América Latina viajó la música de Wello Rivas, quien dejó de existir en la capital azteca el 12 de enero de 1990.
En pocos días se cumplirán treinta y cinco años de su muerte. Queda para la posteridad el recuerdo de su obra musical como uno de los grandes cultores del bolero mexicano.
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