Cuando Santiago de Cuba y yo nos conmovimos por la partida del Comandante

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El 26 de noviembre de 2016 me sorprendió en Santiago de Cuba. Llovía después de muchas fechas, y a no pocos el hecho se nos antojó como si la naturaleza llorara la noticia aún muy fresca de la pérdida de ese grande que fuera Fidel Castro Ruz, líder, estadista, y hombre comprometido con su pueblo hasta el último aliento.

Parecía otra la ciudad. El Santiago indómito, rebelde, siempre hospitalario y bullicioso, había amanecido en silencio, y todavía a esa hora perduraba la quietud. La comparecencia de Raúl dando a conocer el fallecimiento del Comandante en Jefe sorprendió a los santiagueros al final de la noche del 25, y en la madrugada ya pocos dormían. La Ciudad Heroína sufrió de insomnio general, multiplicado, y cuando el sol salió, la encontró vestida de pueblo en luto.

Pude recorrer la Avenida Patria, allí por donde transitaría el cortejo fúnebre para llegar hasta Santa Ifigenia, donde descansarían las cenizas del líder de la Revolución Cubana. Y mientras avanzaba, imaginaba un mar de pueblo agitando banderas, símbolo de esta nación que se regodea de su espíritu indomable, dando el último adiós a Fidel. Pero a esa hora de la tarde-noche del 26 aún cundía allí, como en todo Santiago, un silencio de respeto.

Llego a las inmediaciones del cementerio y pienso en ese gran hombre que sin miedos cambió todo lo que debía ser cambiado. Pienso en él y en toda una vida que, pese a sus 90 años, no le alcanzó para hacernos mejores, mejores de lo que él hubiese querido. Gran visionario, fue Fidel el primero en alertarnos sobre la obra inconclusa, de los peligros de perderlo todo si no alimentamos con fervor y amor cuanto hemos conseguido hasta hoy.

Grande el reto que nos dejó a los cubanos, quienes desde el respeto y el valor debemos hacer todo cuanto sea posible por continuar siempre adelante, con fe en el mejoramiento humano, en la vida futura. Esa será la mejor contribución de las generaciones continuadoras de la construcción de la nación cubana, el homenaje tangible que le podemos brindar a quien renunció a una vida cómoda por la Patria.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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