Semana de la Sostenibilidad, deudas y promesas
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Como expresión de sostenibilidad esta semana estará movidita. Del 12 al 18 de enero se realizará un evento de alto perfil en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Plantear -una vez más- los ingentes retos globales devendrá el principal enfoque, así como propiciar el desarrollo sostenible, el progreso socioeconómico y en particular, las energías renovables.
La Semana de la Sostenibilidad reunirá a varios líderes mundiales que tendrán la responsabilidad de cimentar alianzas estratégicas para el crecimiento de opciones menos disruptivas para con el medio ambiente. La quema desproporcionada de combustibles fósiles y la contaminación atmosférica fundamenta adoptar nuevas formas de producción y almacenamiento de energías renovables.
En ese sentido la solar y la eólica se establecen como elecciones ventajosas, sobre todo por tratarse de fuentes casi inagotables y no provocar contaminación primaria ni secundaria en su empleo. Sin prescindir de sus aplicaciones reales en la actualidad industrial, estas tecnologías pudieran supeditarse muy pronto a una realidad combinatoria, en busca de producir hidrógeno verde o renovable (H2V), la llamada economía de hidrógeno.
Combustible por excelencia, este no es en sí una fuente de energía, los expertos lo clasifican como un vector energético versátil y limpio. Clasifica actualmente como un avance importante en el afán de lograr una metamorfosis en los métodos y formas en que concebimos y manejamos la energía. No monopolizar el conocimiento, compartir investigaciones de manera equitativa entre empresas, asociaciones metodológicas y naciones podría acelerar un avance significativo para el futuro.
Desde hace unos años las grandes economías, y por extensión las trasnacionales, apuestan por reemplazar el uso de diésel, petróleo y otros carburantes por hidrógeno verde que no origina dióxido de carbono, de manera que pueda aprovecharse en diversos sectores como el transporte, la industria petroquímica y la agricultura. En busca de mitigar el cambio climático, la propuesta de un sistema integrado como modelo energético basado en esta solución resulta promisorio debido a las capacidades instaladas para su resguardo y la elevada demanda como renglón exportable.
Una transitividad mundial sería extraordinaria, pero los costes en Innovación, Desarrollo e Investigación (I +D +I) no son congruentes con la infraestructura tecnológica de muchos países del tercer mundo. Lograr una cooperación justa, coherente, posibilidades de intercambio, asesoramiento, en fin, políticas reguladoras para un mercado creciente y competitivo continúa como la asignatura pendiente. Muchos proyectos en ejecución pretenden llevar hasta lo más discreto de nuestro entorno hogareño las ventajas de la energía de hidrógeno. Las expectativas sobre el evento en cuestión pueden ser engañosas, más allá de las declaraciones finales, pero desde mi opinión, solo el tiempo dirá si las promesas de los firmantes de hoy fueron sustentables en la práctica para un mañana mejor.
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