Recuerdo, risa, llanto en aniversario del Centro Dramático
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Como todo los 9 de enero, el Centro Dramático de Cienfuegos festeja otro año de su existencia. Lo hace con creación y evocando los hermosos momentos de su constitución. La sede del colectivo, la sala Aida Conde, es escogida para la ceremonia y engalanada con una propuesta escénica que abarca todos los rincones del sitial y sobrepasa el área de representación. Muchos son los factores que distinguen este cumpleaños y su agasajo.
La introducción la hace un material audiovisual que el creador Jorge Luis Mari tuvo la oportunidad de construir con la historia y fragmentos de la obra del maestro Pedro Posada y donde el propio protagonista nos relata los hechos. Son 12 segundos de recordatorio y donde la familia y los artistas que asistieron a la sala para darle su último adiós no pueden retener las lágrimas que se les escapan. Al dolor del adiós, de la pérdida y la muerte le acompaña la tristeza la cual se interrumpe por momento para reír con las ocurrencias que el mismo Pedro deja ver en la pantalla.
Con las palabras de Liliana Molina, fundadora del Centro Dramático de Las Villas, hoy, de Cienfuegos, la joven actriz Yuleimys Jova, conductora de la representación va guiando a los espectadores por los sucesos de esta. Muy pocos detalles se precisan para ejemplificar los valores y las habilidades que acompañaron a quienes gestaron la agrupación. Se habla del concepto de colectivo, del sacrificio y el compromiso con el arte, y con el teatro. Se caracteriza el momento y el espíritu de los protagonistas.
El público heterogéneo que colmó la sala expresó muchas veces sus emociones estallando en aplausos. Nos acompañaron trabajadores del medio, estudiantes, asistentes asiduos al espacio y familiares, por ello la platea resultaba insuficiente y muchos estaban de pie. Varias veces la emotividad recorrió la sala y conmovía para estallar en aplausos o lágrimas. Las cámaras de fotografías o videos podían captar la amplia expresión de la sonrisa o el sonido de las carcajadas con unos ojos llenos de llanto.
Tres de los fundadores de la agrupación ocupaban sitio en la sala: Julio Medina Gabriel López y Sergio González, para ellos la ovación de un aplauso cerrado que detuvo el tiempo y solo se rompió con otro aplauso, más fuerte y sostenido, para reconocer a otros dos fundadores Juan Antonio Marín y Yolanda Perdiguer, fallecidos, pero representados aquí por su hijo. En la cadena ascendente de aplausos el último fue para quien ha sido por mucho tiempo la piedra angular de la arquitectura del colectivo, el director teatral Generoso González.
La literatura se hizo presente con obras dedicadas al recién fallecido Posada, como simplemente le decían sus conocidos. De la pluma de Alberto Vega Falcón no llegó el soneto a Pedro y de la mano de Roberto Novo una hermosa décima hace los halagos, nunca suficiente, al preciado artista. Dos obras que salen a la luz en este instante desde que se crearan hacen algunos días después de su fallecimiento. La música hizo presencia con interpretaciones del dúo Con Cuerdas, la voz y la guitarra de Novo y la tesitura melodiosa de la solista Ingris Rodríguez. No podía la armonía y los ritmos sonoros ausentarse de la última cita con Pedro Posada y con todos los fundadores de esta unidad artística.
La ausencia, por problemas de salud, de Liliana Molina, la única fundadora viva radicada en la ciudad, nos obligó a hacer referencia muy particular a la participación de la mujer en todos los procesos artísticos y teatrales, y reconocer sus aportes, reconociendo la dedicación y la entrega de figuras como Aida Conde. Bajo la foto de Aida se colocó una ofrenda floral, la cual lleva muchas tarjetas que contenían el nombre de todos los fallecidos que impulsaron la fundación. Hermosísimo momento, ver a todo el público enfrascado en la noble acción de leer los nombre de todas las tarjetas, para que no se olvidara nadie.
Luego de las flores a Aida volvió a retumbar una vez más el nombre de Pedro Posada y el dolor de su partida como una aguja fina, toco el corazón de los presentes. Entre silencios, serias caras y lágrimas, sus cenizas recorrieron el lugar, para que su espíritu se apoderara de todos los espacios, para que su energía que impregnara en el sitio y este siguiera siendo un nido de creadores y de creaciones. Una larga fila desde el fondo hasta la puerta de salida, todos: espectadores, organizadores, artistas, conocidos, extraños, familiares, ayudaron a llevar las cenizas, pasándolas de mano en mano para colocarlas en el sitio escogido. El negrito del teatro bufo, las acompañó y las esparció en la casa fundacional del teatro en Cienfuegos.
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