Pueblo de Cienfuegos celebra el oro de Erislandy en París
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La batalla del boxeador cienfueguero Erislandy Álvarez Borges por la obtención del oro olímpico fue disfrutada a plenitud por familiares y amigos del deportista, quienes, junto a las autoridades del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el Gobierno en la provincia, apreciaron la justa desde el Centro Politécnico José Gregorio Martínez.
Álvarez no lo tuvo fácil, pues su contrincante fue un viejo conocido, el francés de origen marroquí Sofiane Oumiha, subcampeón en Río de Janeiro 2016 y que tiene en su vitrina otros tres títulos mundiales. Por si fuera poco, Oumiha ya había vencido al perlasureño en la final del último torneo mundial de boxeo en la Humo Arena de Tashkent, en Uzbekistán, con cinco salidas invicto en la categoría de peso ligero (63,5 kilogramos).
El joven brilló en su pelea contra el galo bajo los cinco aros de París, y tal vez sintió en su pecho al vencer, el apoyo y la algazara de la gente de su tierra a miles de kilómetros de distancia, mientras gritaba el nombre de Cuba. Los puños dorados abrieron la brecha que no pudieron tomar sus otros cuatro colegas, con la excepción de Arlen López, que alcanzó la medalla de bronce.
Los medios de prensa especializados han destacado de Erislandy su constancia sobre el ring, con abundantes despliegues de técnica y velocidad. De esa manera, “El Vikingo”, como es conocido entre sus allegados, llegará a Cienfuegos el próximo martes colmado de júbilo, y así lo hizo saber su madre Esther Borges, al concluir la pelea, quien declaró sentirse muy feliz ya que, “Ese fue el principal objetivo desde el comienzo de su carrera: ser un grande”, dijo.
El debutante Álvarez, con solo 24 años fue mucho mejor que el adversario local, demostrando confianza y seguridad en un deporte clave para la selección cubana asistente a los Juegos Olímpicos 2024. Hizo caso omiso a la presión del público francés que coreaba el nombre de Oumiha; desplegó su picardía y destreza para imponerse en las tarjetas de los cinco jueces en el importantísimo primer asalto.
Su padre Erik Álvarez, también afirmó a la prensa estar “sumamente orgulloso”, y agregó que en cada pelea le fue dando indicaciones certeras, sin depreciar las sugerencias de sus entrenadores. Así pues, la celebración del éxito sobre el ring se convirtió en una inolvidable voltereta y con ella saltó también todo un pueblo, que es asiduo a disfrutar de estas lides con un elevado sentido de pertenencia.
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