Oficios al borde de la extinción

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Ramona de la C. Estévez sintió al encenderlo un traqueteo inusual y enseguida llamó a su marido alarmada. No había dudas, el aire acondicionado de su cuarto ya necesitaba el mantenimiento que requieren estos equipos al menos una vez al año. También tragó en seco porque, además del arduo trabajo para buscar en Espartaco –su pueblo natal–, a un técnico medio en refrigeración o alguien conocedor del tema, tendría que pagar más de 3 mil 500 pesos por el servicio.

Semejante al caso de Estévez hay muchísimos cienfuegueros con cefalea, ahora mismo, mientras buscan a alguien que arregle, no ya un aire acondicionado, sino una simple cafetera o un carpintero que les haga una repisa. Los oficios que antaño eran comunes en ciudades y pueblitos rurales hoy parecen extintos, teniendo casi siempre los “dolientes” que apelar a la innovación e ingenio en un ámbito que no es el suyo.

¿Qué fue de los carpinteros, zapateros, plomeros, las costureras o los mañaneros limpiabotas, entre otros oficios nacidos del corazón de las necesidades sociales? Es un hecho tangible la carencia aquí de espacios especializados que cultiven estos saberes comunes; soluciones a los trances domésticos de toda la vida.

Dicha ausencia, tal vez, viene dada por la vorágine de los tiempos que corren, donde las personas, jóvenes en su mayoría, desean mejores y mayores oportunidades laborales, detrás de un buró, conexión a internet, aire fresco y más remuneración.

Hace 92 años la ciudad de Cienfuegos tuvo el conocido Colegio de Artes y Oficios San Lorenzo y Santo Tomás, entre las calles San Carlos y Santa Isabel, institución que tenía como premisa preparar a obreros que asumieran distintas tareas y los desafíos laborales de la época: el bordado, los tejidos, la pintura, el yeso, la carpintería y la albañilería, entre otros menesteres.

Hoy, con el auge de los trabajos cuentapropistas de todo tipo, se pueden contar con los dedos de una mano las plazas estatales que se cubren con especialistas de marras; y ni hablar de los suministros para ejecutar las labores citadas anteriormente. Decenas de talleres han cerrado con el tiempo y se han convertido en espacios privados de fotografía, vendutas de discos, llenadores del “Paquete”, en fin, quedando en el olvido planteles memorables como aquel taller de fogones que existía cerca del Parque Villuendas, denominado El Soplete.

En el presente, la cantidad de egresados del Instituto Politécnico José Gregorio Martínez Medina y del “5 de Septiembre”, encargados de la preparación técnica y profesional de los jóvenes, no se corresponde con la necesidad de profesionales del ramo que requiere, ahora mismo, la provincia, sin dejar de mencionar que muchos de ellos no terminan las especialidades.

Semejante ocurre en otros centros del territorio, menciónese el Politécnico Orestes Jiménez del municipio de Santa Isabel de Las Lajas y Félix Edén Aguada, en Abreus. La limitada cantidad de establecimientos del Estado en los municipios para trabajar, obliga tanto a los estudiantes egresados de esas zonas como a los clientes con equipos rotos, a trasladarse a la cabecera provincial para intentar resolver sus dilemas.

No solo en Cienfuegos, en toda Cuba está ocurriendo con mucha fuerza dicha dicotomía. Es recurrente hoy comenzar la preparación técnica de los estudiantes y no acabar los cursos, en buena medida por la creciente migración hacia otros países o la aparición de trabajos con mejores entradas salariales. Pero aun cuando el ámbito laboral está cambiando a golpe de porrazo, les toca a los gobiernos provinciales y municipales, rescatar lo que hace años se perdió o sencillamente no se le otorgó la debida continuidad. Urge incentivar y potenciar las profesiones y oficios que han sido siempre los más cercanos al pueblo, los cuales están siendo víctimas de un alzhéimer nefasto.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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