Nobody Wants to Die
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Nobody Wants to Die comienza en un autocine. Es de noche, llueve, y acaban de interrumpir la película que exhibían. En pantalla aparecen dibujos animados y una voz femenina va transmitiendo el siguiente mensaje: “¿Su vida es un sufrimiento? ¿Le asola la enfermedad? ¿Le martiriza su inminente mortalidad?… ¡Se acabó! ¡Ahora existe la icorita! ¡Un milagro tecnológico que nos permite transferir la consciencia de un cuerpo a otro!… ¡Así es! El sueño más ambicioso de la humanidad se ha cumplido: ¡El sueño de la inmortalidad!”.
El anuncio recuerda la gran oportunidad que algo así supone y las infinitas posibilidades que brinda. También insta a priorizar el bienestar financiero, pues cada ciudadano mayor de edad tiene la obligación de pagar por el cuerpo que habita. En caso de no hacerlo, lo perdería en beneficio del mejor postor y el líquido cerebral transferible que alberga su esencia —en eso consiste la icorita — iría a parar a un banco especializado en estas funciones.
Lentamente, la escena pasa hasta el interior del auto del protagonista. Ahí se encuentra el detective James Karra junto su esposa Rachel. La reanudación de la película no impide que las indirectas de ella hacia él continúen. Antes de intimar demasiado, James empieza a sentir problemas de sincronización, efecto secundario del nuevo cuerpo que adquirió hace poco a consecuencia de un serio accidente laboral del cual no alberga recuerdos. Medicarse (pastillas más whisky) lo ayuda a volver a la normalidad; pero también le revela que Rachel en realidad nunca estuvo ahí, que todo fueron alucinaciones suyas. Acto seguido ocurre la llamada del jefe de la policía, quien le asigna un caso extraoficial, el cual contará con la asistencia remota de la joven agente Sara Kai.
Previo a dejar el escenario inicial, el juego termina de ubicarnos en su mundo: corre el año 2329 en una Nueva York retrofuturista (muy década del cincuenta del siglo XX estadounidense); los vehículos vuelan y los autocines se encuentran ubicados a saber a cuántos metros del suelo.
James arriba a la lujosa morada de Edward Green, el hombre encargado de legislar la inmortalidad. Ahí ve cómo el fuego arrasó parte del lugar. Colgando de un árbol encuentra al cadáver chamuscado de Green, con su icorita derretida. O sea, ha muerto de verdad.Y no hay que ser demasiado listo para darse cuenta de que lo asesinaron.
Llegados a este punto queda claro que Nobody Wants to Die contará la historia del detective alcohólico y de trágico pasado envuelto en un caso mucho más grande de lo que un principio podría haber imaginado, el cual lo termina llevando hasta el límite de sus posibilidades.
La creación del estudio polaco Critical Hit Games, estrenada el pasado julio, bebe bastante de Carbono alterado, novela del escritor inglés Richard Morgan, publicada en 2002. La idea de cómo las personas pueden cambiar de cuerpo cuando mueren —o quieren— viene de ese libro, que Netflix convirtió en serie en 2018. El cine noir clásico y la mítica Blade Runner (Ridley Scott, 1982) son otras de las influencias presentes.
El juego aborda temas como el transhumanismo y las diferencias entre clases sociales. “La vida eterna suena bien hasta que te das cuenta de que te dejas la piel por el salario mínimo hasta el fin de los tiempos”, le llega a expresar James a Sara. La relación entre ambos constituye uno de los pilares de la obra. En ello juegan un papel fundamental las sólidas actuaciones de voz de Philip Sacramento (James Karra) y Keaton Talmadge (Sara Kai).
Durante las aproximadamente cinco horas de aventura, se podrán elegir parte de los diálogos del protagonista. La mayoría de las opciones personalizan la experiencia de cada jugador sin alterar en exceso la trama. Solo un par de decisiones en la recta final determinan el desenlace.
El título pertenece a la vertiente del videojuego más enfocada en la narrativa. Tales producciones no ofrecen una jugabilidad profunda (en el caso de Nobody Wants to Die, la labor detectivesca a desarrollar resulta muy guiada), para centrarse en lo que cuentan. Si les sale bien, perfecto; si no, quedan en una situación muy comprometida.
Por fortuna para Critical Hit Games ocurrió lo primero. Sin inventar nada (la historia, los personajes y el mundo están construidos a partir de convenciones establecidas desde hace mucho tiempo), el guion cumple de sobra. Esto, sumado a una impecable factura técnica —que no podía dejar de mencionar—, hacen de Nobody Wants to Die una propuesta a tener en cuenta entre quienes disfruten del noir y la ciencia ficción.
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