Los olvidos innecesarios
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Olvidar tareas es una situación que causa angustia. Peor recordarlas en momentos cuya solución no es posible; sobre todo a la hora de dormir, cuando afloran como un maldito “espantasueños”. ¿Existe alguna solución?
En eso de olvidar, me sumo a la lista. No pocas veces deja en mí el mal sabor de la zozobra, y la idea de haber sido derrotado por mí mismo. Cada vez que eso me sucede, le doy rienda suelta a elucubraciones: que si los años, la irresponsabilidad o la desidia se me enquistaron en la existencia. Hasta la culpa, como decimos algunos, “al alemancito ese”, en alusión a la sospecha del Alzheimer.
Con pesimismo las más de las veces, uno empieza por donde debiera terminar. Casi todo se debe a una falta de organización personal o a no ser del todo previsor y no establecer un orden de prioridad a cada cosa.
Como buen humano, me he golpeado con esa piedra en más de una ocasión; fue así hasta un día que aprendí la manera de ponerle coto al problema.
Sin temor a equivocarme, sé que usted, amigo lector, ha padecido alguna vez de esos olvidos, y para evitarle el camino más largo de experimentar, aquí va una sugerencia que le ayudará a la solución.
Parto de un primer consejo: “No confíe a pie juntillas en su memoria, ¡anótelo!” ¿Imagina dejarle a su memoria que mañana debo llevar a arreglar los zapatos, comprar un estropajo para la cocina, botar las hojas del patio o cambiar un tomacorriente? Esas, unas pocas, pues a veces son tantas que resulta imposibles retenerlas.
Parodiando a Sindo Garay con su bolero “La Tarde”, para que “las tareas no se agolpen unas a otras, y al final no resuelva nada”.
Todo se basa en un procedimiento sencillo. Tomemos papel y lápiz en un momento de la noche. Repasemos en las cosas que tenemos pendientes, y anotemos cada una, preferiblemente en orden de prioridad. Acto seguido dejemos la nota, siempre, en un mismo lugar.
Al otro día al despertar, leamos la nota y emprendamos las soluciones posibles. Si por algún imponderable queda alguna sin resolver, ya sabemos que habrá que anotarla en el papelito del día siguiente.
Es bien sencillo. Ese breve tiempo dedicado a las anotaciones evitará insatisfacciones, disgustos y el molesto “ah, caramba, lo que más tenía que hacer…”
Es bueno intentarlo, con probar nada se pierde y es mucho lo que se puede ganar en paz mental y saber que logramos lo propuesto. Equivale a anotarnos pequeñas victorias cotidianas.
Nada de confiarlo todo a la memoria. Dejemos a ella otras cosas más complicadas. Esto, amigo, amiga, es parte de una proactividad que surte mayor calidad de vida. Hagan la prueba, y ya verán.
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Muy prácticos consejos.
Excelente, muy útil los consejos que nos ayudarán a organizar nuestras vidas.