La otra cara de la princesa

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 41 segundos

“Este episodio incluye escenas de un trastorno alimentario que podría herir su sensibilidad”. Con esa advertencia inicia el capítulo tres de la cuarta temporada de la teleserie británica The Crown (2016-2023), y no en balde fue de especial trascendencia en un producto que escudriña la vida de las figuras más mediáticas que han pasado por la monarquía de ese país.

La actriz que interpreta a Diana de Gales (Emma Corrin), fue quien expresamente habló con los productores, sobre la necesidad de mostrar a los televidentes la “dolencia” que sufrió la princesa durante los primeros pasos en el matrimonio precipitado con Carlos, el hijo mayor de la reina Isabel II. Sin embargo, mostrarlo a la teleaudiencia tampoco supuso un escándalo, ya que la propia Diana, mucho tiempo después, lo confesaría todo en su biografía autorizada Diana: Her True Story (1992) escrita por Andrew Morton: “Tuve bulimia durante varios años. Y eso es como una enfermedad secreta. Te lo infliges a ti misma porque tu autoestima está en un punto bajo y no crees que eres digno o valioso. Llenas el estómago cuatro o cinco veces al día, algunos lo hacen más, y te da una sensación de comodidad”.

Es imposible no sentirse atraído por estos temas, ya que la comida ha preocupado, de manera general, a los seres humanos durante toda la existencia, además de constituir uno de sus grandes placeres. Pero, ¿qué placer hay en comer y auto infligirse luego un vómito? Ninguno, por supuesto. La bulimia y la anorexia nerviosa, como se les conoce a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), se caracterizan por estar relacionados con la ingesta de alimentos, y una profunda obsesión por controlar el peso. La causa de este tipo de desórdenes, según los expertos, es multifactorial, pero dejan claro que pueden influir las cuestiones genéticas o biológicas, sin descartar aspectos socioculturales y familiares.

Por ejemplo, citando a un profesional del ramo, el Dr. Humberto Ortiz Ruiz, del Hospital Universitario del Valle, en Colombia, “Se estima que los trastornos de alimentación afectan entre el 20 y 80 por ciento de los infantes en todo el mundo, siendo mayor en aquellos con problemas familiares, y están asociados con alteraciones en el desarrollo”. Así pues, la comida y el peso se vuelven el núcleo temático de la existencia, como podrían serlo el trabajo, la escuela o las relaciones, entre otros.

Como se ilustra durante la interpretación que hace Corrin, la bulimia nerviosa que padece Diana, comúnmente denominada bulimia, muestra un trastorno alimentario considerado grave e incluso potencialmente fatal. Durante el capítulo vemos a la futura princesa sufrir el impulso de un atracón en un restaurante, comiendo una excesiva cantidad de dulce, que la lleva a perder el control de sí misma. Luego, es inevitable verla frente al inodoro auto infligiéndose un vómito que supone un deterioro físico notable para ella.

Estos incidentes, sin duda “raros” a nivel mundial –más bien por ocurrir en el secreto del hogar ante la vergüenza de quien lo sufre–, pueden presentarse en todas las edades, según la organización sin fines de lucro ANAD, sin importar sexo o condición socioeconómica. Lo cierto es que, apuntan, son mucho más frecuentes en las mujeres, y ocurren a edades cada vez más tempranas.

COMPLEJOS DE INFERIORIDAD Y DESCONFIANZA

Alrededor de la segunda mitad del pasado siglo, la cultura occidental lideró y rediseñó de manera macabra los nuevos estándares físicos, con ahínco enfocados en las mujeres. Así, con la anuencia de los medios de comunicación, la presión de la sociedad para instaurar la delgadez como imagen pública perfecta alcanzó rasgos nunca antes vistos. Sin dudas, para la jovencita Diana Spencer no fue fácil aquel cambio drástico de vida; muchos subrayan que fue otra víctima de la presión de una imagen, reforzada asimismo por el estrés que suponía empezar a formar parte y estar a la altura de la “intachable” cuna imperial. De tal modo es como la delgadez se metamorfosea en desdichado triunfo.

Tampoco debemos observar este hecho con ojos saltones, pues resulta más común de lo que parece. No podemos perder de vista que la inmensa mayoría de los productos y medios audiovisuales del presente, y los valores estéticos que imponen, están basados en esa delgadez y belleza extrema, que engañosamente siempre parece apuntar al éxito en la vida. Empero, el exceso de dieta y moda solo sirven para evadirnos de la realidad, del encuentro real y del “yo” auténtico, lo original de cada quien, sin que ello suponga ser enemigo del ejercicio físico y la vida saludable.

Hoy se aprecia muchísimo en distintas plataformas –pero de manera muy solapada– los trastornos de inferioridad adornados con aires de grandeza vinculados al físico personal. Estamos ante un (re)florecimiento infausto de la personalidad prefabricada, que desemboca en el autoengaño y la desconfianza.

Visitas: 93

Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *