La música en la obra periodística de José Martí

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Cada 10 de octubre nos hace reflexionar y tornar la mirada a grandes hombres que, con su hacer, conformaron nuestra historia y se convirtieron en pilares de nuestra identidad. En esta ocasión quisiera dedicar unas líneas a José Martí, poseedor de una obra tan abarcadora, que a veces creemos que no es posible conocerla o entenderla en su totalidad. Si hablamos sobre poesía, literatura infantil, pensamiento político, integración latinoamericana, o periodismo, debemos estudiar su legado; que hoy, para fortuna nuestra, se encuentra recopilado en varios tomos y compendios. Son textos que nos traen un mensaje desde el Siglo XlX a nuestra contemporaneidad, tan actuales que lo convierten en ese apóstol y maestro, al que vamos en busca de aclarar nuestras ideas, cuando se trata de replantearnos y reubicar nuestra brújula moral.

Uno de los aspectos que más llama mi atención en la obra de nuestro José Martí, es su exquisita sensibilidad, su manera de adentrarse en los misterios de la vida y del arte y dejarse sorprender, arropar, hasta penetrar más allá del velo de lo visible para descubrir un mundo de sensaciones llenas de toda emoción, que solo un poeta puede plasmar, o tal vez un ser humano con la capacidad única de traducir con palabras aquello que se siente, primeramente desde el oído y la vista, hasta alcanzar la totalidad de la materia y desde el espíritu, llegar a su pluma.

Sus crónicas, cartas y hasta poemas sobre la praxis de varios artistas siguen siendo un paradigma para esta aprendiz, que descubre, desde la mirada de Martí, a un virtuoso violinista como lo fue el cubano José White, o sus palabras a la soprano cienfueguera Ana Aguado, también a esa bailarina española que inspiró sus inigualables versos, sus textos sobre el teatro, o cuando se introduce en el mundo de los pintores impresionistas. Y es que él no se quedaba en la mera descripción del performance, José Martí se dejaba llevar por la intensidad emotiva de la obra de arte. Un receptor como el que todo artista sueña tener.

En carta a Ana Aguado, escrita en Nueva York el 7 de junio de 1890, escribió Martí: “(…) Los tiempos turbios de nuestra tierra necesitan de estos consuelos. Para disponerse a morir es necesario oír antes la voz de una mujer. (…)” Aunque, entre todos sus textos quisiera proponerle al lectorlos ensayos que escribió sobre José Silvestre White Laffite (Matanzas, 1835- París, 1918) que fueron publicados en La Revista Universal, de México el 25 de mayo, 1 de junio y 12 de junio de 1875, con motivo de varias presentaciones de este afamado músico cubano en el país azteca, lugar que acogió con beneplácito al virtuoso intérprete cubano y donde se consolidó Martí como periodista. En la sección de Boletines, de la mencionada revista, el apóstol, con el seudónimo de Orestes, también le menciona en dos artículos adicionales correspondiendo a las fechas del 21 de mayo y 4 de junio del mismo año.

Sobre White, Martí escribió: “La música es la más bella forma de lo bello: arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar: el alma que se plega a un arco: el oído que se subyuga, se extasía, se encadena: este pobre ser; germen dormido, de súbito sacudido y despertado: esta revelación de lo más puro entre las lobregueces de la vida: esta garantía de lo eterno prometida al espíritu ansioso en el nombre augusto de lo bello”. Así llegó a tocar el alma del intelectual, que consideró que: “La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de lo límite surgida de lo limitado y de lo estrecho”. Nada le fue ajeno a un Martí dotado de una sensibilidad que aún hoy nos sorprende. Estudiar a White, sin leer lo que de él escribió, es impensable. Desde su percepción nos da una imagen muy certera de la calidad interpretativa del reconocido y virtuoso violinista cubano del Siglo XlX, cuando dice: “este gigante artista, para quien no tiene el arte dificultad invencible, ni germen de maravillas escondidas que él no sorprenda y desarrolle”. Su manera descriptiva de la música es certera, vívida, llena de emociones, poesía en prosa sobre la interpretación del violinista cubano. Sin dudas, la perspectiva que podamos tener hoy día sobre José White necesita complementarse desde la mirada que nos brinda José Martí.

En general, la obra del apóstol nos conduce a las esencias, a todo lo que se puede percibir más allá del sentido de la vista. Fue un hombre que vivió cada minuto apreciando de manera consciente lo que acontecía a su alrededor. Hoy tenemos la inmensa suerte de regresar a su legado y reconocerlo como uno de los pilares de la identidad cultural cubana, quien supo apreciar y llevar el arte más genuino a su pluma, y así perpetuarlo.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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