Hay obras escritas con magia
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Ganadora del premio Hugo en el apartado de Presentación dramática (guion), Dungeons and dragons: honor among thieves (2024), deja una excelente sensación en el espectador por varios motivos: personajes caricaturescos muy graciosos, desbordada imaginación fantástica, una trama de acción y aventuras que no decae, y bien cuidados efectos especiales y mecánicos.
Cuarta entrega de la franquicia cinematográfica iniciada en el año 2000 (basada en el juego de rol homónimo), esta secuela nos conduce a la historia de Edgin (Chris Pine) y Holga (Michelle Rodríguez), una pareja de ladrones que atraviesan diversos territorios y sobreviven experiencias dramáticas a fin de recuperar a la niña Kira que ambos criaron juntos.
El guion tiene la virtud de que una vez que se intensifica el dramatismo de lo contado, aparece un gesto, una rápida escena, que nos devuelve a la comicidad. Porque esta rara pareja de ladrones (él arpista, ella guerrera) es ante todo un dúo de pícaros sobrevivientes dentro de un mundo medieval plagado de delincuentes, señores ambiciosos e inescrupulosos, criaturas fantásticas y feroces, y muy escaso honor caballeresco.
Asimilando lo mejor de la picaresca universal, los guionistas y directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein, presentan a estos “hermanos” accidentales mediante un contraste de caracteres, quienes no obstante sus respectivos conflictos personales, deciden emprender juntos el camino delictivo. O como le contara el propio Edgin a los jueces de la mazmorra: “Ninguno de los dos teníamos dinero ni una forma honrada de ganarlo. Así que decidimos aparcar la honradez y probar algo nuevo.”
El ambicioso Forge (Hugh Grant) y el deprimido hechicero Simon, completan el cuarteto inicial de la pandilla, a la que se une posteriormente la druida metamorfa Doric.
Practicantes de una ética a lo Robin Hood, todo cambiará para estos cuatro chicos alegres, cuando conozcan a la maga roja Sofina.
Ya desde los primeros minutos de la película, la ironía, las acciones y las imágenes anticlimáticas se suceden a ritmo ligero. Sea como presentación de los caracteres, o como fugas y peleas donde los parlamentos contrastan con la peligrosidad del momento, haciendo aparecer ese divertido tono de absurdo que caracteriza a las buenas comedias criminales.
Las torpezas conductuales o de oficio expresadas por los personajes en múltiples escenas, sumadas a historias de amor que involucran a amantes hiperbólicamente desiguales, incrementan el tono festinado que logra entrelazarse con la atmósfera de guerra y heroísmo propia del género épico.
Dice graciosamente el hechicero Simón: “No todos los problemas se pueden resolver con magia. Hay límites. Esto no es un cuento de hadas. Esto es el mundo real.” Y a continuación propone un plan mágico para resolver el conflicto.
Es muchísima la magia que aparece en la historia. No se escatimó en efectos especiales para montar este cuento de aventuras a través de una escalera detectivesca sobre la cual se suceden personajes secundarios e interacciones cada vez más peculiares. A veces a través de situaciones-marco que no son para nada estáticas, dramatúrgicamente hablando.
Cabe agregar que en medio de todo el conflicto bien movido hay espacio para la profundidad psicológica, pues la empatía filial y la pasión amorosa se establecen en detalles interesantes.
Si bien los artistas digitales soltaron sus hechizos, la fotografía no se quedó a la saga.
Planos abiertos y generales de grandes extensiones nevadas o praderas, junto a pasillos abovedados, bosques de elfos, castillos y mercados medievales, recrean con exquisito gusto el ambiente de fantasía heroica que las pinceladas digitales consiguen matizar.
Un ajiaco de géneros (drama, comedia, acción, policíaco, aventuras, fantasía heroica, terror sobrenatural) es este largometraje que los equilibra a todos.
Un merecido premio de la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía (SFWA); y una historia que pueden disfrutar tanto adolescentes como adultos.
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