El espejo de los barrios que pedían auxilio

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Hace unos días contamos en este periódico la historia de Magnolia, la vecina del asentamiento El Fanguito, quien narró lo malo y lo divino de ese lugar, agradecida por las transformaciones que ahora vive su barrio, donde hoy cambian los colores de una vida que comienza a mejorar. Testimonios como el de ella florecen en otros parajes de la geografía de Cienfuegos, a la luz de una esperanza que renace.

Si ceñimos la magnitud de tales acciones a los números, del centenar de comunidades identificadas como vulnerables en la provincia, en más de 40 se trabaja actualmente para resolver problemas desatendidos, acumulados, olvidados, históricos.

“Para ello existe un financiamiento que nos permitirá buscarle solución a los temas más complejos de forma paulatina, con la participación de organismos e instituciones estatales, y el respaldo del pueblo”, declaró Javier Álvarez Hernández, coordinador de Programas y Objetivos en el Gobierno Provincial.

El mal estado de las vías (calles y aceras), las dificultades con el abasto de agua, la falta de redes hidrosanitarias, la inestable recogida de desechos sólidos, la ausencia de servicios básicos y la precariedad de las viviendas, aparecen entre las situaciones que, por años, robaron el sueño de mucha gente y en estos momentos desvelan a quienes les toca, al menos, aliviarlas.

Por eso, Yamisleidy Díaz Duarte, vecina del poblado de San Nicolás, en el municipio de Rodas, guarda la expectativa de respirar otros aires allí donde reside. Así nos lo dijo hace poco cuando la visitamos: “Ya era necesario arreglar los caminos y hacer más aulas para los niños, porque la escuela resultaba muy pequeña. Sin embargo —advirtió—, esta no es la primera vez que realizan cosas; por tanto, solo pedimos que trabajen con calidad”.

LA VIVIENDA: UNA DEUDA CRECIENTE

De acuerdo con el Doctor en Ciencias Sociológicas, Roberto Y. García Dueñas, director del Centro de Estudios Socioculturales de la Universidad de Cienfuegos, la mejoría progresiva del ambiente natural, y asimismo de los bienes y servicios existentes en las comunidades socorridas por el Gobierno, deviene clave en la búsqueda de mayores niveles de bienestar para su población.

No por gusto, los problemas relacionados con el fondo habitacional ocupan el centro de las prioridades, pues en todos estos barrios se precisan labores de conservación y rehabilitación de inmuebles (reparación de muros, pintura de fachadas, cambios de cubierta, impermeabilización de azoteas, sustitución de la carpintería); y en algunos lugares hasta la construcción de casas y el diseño de nuevos asentamientos.

“Hoy prevemos alrededor de 100 acciones en más de mil 500 viviendas, a partir de un presupuesto estimado en 130 millones de pesos. Muchas avanzan casi en la totalidad de los municipios, al disponer de techos y otros materiales que contribuyen a tal propósito”, afirmó Teresita Roldán Fumero, directora provincial de Vivienda.

A la hora de ejecutar estas faenas y en aras de la optimización de los escasos recursos se evalúa la particularidad de cada caso, al saber que en numerosos barrios existen subsidios, inversiones estatales y licencias abiertas por esfuerzo propio, requeridas solo de otro impulso. Por supuesto, sobran excepciones como aquella de Virginia Dita Campos, del poblado Ojo de Agua, en Rodas, a quien le vino el alma al cuerpo cuando ya pudo disfrutar de su casa con techo, puertas y ventanas reparados.

“Antes —relató— todo estaba lleno de comején, cayéndose, y si venía un ciclón uno se quería morir. Pero ahora estoy muy feliz; yo no tenía dinero para hacer nada”.

Una mirada distinta exigen los asentamientos ilegales dispersos en varias de las comunidades identificadas, especialmente porque la intención es legalizar sus inmuebles. “Contra ello atenta el dictamen técnico sobre la vivienda: si reúne las condiciones mínimas para ser habitada. Por esta razón, en muchos casos deben realizarse acciones constructivas para proceder luego a la entrega de la documentación legal”, comentó Roldán Fumero.

Las madres con tres o más hijos figuran entre las que mejores beneficios perciben bajo dicho programa gubernamental, a través de disímiles alternativas: desde la ampliación de sus casas hasta la construcción de obras nuevas para ellas. Ahora, está claro que a la par de los cambios físicos en esos escenarios vulnerables, la forma de pensar y actuar de quienes allí viven, demandan igualmente otras atenciones.

TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Según datos preliminares de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, en los 41 barrios hacia donde se vuelca la acción transformadora de los gobiernos municipales en Cienfuegos, más de 485 personas —la mayoría jóvenes— ni estudian, ni trabajan.

“Para nosotros constituye la primera tarea desde el punto de vista del trabajo social y la prevención”, afirmó Jorge Rodríguez Peña, director del aludido organismo en el territorio. Sin embargo, el funcionario explicó que el tema pasa todavía por otra revisión, pues en comunidades como Ojo de Agua, por ejemplo, donde es alta la cifra de jóvenes “desvinculados”, en realidad no pocos ejercen en el sector no estatal, porque laboran con pequeños agricultores, solo que no están reconocidos.

“Se trata —dijo— del llamado empleo informal, asunto que durante 2022 transita por la elaboración de una política que permitirá reconocerlo como sucede en buena parte del mundo, con todas sus garantías”.

No obstante, las situaciones más espinosas apuntan a los elevados niveles de alcoholismo e indisciplinas sociales que proliferan en estos asentamientos como resultado también de las propias condiciones de marginalidad en las que han vivido sus vecinos por largo tiempo. Y otras, igual muy duras, asociadas a cuestiones de insolvencia económica en muchos hogares.

En tales casos, “cerca de mil 600 núcleos familiares han sido protegidos. A unos se les incrementó la cuantía de la prestación monetaria, mientras otros, que carecían de esta ayuda, fueron favorecidos. Nos referimos a familias compuestas hasta por más de nueve personas, con siete niños, y de ancianos insolventes”, apuntó Rodríguez Peña. A ello se sumó la entrega de bienes a raíz de varios acuerdos del Consejo de Ministros, un respiro para personas necesitadas de algún tipo de asistencia, aunque, como sabemos, aún insuficiente en el actual escenario de crisis.

Al respecto, García Dueñas subraya la idea de que la atención a los barrios vulnerables, lejos de convertirse en un programa circunstancial “debe ser inmediata y continua, según los recursos disponibles en el país, y de acuerdo con las urgencias de la gente. Para enfrentar las vulnerabilidades —aseveró— no solo vale entender la exposición al riesgo de esa población, sino también la naturaleza dinámica e interrelación con sus medios de sustento, las características sociodemográficas, sus grados de marginación y exclusión económica y social, así como la percepción que tienen de esos problemas”.

En opinión del catedrático, sin el acercamiento constante y dialógico a las comunidades nunca será posible conocer, de la voz de quienes allí habitan, sus realidades, cotidianidades y apuros de todos los días. Magnolia, Yamisleydi y Virginia lo resumen en una frase cargada de ilusión y recelos: “¡Ay, hijo, falta mucho por hacer!”.

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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