¿Quemar la niñez?
Julita, Yosbel, Alfonsito, Orieta, Amarilys… Siempre que viajo a mi niñez, en las horas nostálgicas de cualquier día, sus nombres relucen entre tantos recuerdos empolvados. Ellos adoquinaron las calles que, desde pequeño, comencé a desandar, en el afán de descubrir quién era y qué sería. Más allá de las lecciones de Historia de Cuba o Literatura, dejaron una huella perdurable en la formación que recibí, a la cual vuelvo a ratos para no extraviarme en el camino.
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