El 26 de Julio: Un grito de libertad que resuena en la actualidad
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 54 segundos
En el año del Centenario del Apóstol Nacional, José Martí, el 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes revolucionarios liderados por Fidel Castro protagonizó el ataque a los cuarteles Guillermo Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, Granma. El objetivo era despertar la conciencia nacional, allanar el camino hacia la Revolución y reivindicar la figura y las ideas del pensador José Martí. Este fue el primer acto insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista y nació, así, el Movimiento 26 de Julio (M-26-7).
Contexto: Una Cuba bajo la sombra de una dictadura sangrienta
En 1933 el país vivió el despertar de una primera revolución obrera en contra de los intereses imperialistas de Estados Unidos en la Isla; pensamiento que imperó por varios años y que llevó a una serie de levantamientos y movimientos que terminaron el 10 de marzo de 1952, cuando el militar Fulgencio Batista encabezó un golpe de estado con el que se suspendieron las pocas garantías constitucionales existentes. La profunda crisis política y social, el recién instaurado régimen de represión, corrupción e impunidad, la economía en manos de una oligarquía extranjera y la libertad de expresión y la democracia solo como un sueño, llevaron a la lucha armada.
Los asaltos a los cuarteles: Un acto de rebeldía
Con José Martí como autor intelectual, el 26 de julio de 1953, alrededor de 140 jóvenes, inspirados en ideales de justicia social y libertad, decidieron desafiar a la dictadura, aprovechando la presencia de visitantes de toda la Isla en el carnaval de Santiago. Fidel Castro, líder del movimiento insurreccional, guiaba el plan de ataque a dos grandes fortalezas militares: el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo. El objetivo principal: desarmar a los militares para armar al pueblo e iniciar la lucha contra el régimen.
El hecho significó la derrota militar, pero no moral. Los asaltos fracasaron y muchos de los revolucionarios fueron asesinados o capturados. Fidel, junto a varios de sus compañeros, fue condenado a prisión, pero otra consecuencia fue el autoalegato de defensa del joven abogado, otro suceso imprescindible en el camino a la libertad: La Historia me absolverá. El alegato se convirtió en el programa político del nuevo movimiento revolucionario: la lucha desde y para los sectores populares. Con él se reivindicaba el derecho a la rebelión y se proclamaba la justa defensa ante la ilegalidad del gobierno golpista. La situación del país era precaria en temas tan vitales como la salud, la educación y el trabajo; las clases pobres no tenían acceso a los medios de vida indispensables y sufrían todo tipo de maltratos y vejaciones. Un triste panorama empañaba la vida del cubano común, aspectos minuciosamente explicados por Fidel en aquel programa que aun constituye prioridad para el gobierno cubano.
El Moncada: Sembrando la semilla de la revolución
A pesar de la derrota, el ataque a los cuarteles, sobre todo al Moncada, tuvo un impacto profundo en la Historia de Cuba. La valentía de sus protagonistas y la condena que sufrieron resonaron en la conciencia nacional. La frase de Fidel Castro en su alegato de defensa, “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, se convirtió en un himno de la resistencia.
Fidel permaneció en prisión hasta el 15 de mayo de 1955, pero una vez en libertad creó la organización político-militar Movimiento 26 de Julio, junto a Abel y Haydée Santamaría y Melba Hernández. Para diciembre de 1956, el lider de la Revolución encabezó, desde México, la expedición del yate Granma para desembarcar en las playas al sur de Cuba y comenzar la lucha guerrillera contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Por tanto, el fracaso del 26 de julio de 1953 sirvió para fortalecer al naciente M-26-7, que se reorganizó en el exilio y en la clandestinidad. La lucha continuó, primero con acciones guerrilleras en las montañas de la Sierra Maestra y luego con la victoria en 1959.
El 26 de julio: Símbolo de lucha y resistencia fuera de Cuba
Así, el 26 de julio se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la justicia social, no solo en Cuba, sino en toda América Latina. El movimiento revolucionario cubano inspiró a otros movimientos de liberación en el continente y su legado sigue presente en la memoria colectiva de los pueblos que buscan una sociedad más justa y equitativa. Para la región, el ataque al Cuartel Moncada significó lo que la Toma de la Bastilla en Francia representó para Europa, o lo que el Asalto al Palacio de Invierno en Petrogrado fue para el inmenso y heterogéneo imperio zarista. Aunque realizadas por escaso número de hombres, dichas gestas se convirtieron para cada una de las tres áreas en símbolos que anunciaban el inicio del fin de una época. En todos los casos, las estructuras de los viejos regímenes crujieron ante el empuje de las nuevas fuerzas sociales.
Los asaltos: Significación actual
Esta fecha, por su legado, se convirtió en un día de fiesta nacional, en una jornada para recordar la lucha por la independencia y los logros de la Revolución, a pesar de las limitaciones y desafíos que enfrentamos.
Los jóvenes cubanos, sobre todo, no podemos olvidar la Historia, por lo que murieron tantos para que los de hoy tuviéramos un futuro mejor.
Las nuevas generaciones deben conocer quiénes eran aquellos jóvenes y cuáles eran sus atributos. Eran trabajadores y estudiantes, lúcidos continuadores de la ética martiana, defensores del civismo y fervorosos patriotas, llevaban en sus pechos el amor por la justicia como brújula de sus credos y acciones, la defensa de la soberanía y la inclaudicable defensa de la identidad nacional, asi como el total rechazo a la corrupción y la rendición o sometimiento al imperio del Norte.
El 26 de julio representa la lucha contra un sistema que se percibía como opresor y desigual. Para los jóvenes que se enfrentan a la realidad de la Cuba actual, con sus desafíos económicos y sociales, el espíritu de lucha por la justicia y la equidad tiene que resonar, tiene que perdurar.
Los héroes y mártires del Moncada arriesgaron sus vidas por un ideal. Esta historia de valentía y abnegación no se puede olvidar y en ello también desempeñan un rol imprescindible los maestros, los primeros que no pueden ignorar los sacrificios de miles de cubanos por las conquistas de la Revolución.
Un momento clave en la construcción de la identidad nacional, así tiene que permanecer el 26 de julio en la Historia de Cuba. Para los que hoy se identifican con su país y su cultura, comprender este hecho ayuda a entender las raíces de su identidad nacional y las diferentes etapas por las que ha pasado la Isla.
Es así que la jornada no solo es de celebración, también invita a reflexionar sobre los desafíos del presente. Los jóvenes podemos, debemos y tenemos que buscar inspiración en la lucha del pasado para trabajar por una Cuba más justa y próspera y contribuir a la construcción de un futuro mejor.
Visitas: 42