Comercialización agrícola en 2023 en Cienfuegos: ¿la balanza se inclina a los vegetales?
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Que en los primeros meses de 2023 en las tarimas de Cienfuegos los vegetales llevaran la voz cantante, por encima de las viandas —excepto la malanga— podría deberse no solo a la estación del año. Un sondeo entre productores, consumidores y comercializadores arrojó varias respuestas a Cinco de Septiembre.
En la ciudad cabecera, clientes asiduos a mercados, placitas, y a la Feria sabatina de la Calzada, reconocieron que en los primeros cuatro meses del año prevaleció en la oferta agrícola la zanahoria, el tomate, pepino, ají pimiento, y otros vegetales. “De viandas solo la malanga; no se ve ni el plátano, ni la calabaza, ni el boniato”, reconocieron compradores entrevistados en las tarimas del céntrico mercado AgroSur, de la ciudad de Cienfuegos. También lo confirmaron Norma Lorenzo Becerra y Bárbara Álvarez, dependientas de ese espacio comercial: “lo que más hemos vendido en los últimos tiempos son hortalizas, y malanga”.
Jorge Hernández, administrador de AgroSur, enumeró algunas causas de esa tendencia. “La mayor presencia de vegetales se debe a la etapa de frío — como le llaman en el argot agropecuario — donde es frecuente encontrar el pepino, la col, el tomate, pero a estas alturas del año ese momento está finalizando, y ya los vegetales se ven menos”.
VUELVEN LOS PRECIOS AL RUEDO
Sobre la escasez de viandas, el administrador de AgroSur refirió que “el precio fijado por la Resolución 145, del 17 de noviembre de 2022, del Gobierno Provincial, establece tarifas máximas de 6 pesos la libra para la yuca, el boniato y la calabaza; y de 7 pesos para el plátano, y los productores no nos venden esos productos a ese precio”, agregó.
Sin embargo, aunque las tarifas condicionen el destino de las producciones hacia los revendedores, dispuestos a vulnerar lo escrito en la 145 y vender viandas a precios exorbitantes (hablamos de una libra de boniato que ha llegado a costar hasta 60 pesos, y una mano de plátano burro 50, según varios entrevistados), el caso específico del tomate — también topado a finales del pasado 2022 hasta 25 pesos la libra— demostró que ante altos niveles productivos, el precio final desciende incluso a números por debajo de la tarifa máxima.
La oferta abundante del vegetal ocasionó un descenso casi automático de aquellas tarifas escandalosas de 80, 70, 60 pesos por libra que lastraron nuestros bolsillos al inicio de la temporada tomatera; y coexistieron un lapso de tiempo con los 25 pesos fijados por Resolución. La vasta producción llevó el precio a la baja.
“Hubo una avalancha de tomate. Aquí llegamos a venderlo incluso por debajo de los 25, a 20 pesos la libra; y hasta 15 el que compraban para puré, porque hubo mucho en el campo”, señala el administrador de AgroSur sobre una cosecha calificada de muy buena por el productor Francisco Alfonso Espín, de la Finca La Presa”, en el municipio de Santa Isabel de las Lajas.
“Este año la temporada de tomate ha sido increíble, ha habido mucho”, comenta Alfonso Espín, quien en nuestra conversación también alude al papel del intermediario como un efecto a considerar en el encarecimiento de los alimentos. “Yo fui a la feria de fin de año en Cienfuegos con col y cebolla, y allí puse el precio más bajo que hubiera, pues la producción era mía. Todas las personas iban a comprarme. Pero el intermediario siempre le va a poner una cuota por encima”, añade el productor sobre esa figura, necesaria en la comercialización mientras mantenga márgenes de ganancias razonables, y no especule.
Por otra parte, el alza de los costos de hacer parir la tierra está incidiendo en la producción de viandas. “Por una jornada de trabajo cualquier trabajador agrícola te pide quinientos pesos por la mañana y quinientos por la tarde”, comenta a propósito Alexis Rodríguez Alfonso, productor de la Finca Los Pinos, asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicios Abel Santamaría. También menciona la carestía del trabajo con bueyes, por ejemplo.
LA RAÍZ DEL ASUNTO NACE EN EL CAMPO
Francisco Alfonso Espín opina que está llegando a la ciudad mayor oferta de vegetales que de viandas, porque “estas últimas requieren de más tiempo en el campo, y los campesinos buscamos actualmente ciclo corto, y el vegetal se da en dos meses.” Alexis Rodríguez Alfonso sostiene por su parte que “los vegetales también requieren mano de obra, pero siempre han tenido un precio más atractivo en las tarimas.”
En lo que va de año, ha prevalecido la oferta de hortalizas en mercados cienfuegueros
Entonces, tratándose de una vianda de prolongado ciclo productivo, ¿por qué sí ha existido oferta suficiente de malanga? A la pregunta, Alfonso Espín responde que “tiene un buen precio, y el campesino la puede guardar. No es el caso del boniato (de ciclo menor), que se te pica, o de la yuca, que, si le cae agua, puede podrirse”. Pero Alexis Rodríguez Alfonso sostiene otra razón para esta exclusividad de la malanga en las tarimas: “el laboreo que necesita es muy inferior al de otras viandas”.
Este productor también desmitifica la creencia de que la calabaza es un bejuco silvestre que no necesita nada para lograrlo. “La calabaza es de tierra buena, en suelos de poco rendimiento y de bajo potencial nutritivo no la logras, y si se da, coges unas pocas y las demás pueden enfermar, más con el actual déficit de insumos”, refiere.
La intensa sequía constituye otra variable, que determina en el logro y salud de las producciones. “En la agricultura, si malo es mucha agua, malo es poca, y este año no ha llovido casi”, agrega el productor de la Finca Los Pinos. Sin lugar a dudas la ausencia de lluvias incidió en la escasez de viandas este año, reconoce por su parte Francisco Alfonso Espín.
Y, ¿QUÉ HA PASADO CON LA YUCA?
La yuca requiere de tiempo, “no menos de seis meses en el campo”, nos dicen los productores. Pero no es esa la razón por la que no ha llegado a los mercados en los surtidos habituales. Mariela Díaz Chávez, delegada provincial de la Agricultura en Cienfuegos, explicó a la prensa que este cultivo ha experimentado una demanda mayor de la prevista. “En el fin de año comprendimos que debíamos triplicar las áreas de siembra de yuca, para que supla no solo el consumo de la población y la destinada al alimento animal, sino también las entregas para la fabricación de harina de yuca, utilizada en la elaboración de pan.”
La Empresa Provincial de la Industria Alimenticia en Cienfuegos comenzó a emplear un diez por ciento de harina de yuca para conformar el pan de la canasta básica, precisó Yeny Hurtado Alejo, subdirectora de producción en esa entidad. “En febrero procesamos 7 toneladas de harina de yuca, pero ya en marzo no pudimos mantener una producción continua, pues las entregas de la vianda no fueron estables. Para obtener una tonelada de esa harina necesitamos 3,6 de yuca”, afirmó la especialista, para ilustrar el alcance de la demanda que hoy la agricultura debe suplir.
En el actual escenario, cuando el sector agrícola carece de insumos, la solución ha sido el método extensivo: cubrir más áreas. No obstante, en Cienfuegos todavía quedan alrededor de 10 mil hectáreas ociosas, informó a la prensa la delegada provincial de la Agricultura. Desde la perspectiva de la comercialización, es necesario revisar las fichas de costo periódicamente, ante un proceso inflacionario que afecta también el sector agropecuario.
Pero, si bien los precios constituyen una variable importante en cuanto a estímulo para la siembra, subirlos tampoco es la solución, porque pagaría las consecuencias el bolsillo del consumidor. La ganancia auténtica, la que beneficia a todos, está en mayores volúmenes, en vastas producciones que hagan a las tarifas mirar al suelo y no al cielo. Todos los caminos conducen a sembrar.
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