Colonia y Trinidad: historias para contar

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Desandar las calles empedradas, apreciar tapias, muros y fachadas de adobe arañadas por el tiempo y olfatear el tufillo añejo de Ciudad Vieja en Colonia del Sacramento es remontar la distancia entre esta urbe y nuestra cercana Villa de la Santísima Trinidad. Ambas localidades, la uruguaya y la cubana, entrelazan épicas y leyendas en sus respectivas historias coloniales, que se fueron tejiendo en siglos de existencia.

“Pará, pará, pará… ni pensá, vos, seguí en ese rumbo”. La voz cansada por los años, pero con ímpetu de autoridad, nos hizo detener la marcha en el acto y volver los ojos. A nuestras espaldas un aciano, encorvado por el peso del tiempo y de encanecida y rala melena, seguía insistiendo en que desistiéremos de iniciar el recorrido por la Calle de los Suspiros, bajo la pretendida advertencia de que si seguíamos el camino podría ser el ocaso de nuestra relación de pareja.

“Esta es una típica calle portuguesa —supimos más tarde por la otrora guía turística de Colonia, Mariana Paola Dacuña Morotti—, y una de las nueve de su tipo empedradas originales, con más de trescientos años de vida, en la que se utilizaron piedras en cuña para su pavimentación, con un canal o arroyo al medio, para sacar el agua de lluvia, como una de las peculiaridades de la vía.

“Respecto al nombre, aclara la locuaz interlocutora, no hay ni mitos, ni leyendas; son inventos de la imaginería popular. El paso del almanaque va mezclando la fantasía con la realidad, enriqueciendo el relato. Oficialmente, la calle se denomina “De los Suspiros” desde 1975. Tuvo varios nombres anteriores: Montevideo Chico, Ansina, también Manuel Antonio Ledesma… y el actual fue un poco impuesto y otro poco derivado de la manía de la gente de nombrar a su antojo muchos lugares”.

Sobre la Calle de los Suspiros se entrelaza la fantasía y la realidad/ Foto: María Elena Llanes

Sin embargo, los lugareños sostienen que tal denominación tiene su basamento en tres creencias diferentes. Unos afirman que por ahí era por donde pasaban los condenados a muerte hasta el cadalso, y que a su paso hacia la eternidad daban el último respiro, profundo y reflexivo.

Otros se inclinan por el hecho de que en esa zona colonial estaban ubicados los prostíbulos más famosos de Colonia. “Entonces, la vecindad, partiendo de la broma y la sátira, decía que por allí pasaban suspirando los apasionados aventureros de ocasión en visitas a las llamadas mujeres de vidas alegres. Y una tercera versión, y menos creíble, da cuenta del hallazgo en el lugar de una joven degollada mientras esperaba por su amante”. precisa Mariana.

En tanto, en una supuesta “leyenda”, más reciente, sostiene que aquellos que quieren conseguir un amor duradero deben subir y bajar tres veces la calle para conseguirlo. En contrapartida, otra dice que si una pareja de turistas atraviesa los cien metros de longitud que tiene la angosta rúa, cuando vuelve a casa, se separa.

En lo que sí todos coinciden es en que la citada callejuela constituye el sitio más emblemático de Ciudad Vieja y del destino del litoral oeste uruguayo. Es la parte más fotografiada del centro histórico, como también la más comentada, enigmática y polémica en su denominación. Además, y por así decirlo, la que hermana su vida con la de la ciudadela y al mismo corazón de la misma: la Plaza Mayor

Los colonienses se presumen de disfrutar de los atardeceres más hermosos de la geografía universal. “Si así lo desean, dicen, muy cerca de la Calle de los Suspiros, pueden degustar el típico chivito uruguayo en la torre del restaurant Reina, saborear un buen café en el portal de la Esquinita o simplemente sorber un mate desde la baranda del malecón a la vera del río de La Plata mientras contemplan arrobados la puesta del sol.

De otro tanto se ufanan los trinitarios cuando aluden a los bellos crepúsculos desde la terraza de El Criollo. Solo que, a diferencia de Colonia donde el astro rey parece sumergirse tras el lejano horizonte a la otra orilla de las aguas rioplatenses, en el paraje del centro sur de Cuba, en tierras espirituanas, la rutilante estrella va desapareciendo de la vista mientras los últimos rayos se esconden más allá de las crestas del lomerío del Escambray.

El antiguo faro, a la vera del río de la Plata, marcaba la ruta de los navegantes por las aguas de La Plata/ Foto: María Elena Llanes

 

Sobre la fundación de Colonia del Santísimo Sacramento el relato histórico da cuenta de que es la ciudad más antigua de la actual República Oriental del Uruguay y la que mejor conserva su patrimonio primigenio, algunos en pie desde el siglo XVII. Cuentan que el portugués Manuel Lobo fundó este asentamiento en los primeros días de enero de 1680, en el marco de las constantes luchas entre Portugal y España por el dominio del Río de la Plata.

Lobo, Gobernador a la sazón de Río de Janeiro, había sido encomendado por el Príncipe Pedro II del imperio lusitano para crear un bastión de defensa en la costa de La Plata. La corta península, sobre la cual se elevó la ciudad, era un punto estratégico ya que desde allí se ejercía control sobre las entradas a los Ríos Uruguay y Paraná.

En síntesis, casi en un siglo siguieron los sucesivos conflictos entre lusitanos y españoles por la posesión de este codiciado enclave. Fueron numerosas las incursiones bélicas por apoderarse y/o defender el bastión militar por parte de ambas potencias europeas. Tras varias contiendas, la Batalla de Ituzaingó de 1828 supuso la derrota de los portugueses y la anexión definitiva de Colonia del Sacramento a la nueva República del Uruguay.

Otro derrotero muy diferente siguió la tercera villa fundada en Cuba por el Adelantado Diego Velázquez de Cuellar, a principios de 1514, apenas con 166 años menos de diferencia entre la Santísima Trinidad y Colonia del Sacramento. Si bien en puntos distantes de la geografía americana y la raíz colonial de sus orígenes, si ambas tienen de común el basamento religioso de sus respectivos nombres e igual de las apetencias económicas y propósitos expansionistas por las que fueron concebidas por sus respectivas metrópolis.

Puerta de entrada de la ciudadela y parte de la muralla que la resguardaba./ Foto María Elena Llanes

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“Las piedras hablan… me lo pueden creer, afirma convencida Mariana. Cada adoquín, muro, viga, techo, rústico banco o farola posee su propia historia, lista para develaros”. Y entonces la diligente guía argumenta que con el devenir del tiempo, la legendaria Calle de los Suspiros, las reliquias del Convento San Francisco, el lugar donde se alzaba la antigua iglesia portuguesa, la emblemática Puerta de la Ciudadela con su muralla y las ruinas de la Casa de los Gobernadores son algunos de los vestigios que se mantienen desde épocas remotas de la Ciudad Vieja en las márgenes de La Plata, en una fusión de estilos arquitectónicos de los orígenes portugués, español y postcolonial.

En tanto, los pasos sobre las calles empedradas de la bien conservada Trinidad, en Cuba, te llevarán, irremediablemente, hasta joyas de la arquitectura ecléctica de ascendencia hispánica como la Plaza Mayor, la iglesia de la Santísima Trinidad, el Museo Romántico, el Convento de San Francisco, el Museo Histórico o el cercano Valle de los ingenios, sin dejar de probar durante su periplo la famosa canchánchara trinitaria.

Tanto la una como la otra se han convertido en polos turísticos de gran interés por la forma en que han sabido preservar en los valores y acervo histórico, tangibles e intangibles. A ellos acuden anualmente miles de visitantes de todo el Planeta, con el incentivo adicional de acudir y apreciar los encantos de dos sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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