Arianna, Zurita y el mayor de los amores

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No importa cuán fuertes soplen los “vientos” de la cotidianidad; ni tampoco que existan personas que muestran su falta de empatía. Para ellos, Arianna María Gil Rodríguez y Yeranis Zurita García, lo más importante son sus pequeños; estar presentes para ellos y conducirlos a lo largo de la vida, con sus propias peculiaridades.

“Nosotros tenemos un niño con una condición especial (autismo), José Alejandro, que tiene siete años y otro de tres, Alberto Javier, que no tiene esta condición especial ni ninguna otra, entonces eso marca una diferencia dentro de la familia porque la crianza no es igual entre ambos”, dice Arianna, quien reconoce como fundamental buscar ayuda profesional, pues “a veces se quiere tapar la existencia de tal condición especial por temor a enfrentarla y ese es un error que se comete dentro de las familias.

“Lleva mucha valentía como padres poder asumir la condición especial de un hijo, pero una vez que se hace, lleva el compromiso de que ese niño crezca en un ambiente armonioso y que se le pueda facilitar todo lo que necesite.

“Yeranis y yo desde que el niño era pequeño nos percatamos de que no alcanzaba algunos logros acordes a su edad cronológica y desde los tres años buscamos ayuda profesional, que es extremadamente importante, porque son las personas que te guían; o sea, te dicen más allá de un diagnóstico de qué manera poder manejar las situaciones que se te pueden presentar.

El inicio de un largo y hermoso camino

Confiesa Arianna, especialista de Control Interno en la Empresa Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, que, aunque se pueda sospechar el diagnóstico, conocerlo, “mueve el piso”.

“Siempre te lo mueve porque no estás preparada para que te digan que tu niño tiene una condición especial determinada, precisamente porque te da mucho miedo al no saber qué es lo mejor para él y cómo tú lo puedes afrontar de la mejor manera.

“No todos los niños con condiciones especiales son iguales; todos actúan distinto. Lo que para uno es una cosa, para el otro es un motivo de una irritación, es una crisis; entonces el conocer a tu hijo es muy importante y eso lleva una preparación como familia, se debe buscar ayuda psicológica, estudiar la condición que tiene tu hijo y poder buscar qué se le puede aplicar para que se desarrolle de manera favorable”.

Mas los temores no terminan para Arianna y Yeranis. Cuando José Alejandro tenía cuatro años llega otro regalo de vida: Alberto Javier. “Vuelve el temor, no solo porque el chiquito pudiera tener la misma condición, sino también el cómo —en caso de que no la tenga— vas a lograr que el pequeño comprenda que su hermano es especial y además un hermano que es mayor que él. Normalmente los mayores cuidan a los menores. A nosotros ahora nos está correspondiendo enseñar al revés; es decir, enseñar al menor a cuidar al mayor, cómo ayudarlo, hasta a acordonarse los zapatos.  Y resulta muy gratificante porque José Alejandro entiende mucho a su hermano pequeño, incluso mejor que a nosotros.

El Premio al mayor amor fue entregado a Arianna y Zurita por representantes de la FMC./Foto: Juan Carlos Dorado
El Premio al mayor amor fue entregado a Arianna y Zurita por representantes de la FMC./Foto: Juan Carlos Dorado
Papá siempre presente

Como familia, Arianna y Yeranis mantienen una dinámica que les permite asumir roles indistintamente sin menoscabo de la presencia de uno u otro, según la circunstancia. “Por la envergadura de su trabajo, Yeranis requiere estar presente por más tiempo en la termoeléctrica; incluso más allá de la jornada laboral y eso hace que en determinados momentos no esté en la casa; pero cuando está comparte juegos, les lee cuentos, entre otras actividades y nos hemos percatado de que los niños no sienten tanto la ausencia de su papá.

“Cuando por razones de trabajo soy yo la que estoy fuera —explica Arianna— entonces Yeranis asume los roles de la casa y tanto es así que los niños identifican a su papá en las labores domésticas”.

Ahora es Yeranis, el papá, quien toma la palabra: “cuando diagnosticaron al niño yo ocupaba responsabilidades como cuadro en la Termoeléctrica, primero como director técnico y luego director general; y a partir de la necesidad de disponer de mayor tiempo para atenderlo, la Unión Eléctrica accedió a mi liberación hacia otra plaza (tecnólogo principal) y eso me brinda la posibilidad de poder interactuar más con José Alejandro y su hermano Alberto Javier.

“Compartir con ellos es ‘la llave’: poder entenderlos y poder estar en su juego, darle las prioridades que lleva a cada uno, en el momento. Y participar en acompañarlos en varias actividades, varias tareas como la delfinoterapia. Al inicio no había manera de que tocara un delfín, ni siquiera tenerlos cerca; con el tiempo todo cambió para bien. Y es eso, tiempo y amor; esa es la clave, porque el aprendizaje es a su paso”.

Ni lástima, ni sobreprotección

Esa es la línea principal y así me lo comparte Arianna: “cuando corresponde el regaño o el castigo se aplica, donde va que el niño llore y tú pues sencillamente no cedes a lo que él desea, se hace porque más que maltratar, tratamos de educarlo, porque en el caso de José Alejandro las órdenes tienen que ser muy directas, casi imperativas para que él logre comprenderlas y ejecutarlas”.

Y tal proceder los ha llevado al diálogo esclarecedor con vecinos y familiares cercanos para que, entre todos, se consigan consolidar los logros que ya se perciben.

“No hemos tenido que medicar a José Alejandro, él es capaz de autocontrolarse, cuando el ambiente es demasiado intenso para él, busca su propio espacio y pasa a otra actividad más de su agrado. Ha tenido sus crisis como cualquier otro niño con su condición, pero ha logrado sobrepasarlas con amor, con cariño, con apoyo”.

El mayor agradecimiento

“El mayor amor no es un premio solo a Yeranis y a mí”, asegura Arianna María, voz conductora de este diálogo; a propósito del otorgamiento del Premio “Al mayor amor” que, desde 2014 otorga el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

“Es el reconocimiento a todos los profesionales que nos han guiado, a la comunidad, la escuela, a nuestros compañeros de la Termoeléctrica, la Unión Eléctrica y el Ministerio de Energía y Minas, que siempre han estado prestos a brindarnos su apoyo cuando ha sido necesario.  Ese es el mayor amor, a José Alejandro y Alberto Javier, porque se están criando en un entorno que los quiere, los apoya y que hace que se desarrollen sin dificultad”.

No ha sido fácil el bregar de esta familia cienfueguera; ha habido lágrimas, ocultadas a los pequeños, claro está; pero ha sido mayor la preocupación, y por sobre todo, el amor; ese que se premia con las risas y juegos de José Alejandro y Alberto Javier, más que hermanos, cómplices de juegos, sueños y alegrías.

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Tay Beatriz Toscano Jerez

Periodista.

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