Ana y el buen cine triunfan en Toronto
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La actriz cubana Ana de Armas acaparó titulares en el Festival de Toronto, uno de los principales eventos de su tipo en el mundo, luego del estreno mundial del thriller de supervivencia norteamericano Edén
La actriz cubana Ana de Armas acaparó titulares en el Festival de Toronto, uno de los principales eventos de su tipo en el mundo, luego del estreno mundial del thriller de supervivencia norteamericano Edén, basado en hechos reales ocurridos a finales de los años veinte. Ron Howard, dirige un elenco estelar donde destacan Jude Law, Vanessa Kirby y Daniel Bruehl. En el argumento, hay un puñado de europeos intelectuales que tratan de encontrar un rumbo para sus vidas en la isla de Floreana, del archipiélago Galápagos, adonde llega, entre otras familias, Eloise Bosquet de Wagner Wehrhorn (Ana de Armas), quien se describe a sí misma como aristócrata, y encarnación de todas las perfecciones, seguida de dos siervos pendientes de todos sus caprichos.
El nuevo filme, que han descrito como una experiencia cargada de suspenso y a veces incluso aterradora, continúa ampliando el espectro interpretativo de Ana de Armas, puesto que además de poner a prueba sus capacidades con un personaje lleno de complejidades, y de compartir reparto con un actor del prestigio de Jude Law, le permite acceder a la «realeza» de Hollywood, de la cual forma parte activa Ron Howard, el muy reconocido director de una serie de películas muy exitosas sobre personajes enfrentados al reto de la supervivencia, o de lidiar con sus demonios internos, como Apollo 13 (1995), Una mente maravillosa (2001), Cinderella Man (2005), y la más reciente Rush (13). Si Ana de Armas recibe o no otra nominación al Oscar es un tema que apenas no añade ni disminuye el brillo legítimo de la actriz cubana más conocida fuera de nuestras fronteras.
El que sí tiene casi segura por lo menos una nominación al próximo Oscar es Adrien Brody, que ya lo ganó en 2002 por El Pianista, de Roman Polanski. En la muy elogiada The Brutalist, Brody interpreta a Laszlo Toth, un arquitecto judío húngaro que emigra a Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial, y logra implicarse en un proyecto monumental, pero a un muy alto costo, aunque el hombre estará todo el tiempo tratando de recuperar su esencia, su vida, su amor. La película dura tres horas y media y recibió una atronadora ovación en el Festival de Venecia; está dirigida por el actor Brady Corbet, que es uno de los intérpretes que figura en la película mencionada de Ana de Armas.
También histórica, y con similar reflexión sobre la condición humana amenazada por situaciones extremas, el Festival de Toronto exhibió el filme canadiense La Orden, dirigido por el australiano Justin Kurzel y el brasileño Todavía estoy aquí, de Walter Salles. La primera de estas está igualmente protagonizada por Jude Law, quien interpreta a un policía federal que condujo la investigación en torno a las acciones violentas de un grupo supremacista blanco para financiar un golpe de Estado, en el Idaho de los años ochenta. La brasileña fue muy elogiada por la prensa especializada en el recientemente concluido Festival de Venecia, y refleja la represión de dictadura militar entre 1964 y 1985, pero con una mirada absolutamente contemporánea pues Salles (autor de Estación Central, Abril despedazado y Diarios de Motocicleta) concibió el filme en los años del intento de golpe de Estado urdido entre 2022 y 2023 por el ultraderechista Jair Bolsonaro.
En la Argentina de 1976, cuando se inicia la dictadura militar, ocurre la acción de Las lecciones del pingüino, sorprendente reaparición del especialista en comedias británico Peter Cattaneo, con esta dramedia sobre un inglés (Steve Coogan) que es maestro de una escuela en Buenos Aires, y despierta en términos personales y políticos, en aquel momento de crisis. El cine argentino estuvo representado por El Jockey, de Luis Ortega, y por la ópera prima Linda, de Mariana Wainstein, que vira de cabeza una leyenda argentina inspirada en circunstancias reales.
En el México del narcotráfico se desenvuelve la trama del filme musical Emilia Pérez, dirigido por el prestigioso cineasta francés Jacques Audiard, y protagonizado por estrellas latinas muy conocidas (Zoe Saldana, Selena Gómez y Karla Sofía Gascón), sobre todo después de haber ganado un premio de actuación colectivo en Cannes. Y en el México de la postguerra ocurre la acción de Queer, de Luca Guadagnino, pero el México ancestral, mitológico y rural, también está en Toronto a través de la adaptación al cine de la novela homónima de Juan Rulfo Pedro Páramo, que dirige, retrata y produce Rodrigo Prieto, el más famoso de los cinematografistas mexicanos gracias a su trabajo en el cine nacional, y en Hollywood, en Amores perros, Secretos de la montaña, Silencio, El irlandés y Asesinos de la luna, los últimos cuatro nominados al Oscar en su especialidad.
Celebrada por sus espectaculares actuaciones en Post Mortem, La vida de los peces, El Club y Los perros, la chilena Antonia Zegers reaparece en una coproducción España, Los Tortuga, que enfoca una difícil relación madre-hija, ambas enfrentadas a la crisis económica, la emigración en Barcelona, y el duelo por una enorme pérdida. Y el cine colombiano optó también por llevar a la pantalla a una de sus grandes estrellas, pero de la música: Juanes interpreta uno de los principales papeles en el thriller Pimpinero: Sangre y Gasolina, dirigida por Andrés Baiz, director de series muy famosas del mismo género y tema como Griselda y Narcos.
Y aunque en la lista de los filmes que exhiben en Toronto no hay ninguno cubano, la impronta de la cultura nacional, en su sentido más amplio e inclusivo, puede percibirse no solo en la presencia de Ana de Armas, sino también en las fichas biográficas de algunos cineastas, por ejemplo la panameña Ana Endara, que estudió en la Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV) de San Antonio de los Baños, y que debuta en el largometraje de ficción con Querido Trópico, protagonizado por la excelente actriz chilena Paulina García. También en la EICTV se graduó la documentalista Gabrielle Brady, quien presentó en Toronto Los lobos siempre vienen de noche, coproducción entre Australia, Alemania y Mongolia, respecto al efecto de los cambios climáticos en una familia de pastores mongoles.
Para cerrar, es importante informar que el tercero de los grandes festivales de cine que acontecen en septiembre (Venecia, Toronto y San Sebastián) incluirá un ciclo dedicado al cine cubano con 19 filmes restaurados, producidos entre los años sesenta y ochenta. En la selección destacan, por supuesto, el largometraje de ficción De cierta manera, y los documentales En la otra Isla e Iré a Santiago, de Sara Gómez; Ociel del Toa, Coffea Arabiga y En un barrio viejo, de Nicolás Guillén Landrián; Oración, de Marisol Trujillo; 79 primaveras y LBJ, de Santiago Álvarez, entre otras.
Debe destacarse que algunas películas se verán por primera vez en España y pueden ser exhibidas nuevamente, con toda calidad, gracias a restauraciones digitales resultantes de la colaboración entre entidades cubanas (Cinemateca de Cuba, Icaic) e instituciones internacionales como Elías Querejeta Zine Eskola, Queen’s University (Canadá), Arsenal-Institut für Film und Videokunst (Alemania), o el
Institut National de l’Audiovisuel (Francia). A todas las latitudes llegó, y sigue llegando, el mejor cine cubano.
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