Ana Aguado y Andreu, la Calandria Cienfueguera

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Desde temprano se hizo notar la presencia femenina en la música cienfueguera. Aunque fueron pocos los nombres que alcanzaron reconocimiento y casi siempre se asocian a mujeres que realizaron su carrera fuera de la provincia. Sin embargo, talentosas flores sureñas engalanaron la escena de la otrora Fernandina de Jagua.

Una de las primeras fue Ana Aguado, quien alcanzó reconocimiento en países como España y Estados Unidos. Nació en Cienfuegos un 3 de mayo de 1866, en la calle Velasco No. 46, entre Santa Clara y San Carlos. Se trasladó en unión de su familia a España, donde continuó sus estudios. Allí fue discípula en la especialidad de canto de Antonio Diez, y de piano del maestro Casas. Los primeros pasos de su vida profesional fueron en el Liceo Brigantino de La Coruña.

Corría el año 1885 cuando la ya convertida en cantante lírica y con bella voz de soprano regresa nuevamente a su natal Cienfuegos. En suelo sureño continuó su carrera desde los salones de la sociedad El Artesano y del Liceo Artístico y Literario. Unió su talento al selecto grupo de artistas que Don Tomás Tomás DʼClouet aupó en la ciudad, entre ellos el flautista Ramón Solís y el pianista José Manuel Jiménez (Lico).

Cuatro años más tarde se vio obligada a emigrar hacia los Estados Unidos, dónde se reencontró con Guillermo Tomás, hijo de Don Tomás DʼClouet. Un año después celebraron sus nupcias. Juntos emprendieron una nueva etapa de sus carreras en Brooklyn. La pareja continuó su vínculo con el movimiento de artistas revolucionarios formado por emigrados cubanos.

El propio José Martí la invitó a participar en una función patriótica, que se realizó el 16 de junio del año 1890 y resultó en uno de los primeros éxitos de la cantante cienfueguera en Nueva York. Se presentó junto al pianista Rafael Navarro y a su esposo, el flautista y director de orquesta, Guillermo Tomás.

En carta escrita por Martí con fecha del 7 de junio de 1890, con motivo de este concierto que realizaría la artista, en uno de sus fragmentos le expresa:

(…) Distinguida señora y amiga: Aprovecho con gusto la ocasión de comunicarle que la Comisión de la fiesta del Club, le remite aparte siete papeletas, para darle muestra anticipada del agradecimiento fraternal con que mis compañeros y yo estimamos la benevolencia con que se presta Ud. a ayudar, con la fama de su nombre y el encanto de su voz, a la fiesta de que va a ser Ud. el principal ornamento. Los tiempos turbios de nuestra tierra necesitan de estos consuelos. Para disponerse a morir es necesario oír antes la voz de una mujer (…)”.

En 1893 la cantante ganó por oposición la plaza de soprano en la capilla de música de la iglesia de San Francisco Javier, en Brooklyn. Fue una época muy valiosa, matizada por el éxito. Realizó presentaciones en los teatros Hardman Hall, Columbus Hall, Berkeley Lyceum, en la escuela de la Opera y Oratorio de Emilio Agramonte, en el Club Político Cubano Los Independientes. Fue conocida como La Calandria Cienfueguera.

Terminada la guerra regresó a Cuba junto a su esposo y se instalaron en La Habana. Comenzó otra etapa en la carrera de ambos. En 1908 realizó su última presentación en público en lo que es hoy el Gran Teatro de La Habana, Alicia Alonso, en aquella época Teatro Nacional, acompañada por la Orquesta Sinfónica, dirigida por su esposo Guillermo Tomás.

Falleció en La Habana un 6 de mayo del año 1921, dejando escrita otra página llena de encanto dentro de la historia de la música sureña, de la cual ella también forma parte de sus protagonistas.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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