“Al cantío de un grillo”

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Nada que ver con eso de “al cantío de un gallo”. Así me dijeron en el campo al preguntar por una dirección. Ni cien veces que cantara el gallo fueron suficientes para llegar al lugar, de modo que “ni al cantío de un gallo” ni eso otro de “en menos de lo que canta un gallo”.

Me ocupa hoy “al cantío de un grillo”, que también pudiera ser “al cantío de una rana”, “al sonido de la lluvia” o “al ritmo de una conga”. Al leer, tal vez se pregunten qué significa esto. Para no extenderme, tiene que ver con la relajación, vencer el estrés y dormir.

¿A quién no le gusta echar un sueño bajo un aguacero? ¡No, no, no! Bajo un aguacero bajo un techo con la musicalidad natural de la lluvia que cae mientras se aspira el “petricor”, como se le llama ese agradable olor a tierra mojada que es percibido al llover.

Nada de alarmarse. Hay quienes no prefieren el silencio para dormir y concilian el sueño con un ruidito continuo, a veces lejano, de lo más inverosímil, que a otras personas las pudiera exacerbar y sufrir el más terrible desvelo.

¡Eso de quedarse dormido con el croar de una rana…! ¿Y si de buenas a primeras la compañerita anfibio se nos posa encima del rostro con su tacto húmedo y pegajoso? Nada tiene de malo pero la pobrecita, poco agraciada en lo que a belleza se refiere (al menos para nuestros patrones establecidos), en un caso así se nos tornaría “infartogénica”.

Para gustos, colores. Hay personas que concilian el sueño mientras una rana canta, escuchando una música lejana o con el ruido del motor de un ventilador. Por eso muchos lo usan en invierno; no precisamente para refrescarse, sino para escuchar su sonido constante.

En cuanto a mí, nada tan cautivante como el canto de un grillo lejano. Percibo sensación de nocturnidad, ambiente tranquilo y sosiego. Sé de otras personas que sienten lo mismo; en cambio a otras se les espanta el sueño chancleta en mano al tiempo que emprenden la búsqueda del intruso chillón.

Algunos españoles son aficionados a tener un grillo en casa como mascota para ser arrullados por sus “nanas” y dormir plácidamente en su compañía.

¿Cómo se explica la rara preferencia de dormir con algún ruidito? Tiene explicación.

Hace poco me enteré de que las neurociencias clasifican un tipo de sonido que denominan “ruido rosa”. Parece contradictorio, ya que los sonidos no son visibles y, por tanto, carecen de color. Pero… ¡no lo tomemos literalmente! Hay que interpretarlo en su sentido metafórico. El color “rosa”, se relaciona con lo agradable, tierno y amable aunque no se vea. Es suficiente la percepción.

Se afirma que las personas que  duermen acompañados de un “ruido rosa” mantienen un sueño más estable y se les interrumpe menos. A eso le denominan “higiene del sueño”.

Un estudio de la Northwestern University en Evanston, Illinois, reveló que “el uso de pulsos cortos de ruido rosa durante el sueño profundo mejora el procesamiento de la información y la consolidación de la memoria”. Además, contribuye a reducir el estrés y la ansiedad, debido a una disminución en los niveles de cortisol – hormona del estrés – en el organismo. A mí no me lo crean, son los neurocientíficos quienes lo afirman.

La calidad del sueño alcanzada es proporcional a la reducción de la complejidad de las ondas cerebrales, diciéndole “tunturuntun” a las preocupaciones, el estrés y el insomnio.

¿Qué les parece? Quizá algunos se pregunten qué hacer si carecen de un patio de tierra, un jardincito en el balcón o si no está lloviendo cuando desearían atrapar el sueño. ¡Tranquilos, hay solución!

La ciencia sugiere buscar en YouTube una página que contenga “ruidos rosa” grabados con ese fin. Al tiempo que perciban ese sonido artificial, activen la imaginación y siéntanse en un entorno natural, el que prefieran. ¡Y a esperar la furtiva llegada de Morfeo!

Queda otro recurso para quienes hasta de eso carezcan. Pongan en su mente el “ruido rosa” que más les guste hasta que aparezca el añorado sueño.

Les sugiero que cuando haya un grillo en casa, en lugar de procurar cómo eliminarlo, siéntanlo como un amigo. Así su chillido se les hará musical para convertirse en un agradable aliado.

Por mi parte, sus visitas siempre son bienvenidas. Me encanta dormir al cantío de un grillo.

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