Un “duendecillo verde” al que no le bloquean la esperanza

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Tal vez, a su corta edad,  Samantha, Darío y Matías, quienes permanecen ingresados en el Hospital Pediátrico Universitario Paquito González Cueto (HPU), de Cienfuegos, desconocen qué es el bloqueo y sus terribles efectos en la salud cubana. Sin embargo, los profesionales que los asisten en esa institución sufren las dolorosas experiencias que provoca la genocida política norteamericana en una de las esferas más sensibles del país.

Ese es el caso de María Eugenia Santa Cruz Leonard, licenciada en enfermería y jefa de sala del servicio de Hematología, donde reciben atención cuatro niños cienfuegueros que padecen hemofilia. “Ahora tenemos a tres con tratamiento de Emicizumab, un medicamento muy costoso que si se les pudiera poner regularmente les mejora la calidad de vida. De La Habana nos lo transfieren, pero para el país es muy difícil adquirirlo”- destacó.

El Hemlibra Emicizumab, para el que el Ministerio de Salud Pública destina un presupuesto millonario, previene o reduce la frecuencia de hemorragias en pacientes hemofílicos. Según María Eugenia, con la administración de ese anticuerpo monoclonal, ha disminuido la estancia hospitalaria de los pequeños pues “a veces ellos ingresaban casi mensualmente y ahora ese tiempo se ha extendido, en algunos casos hasta prácticamente un año. Con  este medicamento ellos pueden hacer una vida casi normal, una serie de actividades que antes, por los riesgos, no podían realizar, porque deben evitar los golpes”.

Aunque el país no escatima recursos ni esfuerzos para garantizar medicinas e insumos, el cerco económico, comercial y financiero impide, por el ejemplo, la estabilidad de ese tratamiento, el que por las limitaciones “debemos administrar, vía subcutánea, una vez al mes y no cada quince días, como lo requiere. Para Cuba tiene un elevado precio y a ello se suman los obstáculos para garantizarlo”- enfatizó Santa Cruz Leonard.

Sortear obsolescencia y bloqueo
El tomógrafo del HPU, con casi 20 años de uso, es uno de los equipos vitales que sufrió roturas y no cuenta con piezas de repuesto. / Foto: de la autora
El tomógrafo del HPU, con casi 20 años de uso, es uno de los equipos vitales que sufrió roturas y no cuenta con piezas de repuesto. / Foto: de la autora

La doctora Yenedris Gaínza Rodríguez, especialista en Imagenología, asegura que en su área resulta también visible el negativo impacto del bloqueo. En los centros sanitarios del país el funcionamiento de los equipos diagnóstico por roturas o por la propia caducidad de su vida útil, resulta un problema común.

“Actualmente contamos con muy pocos equipos. En un momento determinado sus piezas y dispositivos han tenido problemas y no tenemos cómo cambiarlos, eso dificulta nuestro trabajo. La Imagenología no solo comprende la realización de ultrasonidos o rayos X, también incluye la resonancia, la tomografía o los estudios relacionados con afecciones basculares, imposibles de hacer por la falta de equipamiento o reactivos”-  afirmó la galena.

A la vista de muchos la solución resulta la compra de nuevo equipamiento que posibilite la sustitución del existente, con varias décadas de prolongado uso. Según Osmani Álvarez, jefe técnico del Departamento de Imagenología, “en el mundo ya todo es digitalizado. Las grandes fábricas que producían materiales radiográficos en placas, no funcionan de esa manera. Los altos costos y el bloqueo impiden el acceso a comprar en otra parte. A veces hay que hacerlo a través de un tercer país, por lo que resulta más caro obtener la tecnología.

Tras casi dos décadas de uso, el tomógrafo del HPU, uno de los equipos más necesario, figura en la lista de los que firmaron su “sentencia de muerte”. En esa misma condición aparecen medios diagnósticos de ultrasonido y del área de laboratorio. A decir de Osmani, “un equipo de TAC Multicorte, uno de los más sofisticados, supera el millón de dólares”.

Independientemente del esfuerzo de los innovadores para alargar el funcionamiento de algunos de esos medios “el fabricante establece las horas de trabajo, por lo menos en la parte de tomografía, garantizan unas 100 mil exposiciones, aproximadamente”- precisa Osmani, en alusión a la obsolescencia  y la imposibilidad de obtener piezas de repuesto.

Un duendecillo verde esperanza
Una parte de este equipo de ultrasonido está afectada y aún con financiamiento el bloqueo impide su adquisición. / Foto: de la autora
Una parte de este equipo de ultrasonido está afectada y aún con financiamiento el bloqueo impide su adquisición. / Foto: de la autora

A la doctora Eyleen Palmero Díaz, directora del también llamado “duendecillo verde”, se le entrecorta la voz en nuestro diálogo. Hablar sobre el bloqueo va más allá de mencionar carencias y obstáculos para médicos, enfermeras, técnicos y el resto del colectivo del centro. Mencionar los daños de la inhumana política que hace más de 60 años mantiene Estados Unidos contra la Mayor de Las Antillas implica, más que cifras monetarias, contar historias de sensibilidad, esperanza y al mismo tiempo, dolor.

“El sector de la salud es uno de los más perjudicados con el bloqueo por la falta de insumos que a veces los pequeños necesitan. Son extremadas las gestiones, que hace tanto el Hospital Pediátrico como el país. A veces no contamos quizás con el tratamiento que se necesita porque el gobierno de Estados Unidos no permite que se compre para los niños cubanos más afectados sobre todo cuando hablamos del tema de la quimioterapia, de los pacientes con cáncer. A pesar de no tener un servicio de esa especialidad aquí, hacemos el diagnóstico de los niños cienfuegueros” – comentó Palmero Díaz.

En más de una ocasión la solidaridad ha sido respuesta ante el “déficit de insumos de todo tipo. Gracias al apoyo de muchos países hemos salido adelante. A veces le decimos a los padres: no tenemos el ideal por estas carencias pero siempre se les busca alternativas. Hoy es una fortaleza, nuestra institución haga todas las gestiones en aras de mitigar los efectos del bloqueo.  Los padres piensan que es fácil y no lo es, ni para el médico que está prescribiendo, ni para nosotros, decirles que no recibirán el tratamiento ideal, pero que se hacen todas los esfuerzos por conseguirlo”.

Samantha, Darío y Matías ignoran que el bloqueo imposibilita la llegada al país de medicamentos, reactivos y recursos para mejorar su salud y la de otros niños. A ellos es ajeno que, entre marzo de 2023 y febrero de 2024, la más cruel política impuesta a la nación causó afectaciones al sector superiores a los 268 millones de dólares. No obstante, en el futuro tendrán noción de lo que ello representa y también de la abnegación y el sacrificio del ejército de batas blancas para mantener la calidad asistencial, a pesar de las sanciones norteamericanas.

Este 30 de octubre, cuando una vez más el mundo estuvo con Cuba y en las Naciones Unidas fue totalmente mayoritaria la condena al bloqueo, otro atisbo de esperanza iluminó a María Eugenia, Yenedris, Osmani y Eyleen. Ellos confían en que, más temprano que tarde, la justicia se imponga y desaparezcan las inhumanas leyes contra la nación, esas que frenan y limitan nuestro desarrollo, pero nunca nuestra esperanza.

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