Teatro, auténtico acto de comunicación
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Dentro de las aspiraciones de nuestra sociedad está la de dinamizar el proceso de aprendizaje y estudio de la historia, así como su defensa desde los procesos orgánicos de intercambio.
El teatro como portador de acción y la actuación como ejercicio caracterizador de personajes son elementos vivos que potencian el acto de comunicación. Son muchos los ejemplos de vínculos entre el arte teatral y la historia, a los cuales hay que sumarle, ahora, esta celebración del aniversario 98 de fundación del cementerio Tomás Acea.
Por iniciativa de la especialista de la oficina del conservador de la ciudad de Cienfuegos, Carmen Rosa Pérez Ortiz, se inicia un proceso de escenificación de ciertos aspectos de la vida de algunos de los benefactores de la ciudad, muy específicamente de los que estuvieron relacionados con la fundación del cementerio Tomás Acea. La propuesta acogida por el colectivo del Centro Dramático de Cienfuegos sufre algunas mutaciones, donde la historia se convierte en acción dramática y donde los personajes históricos se revelan como seres humanos.
Cuatro personajes se toman para la representación: Don Luis D Clouet, fundador de la colonia de Jagua; Nicolás Salvador Acea de los Ríos, importante hombre de negocio, adinerado, miembro de una de las familias más influyente de la época y que más aportes hizo al desarrollo económico y social de la colonia; Francisca Tostes, segunda esposa de Nicolás Acea y gestora importante en la construcción del cementerio; y Luisa Martínez Casado, la más relevante actriz cubana y cienfueguera del teatro clásico español, quien eleva a planos superiores el arte escénico en Cienfuegos. Ellos, en un acto de sincero diálogo con los espectadores, revelan sus objetivos y motivaciones, dejando escapar sus anhelos y frustraciones.
Muertos que agradecen su descanso. Una reunión de cuerpos sin vida y enterrados; condición que hace confluir en un mismo tiempo a las cuatro figuras sin faltarle a la historia. Discuten de quién es el mérito de la construcción del cementerio, buscan al benefactor preciso a quien gratificar y este conflicto va descarnando las circunstancias de la construcción, los estados emocionales y los rasgos distintivos de la caracterización de los personajes.
Todo un ejercicio de exacción actoral, que los protagonistas asumen con entrega y pasión. Vivos, enérgicos, expresivos y exaltados se muestran los personajes desde el trabajo de apropiación que cada intérprete hace de su rol. Vuelven a vivirse las penurias de un padre que pierde a sus hijos, el desgarramiento de una mujer que no puede ser madre y la contradicción de que, por sobre sus pesares, planearan construir el cementerio. A ellos les agradece el fundador de la Colonia y les agrace Luisa Martínez Casado; el primero, por continuar la labor de construir; la segunda, por poner amor a cada obra.
Estos cuerpos vivos, portadores de historia, generadores de la energía, atrapan, desde las sensaciones, a los personajes y dialogan con ellos desde el lenguaje de la verdad que los actores le ponen. Con vida se conduce la comunicación y se transportan a los espectadores por los sucesos. Como es veraz y creíble, es teatro; como hablamos de seres reales ya muertos y sucesos auténticos es historia. Una historia que nos llega por las sensaciones y los sentimientos y al mismo tiempo por los oídos y los ojos.
El teatro como portador de vida es el vehículo más efectivo para comunicar la historia; así lo expresaron y reconocieron los asistentes que experimentaron la representación por el aniversario de la fundación del cementerio Tomás Acea.
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