René, nunca en pasado
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Llevo horas tratando de encontrar las palabras exactas, pero caprichosamente solo pienso en escribir una obra de ficción, pues no me acostumbro a la idea de que Renecito nos dijo adiós.
Siempre he tenido problemas con este tipo de reto: el de encontrar la manera de despedir a alguien que significó mucho, y si ese alguien es (jamás diré ERA) René Fernández Vidal, entonces de antemano se trata de una misión fracasada, pues no existen frases ni vocablos que puedan llenar el vacío que deja su partida para un número considerable de personas.
A René lo conocí desde hace muchos años, gracias a mi ejercicio periodístico siempre apegado al deporte. Pero los lazos de trabajo se convirtieron en mucho más desde el día en que mi hijo decidió incursionar en la práctica del ajedrez, la gran pasión de Fernández Vidal.
En ese mismo instante comencé a descubrir la real grandeza de un ser humano especial, el “Guardián de la Academia Provincial”, en la que durante casi medio siglo sintió verdadero regocijo por repartir enseñanzas a generaciones y generaciones de ajedrecistas.
Jamás lo escuché alardear de los muchos campeones nacionales que formó, ni vanagloriarse de que jugadoras de la talla de Roquelina Fandiño y Milena Campos fueron sus pupilas, ni de las incontables promociones al Alto Rendimiento, ni de que sus pequeños del Combinado Uno cada año arrasaban en los eventos municipales…
Tampoco de sus buenos años como ajedrecista que lo llevaron a convertirse en Maestro Nacional, ni de su participación en disímiles eventos como jugador y árbitro, ni de otras tantas cosas que lo hacían único e irrepetible.
Lo que sí no esconde (dije que no hablaría en pasado) es su eterno amor por los trebejos y sus ansias incontrolables de transmitir conocimientos, en jornadas donde conjuga a la perfección las maneras para formar buenos ajedrecistas y mejores seres humanos.
En él se mezclan tantos dones, que es difícil saber cuándo está de verdad furioso, pues de una rabieta soberana por defender cualquier causa (casi siempre vinculada al juego ciencia y sus lagunas en Cienfuegos), pasa de inmediato a hacerte llorar de la risa con una de sus innumerables jocosidades. Porque el hombre es escritor, pero también excelente cronista de la realidad cienfueguera, y de eso pueden atestiguar Los Novo, entre otros tantos.
Lamento que nuestra rutina nos haya alejado en los últimos meses, algo que no me perdonaré, pues su padecimiento y deceso me tomaron por sorpresa.
Al adiós no asistí, no podía hacerlo, pues “El Sopa” no puede haberse ido. De seguro me lo encuentro en estos días, cigarro en mano y tablero por medio, jugando una partida con Caissa, a la que tiene loca con uno de sus cuentos.
Me invitará a un café (del bueno) me contará las últimas ocurrencias de Pocholo y me hablará de Mercedes, su musa en las buenas y las malas.
Partió René, pero yo no lo acepto.
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No hace mucho estuve conversando con el y con Fidelito en la academia y me contaba de un libro que quería publicar y que no le hacían caso, me comento de cuando el GM norteamericano Robert Fisher estuvo aquí en Cienfuegos y quería comprar unos zapatos pero en aquel tiempo eran por cupón, me hablo de su papa, que EPD Rene,excelente persona.