Rebull simbólico

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La bandera de la estrella solitaria ha sido en extremo motivo de no pocos relatos visuales, toda vez que ella resume toda la honradez y el honor que identifica a los cubanos. Según expresara Cirilo Villaverde, en este símbolo se aúnan la fuerza, hermosura, virtud, sapienciay humanidad; al tiempo que posee tres números igual de alegóricos (tres, cinco y siete), alusivos, respectivamente, a la armonía ideal, el espíritu vivificante, que conmemora a la naturaleza y porta la condición de número divino para los griegos y hebreos, al lograr el siete por la suma del triángulo y la estrella. Este substrato desborda esa identidad que enorgullece a los artistas de raíz, y ha tenido en nuestro espacio logrados iconos en las obras de fabuladores inquietos como Juan Carlos Echeverría y Adrián Rumbaut, quienes sistematizaron en la década de 1990 este código para regularizar su visión crítica sobre la realidad cubana, sin prescindir delas sutilezas y recabar en las obviedades.

Jesús Agustín Rebull Morales (Cienfuegos, 10 de julio de 1972), pintor autodidacta, si bien estuvo bajo la tutela de Francisco Gilberto Rodríguez Marcet, fue atrapado hace poco menos de una década por el símbolo patrio, pero es en esta ocasión que consigue el anhelo de explorar las muchas alternativas que este posee, al menos en tres itinerarios: el símbolo como entidad histórica, como reservorio privativo y como subtexto de la contingencia socio-migratoria. En el primer caso, el pintor alude a los bríos de la Isla en la defensa de su soberanía y derecho al futuro (En busca del camino, El alpinista, Tiempo de tormenta, etc.); en el segundo caso, emplaza su relectura del cuerpo simbólico en la instancia actual (Bandera I, II y III, Sueño profundo, etc.), en un rejuego de esencias que hablan del ahora mismo; y finalmente, los sentidos que asume la bandera en los tiempos de las migraciones económicas y por fronteras,en los que aquella forma parte del erario personal y de la valija que el emigrante lleva consigo a donde fuere, lo que infiere su nivel de actualidad (Espejismo, La familia, Insumergible, etc.). Para subrayar esta oleada posible de significaciones el creador ha contribuido con un registro de intitulados que oscilan entre el naturalismo y la poesía, especialmente la última variante, que defiende bien con su mejor obra, Espejismo.

Carrera con obstáculos. Acrílico/lienzo.

Rebull ha logrado superarse como pintor y ha encontrado algunas soluciones interesantes para arrostrar posibles zonas de la retórica visual, incluida la veladura que en mucho recuerda a su maestro. Necesita cuidar el formato de los planos narrativos, en el esfuerzo por tomar la mejor medida de las simbologías. Por caso, El alpinista y Bajo cero (que incorpora un nuevo emblema, la palma, y pareciera alejarse del leitmotiv) merecen una mayor anchura dimensional, pues las figuras se hallan demasiado contenidas por la pequeñez de su espacio de acción. Igual, eraurgente que durante la museografía se depurasen aquellas obras que repiten los contenidos y/o modos de anunciarlos, en particular los que abordan la nostalgia en la expatriación.

Más que una isla, título de la muestra que ofrece el Museo Provincial de Historia de Cienfuegos, no es solo una oportunidad para admirar las pulsaciones estéticas que emanan de esta expo personal, sino también para descubrir a un Rebull entusiasmado con la bandera de la estrella solitaria y su infinito reservorio de funciones semiológicas.

El pensador. Acrílico/lienzo.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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