Poemas dedicados a Fidel Castro (selección) (I parte)
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A lo largo de la historia han sido muchos los escritores y poetas que le han dedicados sus liras al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Aquí les estaremos brindando una selección de las mismas. En ellas resaltan los versos de Carilda Oliver, Pablo Neruda, Ernesto Che Guevara, Juan Gelman, Mario Benedetti, El Indio Naborí (Jesús Orta Ruiz), Nicolás Guillén, entre otros.
Canto a Fidel
De: Carilda Oliver Labra
No voy a nombrar a Oriente,
no voy a nombrar la Sierra,
no voy a nombrar la guerra
–penosa luz diferente–,
no voy a nombrar la frente,
la frente sin un cordel,
la frente para el laurel,
la frente de plomo y uva:
voy a nombrar toda Cuba:
voy a nombrar a Fidel.
Ése que para en la tierra
aunque la luna lo hinca,
ese de sangre que brinca
y esperanza que se aferra;
ese clavel en la guerra,
ese que en valor se baña,
ese que allá en la montaña
es un tigre repetido
y dondequiera ha crecido
como si fuese de caña.
Ese Fidel insurrecto
respetado por las piñas,
novio de todas las niñas
que tienen el sueño recto.
Ese Fidel –sol directo
sobre el café y las palmeras–;
ese Fidel con ojeras
vigilante en el Turquino
como un ciclón repentino,
como un montón de banderas.
Por su insomnio y sus pesares
por su puño que no veis,
por su amor al veintiséis,
por todos sus malestares,
por su paso entre espinares
de tarde y de madrugada,
por la sangre del Moncada
y por la lágrima aquella
que habrá dejado una estrella
en su pupila guardada.
Por el botón sin coser
que le falta sobre el pecho,
por su barba, por su lecho
sin sábana ni mujer
y hasta por su amanecer
con gallos tibios de horror
yo empuño también mi honor
y le sigo a la batalla
en este verso que estalla
como granada de amor.
Gracias por ser de verdad,
gracias por hacernos hombres,
gracias por cuidar los nombres
que tiene la libertad.
Gracias por tu dignidad,
gracias por tu rifle fiel,
por tu pluma y tu papel,
por tu ingle de varón.
Gracias por tu corazón.
Gracias por todo, Fidel.
(marzo de 1957)
Canto a Fidel Castro
De: Ernesto Che Guevara
Vámonos,
ardiente profeta de la aurora,
por recónditos senderos inalámbricos,
a liberar el verde caimán que tanto amas.
Vámonos.
Derrotando afrentas con la frente
–Plena de martianas estrellas insurrectas–
juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.
Cuando suene el primer disparo y se despierte,
en virginal asombro, la manigua entera,
allí a tu lado, serenos combatientes,
nos tendrás.
Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos:
Reforma Agraria, justicia, pan, libertad,
allí a tu lado, con idénticos acentos,
nos tendrás.
Y cuando se llegue al final de la jornada
(la sanitaria operación contra el tirano),
allí a tu lado, aguardando la postrer batalla,
nos tendrás.
El día que la fiera se lama el flanco herido
donde el dardo nacionalizador le dé,
allí a tu lado, con el corazón altivo,
nos tendrás.
(No pienses que puedan menguar nuestra entereza
las decoradas pulgas armadas de regalos;
perdimos un fusil, sus balas y una peña.
Nada más).
Y si en nuestro camino se interpone el hierro,
pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos
en el tránsito a la historia americana.
Nada más.
Fidel
De: Pablo Neruda
Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen
palabras en acción y hechos que cantan,
por eso desde lejos te he traído
una copa del vino de mi patria:
es la sangre de un pueblo subterráneo
que llega de la sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos
sacando fuego de la tierra helada.
Van debajo del mar por los carbones
Y cuando vuelven son como fantasmas:
se acostumbraron a la noche eterna,
les robaron la luz de la jornada
y sin embargo aquí tienes la copa
de tantos sufrimientos y distancias:
la alegría del hombre encarcelado,
poblado por tinieblas y esperanzas
que adentro de la mina sabe cuándo
llegó la primavera y su fragancia
porque sabe que el hombre está luchando
hasta alcanzar la claridad más ancha.
Y a Cuba ven los mineros australes,
los hijos solitarios de la pampa,
los pastores del frío en Patagonia,
los padres del estaño y de la plata,
los que casándose con la cordillera
sacan el cobre de Chuquicamata,
los hombres de autobuses escondidos
en poblaciones puras de nostalgia,
las mujeres de campos y talleres,
los niños que lloraron sus infancias:
ésta es la copa, tómala, Fidel.
Está llena de tantas esperanzas
que al beberla sabrás que tu victoria
es como el viejo vino de mi patria:
no lo hace un hombre sino muchos hombres
y no una uva sino muchas plantas:
no es una gota sino muchos ríos:
no un capitán sino muchas batallas.
Y están contigo porque representas
todo el honor de nuestra lucha larga
y si cayera Cuba caeríamos,
y vendríamos para levantarla,
y si florece con todas sus flores
florecerá con nuestra propia savia.
Y si se atreven a tocar la frente
de Cuba por tus manos libertada
encontrarán los puños de los pueblos,
sacaremos las armas enterradas:
la sangre y el orgullo acudirán
a defender a Cuba
(Canción de gesta, 1960)
Fidel
De: Juan Gelman (poeta argentino)
dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
Fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo.
Hombre que mira sin sus anteojos
De: Mario Benedetti, poeta uruguayo
En este instante el mundo es apenas
un vitral confuso
los colores se invaden unos a otros
y las fronteras entre cosa y cosa
entre tierra y cieloentre árbol y pájaro
están deshilachadas e indecisas
el futuro es así un calidoscopio de dudas
y al menor movimiento el lindo pronóstico
se vuelve mal agüero
los verdugos se agrandan hasta parecer
invencibles y sólidos
y para mí que no soy lázaro
la derrota oprime como un sudario
las buenas mujeres de esta vida
se yuxtaponen se solapan se entremezclan
la que apostó su corazón a quererme
con una fidelidad abrumadora
la que me marco a fuego
en la cavernamparo de su sexo
la que fue cómplice de mi silencio
y comprendía como los ángeles
la que imprevistamente me dio una mano
en la sombra y después la otra mano
la que me rindió con un solo argumento de sus ojos
pero se replegó sincera en la amistad
la que descubrió en mí lo mejor de mí mismo
y linda y tierna y buena amó mi amor
los paisajes y las esquinas
los horizontes y las catedrales
que fui coleccionando
a través de los años y los engaños
se confunden en una guía de turismo presuntuoso
de fábula a narrar a los amigos
y en ese delirio de vanidades y nostalgias
es difícil saber qué es monasterio y qué blasfemia
qué es van gogh y qué arenques ahumados
qué es mosaico y qué agua sucia veneciana
qué es aconcagua y qué es callampa
también los prójimos se arraciman
crápulas y benditos
santos e indiferentes y traidores
e inscriben en mi infancia personal
tantas frustraciones y rencores
que no puedo distinguir claramente
la luna del río
ni la paja del grano
pero llega el momento en que uno recupera
al fin sus anteojos
y de inmediato el mundo adquiere
una intolerable nitidez
el futuro luce entonces arduo
pero también radiante
los verdugos se empequeñecen hasta
recuperar su condición de cucarachas
de todas las mujeres una de ellas
da un paso al frente
y se desprende de las otras
que sin embargo no se esfuman
de las ciudades viajadas surgen
con fervor y claridad
cuatro o cinco rostros decisivos
que casi nunca son grandilocuentes
cierta niña jugando con su perro
en una calle desierta de ginebra
un sabio negro de Alabama que explicaba
por qué su piel era absolutamente blanca
ella fitzgerald cantando ante una platea casi vacía
en un teatro mala muerte de florencia
y el guajiro de oriente
que dijo tener un portocarrero
y era una lata de galletitas
diseñada por el pintor
del racimo de prójimos puedo extraer
sin dificultades
una larga noche paterna una postrera charla
síntesis de vida
con la muerte rondando en el pasillo
el veterano que transmitía
sin egoísmo y sin fruición
algunas de sus claves de sensible
el compañero que pensó largamente en la celda
y sufrió largamente en el cepo
y no delató a nadie
el hombre político que en un acto
de incalculable amor
dijo a un millón de pueblo la culpa es mía
y el pueblo empezó a susurrar fidelfidel
y el susurro se convirtió en ola clamorosa
que lo abrazó y lo sigue abrazando todavía
la gente la pura gente
la cojonuda gente a la orientala
que en la avenida gritó tiranos temblad
hasta que llegó al mismísimo
temblor del tirano
y la muchacha y el muchacho desconocidos
que se desprendieron un poco de sí mismos
para tender sus manos y decirme
adelante y valor
decididamente
no voy a perder más mis anteojos
por un imperdonable desenfoque
puede uno cometer gravísimos errores.
Marcha triunfal del Ejército Rebelde
De: El Indio Naborí (Jesús Orta Ruiz)
¡Primero de Enero!
Luminosamente surge la mañana.
¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero
de la redimida bandera cubana.
El aire se llena de alegres clamores,
se cruzan las almas saludos y besos,
y en todas las tumbas de nobles caídos revientan las flores
y cantan los huesos.
Pasa un jubiloso ciclón de banderas
y de brazaletes de azabache y grana,
mueve el entusiasmo balcones y aceras,
grita desde el marco de cada ventana.
A la luz del día se abren las prisiones
y se abren los brazos: se abre la alegría
como roja rosa en los corazones
de madres enfermas de melancolía.
Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes,
con trajes de olivo vienen de las lomas,
y por su dulzura, los héroes triunfantes
parecen armadas y bravas palomas.
Vienen vencedores del hambre y el frío
por el ojo alerta del campesinado
y el amparo abierto de cada bohío…
Vienen con un triunfo de fusil y arado.
Vienen con sonrisa de hermano y amigo,
vienen con pureza de vida rural,
vienen con las armas que al ciego enemigo
quitó el Ideal.
Vienen con el ansia del pueblo encendido,
vienen con el aire y el amanecer,
y, sencillamente, como el que ha cumplido
un simple deber.
No importan los días de guerra y desvelo,
no importa la cama
de piedra o de grama,
sin otra techumbre que ramas y cielo.
No importa el insecto, no importa la espina,
la sed consolada con parra del monte,
la lluvia, los vientos, la mano asesina
siempre amenazando en el horizonte.
¡Sólo importa Cuba, sólo importa el sueño
de cambiar la suerte!
¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño,
ni viene asombrado de tutear la muerte!
Los niños lo miran pasar aguerrido
y piensan, crecidos por la admiración,
que ven un rey mago rejuvenecido
y con cinco días de anticipación.
Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos,
alumbran su rostro cien fuegos de gloria.
Pasan capitanes, curtidos labriegos
que vienen de arar en la Historia…
Con los invasores pasa el Che Guevara,
alma de Sarmiento1 que trepó el Turquino,
San Martín2 quemante sobre Santa Clara,
Maceo del Plata, Gómez3 argentino…
Pasan lindas reinas sin otras coronas
que su sacrificio: cubanas marciales,
gardenias que un día se hicieron leonas
al beso de doña Mariana Grajales…
Ya entre los mambises del bravío Oriente,
sobre un mar de pueblo, resplandece un astro,
ya vemos la cálida frente;
el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro…
Lo sigue radiante su hermano Raúl,
y aplauden al paso del héroe ciudades quemadas,
ciudades heridas que serán curadas
y tendrán un cielo sereno y azul.
Fidel fidelísimo, retoño martiano,
asombro de América, titán de la hazaña
que desde las cumbres quemó las espinas del llano
y ahora riega orquídeas, ¡flores de montaña!
Y esto que las hieles se volvieran miel,
se llama… ¡Fidel!
Y esta que la ortiga se hiciera clavel,
se llama…¡Fidel!
Y esto que la patria no sea un cuartel,
se llama…¡Fidel!
Y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,
esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, solo tiene un nombre:
FIDEL CASTRO RUZ.
Fidel
De: Nicolás Guillén
Fidel,
el nombre de Cuba lleva
por siempre en el pecho fiel.
Fidel,
fue quien levantó la gleba
hasta el mirto y el laurel.
Fidel,
el que alzó una patria nueva
sin odio, crimen ni hiel.
Fidel.
Ronda de la fortuna
De: Nancy Morejón
Fidel tiene fortuna,
una sola fortuna:
estar,
entre nosotros,
por un mundo mejor.
Qué fortuna mayor.
Fidel,
sin odio y sin hiel,
abre muros
y ventanas.
Fidel
Fidel tiene fortuna,
una sola fortuna,
la fortuna de ser
Fidel
Su presencia
De: Virgilio López Lemus
Su nombre es un verbo: sea el día
y sean las noches. Nadie puede resumirlo,
no se dedica un poema directamente a él,
ni una pieza recién hecha, ni una fábrica.
Es un padre, pero todos lo vemos como el mejor
de los hermanos, el amigo más alto.
No se le dedica directamente cosa alguna
pero cada hombre del pueblo moriría por él
en cualquier circunstancia.
Poema dedicado a Fidel Castro
De: Elías Cedeño Jerves (poeta ecuatoriano)
A Fidel Castro, Héroe de la Resistencia Cubana
Admira y entusiasma tu temeraria empresa,
águila de la Sierra Maestra – Tu valor
supera al de Sandino en constancia y grandeza,
Pues luchas casi solo por salvar el honor.
“De la tierra más bella que jamás ojos vieron”
esa “Perla Antillana” que es tu Cuba sin Par
que, asesinos a sueldo del tirano cubrieran
de ignominia y de sangre – Fidel Castro, ejemplar
Líder del Movimiento de ruda resistencia;
guerrillero incansable que atraes sobre ti
el sadismo del déspota que gime de impotencia
al no poder vencerte… ¡Alumno de Martí!
Ni con todo el enjambre de esbirros que acaudilla,
logra extirpar de tu alma la luz de libertad
que tu lucha abrillanta; ( y ¡tu pueblo no se humilla
ante el sangriento impacto de la brutalidad!)
El sable pretoriano, el palo que acanalla,
no son para tus hombres de nobles tradiciones…
La represalia bárbara tu civismo no acalla…
tu tierra no es redil, ¡es antro de leones!
Águila audaz y altiva de la Sierra Maestra,
que con tus pocos bravos guerrilleros la gesta
más diáfana rubricas con plomo de fusil.
¡Igual que a Venezuela, impones presurosa,
para tu noble patria la hora venturosa
de arrojar por la borda al Gansterismo vil!
¡Fidel Castro: compendio de audacia y rebeldía,
para América pauta, que arriesgas día a día
la vida por tu Cuba, sumida en el dolor.
Alma de hierro y bronce lleno de fe y coraje;
acepta de mi lira el cálido homenaje.
y de mi patria un beso por tu épico valor!
(Guayaquil, 28 de enero de 1958)
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