Otra vez en Baltimore, parecidos policías, iguales temas, resultados artísticos desiguales

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 50 segundos

La televisión cubana estrenó la miniserie La ciudad es nuestra (HBO, 2022), de David Simon. Siempre alegra que el creador de Show me a hero, uno de los nombres más grandes de la historia de la teleficción norteamericana, vuelva al ruedo, pero no tanto esta vez.

A Simon, legendario showrunner, no le teníamos en el espacio catódico desde la fallida miniserie La conjura contra EE.UU. (HBO, 2020) y The Deuce (HBO, 2017–2019), serie de tres temporadas, para recomendar, sobre el surgimiento, desarrollo y despenalización de la industria pornográfica en Nueva York, trabajo a su vez pertinente en tanto lectura del estado económico–social y sicológico de un país.

Antes propuso Treme (HBO, 2010–2013), serie de cuatro temporadas, transmitida en Cuba, en la cual este antiguo periodista del The Baltimore Sun refrendaría su línea de cronista social de los ambientes menos favorecidos de los Estados Unidos, al rubricar una pieza–reflejo del estado de olvido gubernamental e indefensión de los pobladores de Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, en 2005.

Amén de crónica acusatoria sobre el fallo absoluto del sistema, Treme fue, cómo olvidarlo, un maravilloso fresco musical que no solo constituiría catálogo de melodías, sino además espejo identitario musical de la ciudad sureña, reservorio mundial del pentagrama.

Simon, de quien resulta proverbial su rechazo a escribir para la diversión o la aceptación de las mayorías –es célebre su frase: “Que se joda el espectador medio”– nunca ha hecho televisión comercial de consumo rápido. Lo suyo son apuestas a largo plazo, las cuales operan como radiografías de contextos y épocas, tapices sociológicos a la manera de The Wire (HBO, 2002-2008), su obra cumbre.

En las cinco temporadas de su pieza magna, thriller social basado en sucesos reales en torno al tráfico de drogas en Baltimore, Simon estampa uno de los retratos más amargos y desesperanzadores sobre el funcionamiento de la sociedad norteamericana que se hayan filmado alguna vez. Impensable de rodar, hoy día, allí.

Reivindicada por la crítica (se le considera la mejor serie del siglo XXI, aunque en lo personal me decanto por Breaking Bad, Los Soprano y Mad Men), no tuvo ni mucha audiencia ni muchos premios en su momento. Hoy resulta aclamada y es un material de referencia.

Cuando algún creador nos lega para la posteridad un trabajo de tanta trascendencia como este –visto también en Cuba–, lo mejor es dejarlo quieto, sin perturbarlo, por el bien de la obra y del gestor. No tengo ni idea, pues, de qué pasó por la cabeza de David Simon, el Martin Scorsese de la televisión de EE.UU., al rodar La ciudad es nuestra.

Sí, de acuerdo, no es exactamente The Wire (ni lo podría ser jamás), pero el ambiente, los conflictos, los personajes, los subtextos y los dardos al sistema son demasiado similares, como gotas de agua.

Baltimore, corrupción policial de inspiración real –toma de base un sonado caso que terminó en 2017, con diez detectives condenados a largas condenas–, extorsión, drogas, calles, afronorteamericanos en la pobreza, abuso de los agentes del orden contra la raza negra, leyes, cortes, despachos, esquinas, autos policiales…, eran elementos del trabajo original que se vuelven a mostrar, clonados, en otra trama coral de impronta realista, seca, directa, sin regodeos visuales, que podría ser buena, incluso hasta recordable, de no existir The Wire.

Visitas: 29

Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *