Lo-Debar Off: el hálito de la Nada

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Nos embarcamos en un viaje hacia el corazón de la gracia transformadora de Dios mientras exploramos la historia de Mefiboset y la ciudad de Lodebar.
2 Samuel 9

 

Para el artista Raúl Cué Echemendía (Sancti Spíritus, 1980) la abstracción es una ontología de vida, un reservorio de posibilidades que distiende el modo de inquirir el mundo; asume que es una ruta movediza debido a los prejuicios conque cierta zona de la crítica y los públicos juzgan el relato abstractivista, como si se agotase en el vacío de los hedonismos.

Empero, sus itinerarios no se confortan con la gimnasia del lenguaje y la materia expresiva del arte. También exigen nuevos enfoques narrativos, erigidos a través de indicios que nos conectan con una realidad soterrada y cierto vistazo crítico. Cué ha tomado las claves de la abstracción para reconfigurar las crónicas de un viaje hacia lo recóndito, domeñado por los entornos complejos que fustigan a la isla, acarreando la marca de los pilares, especialmente los influjos del Kandinsky más audaz, cuya lírica constata la noción de la armonía musical y los silencios.

La obcecación con el cambio le coloca ante posibilidades infinitas de expresión y desde esta práctica nos comparte su más reciente muestra personal, entremezcla de soluciones que se agitan entre la abstracción lírica y de paradigma geométrico; aunque supera ambas discursividades con algunos puntos de giro. El primero, el abandono del color. Claramente, no desea distracciones y para potenciar la carga dramática de la puesta visual connota la energía de los valores, las atmósferas y dinámicas de una composición aliada a formas geométricas y objetos o espacios velados, aunque palmarios. Esa orgánica mixtura signa esta serie de relatos que focalizan el estado del alma, retomando la cultura bíblica como sentido de la nueva realidad.

Inmerso en la probidad del símbolo y los abstractivismos, Cué transita por otra fase de su quehacer fabulatorio. Lo-Debar Off es una serie meditada hace algunos años (recuérdese la muestra personal Revisionista y contemplativo), cuya noción encaja en esta controvertida realidad que factura la isla ahora mismo y el antedicho deseo de la transmutación y ensayo en los procesos creativos. Nunca antes el artista había subrayado la profunda narratividad que embarga a esta serie de dibujos realizados a lápices graduados, que indistintamente bojea las más notorias tipologías del género, si bien descontaminadas de hormas y antojos.

Cué acude a la técnica del grafito y el frotage para potenciar no solo el control de la línea (que delimita los diferentes planos y volúmenes), sino también la fuerza documental que acaece con la monocromía. Justamente, las imágenes gozan de la emancipación, toman vuelo con este hacer de figuras en contextos, sugerentes de informaciones que contagian el estado de soledad, de ausencias. Estas formas imprecisas están cargadas de significados ocultos, de símbolos que nos sugieren no pocos contenidos ideológicos.

Valiosa ha sido la ayuda del reservorio fotográfico, un asidero que permite contextualizar los indicios (calles, pisos, asideros, muros, objetos…) y más tarde, en profundo acto de depuración y síntesis, erigir el imaginario abstractivista; en esta ocasión, y por primera vez, concebidos desde una dimensión crítica y cultural. Precisamente, en esa voluntad yace la condición narrativa de la serie, encausada hacia el estado del vacío, a través de signos postconceptuales, en la que pesa mucho lo que no vemos, lo subterráneo, lo que se encuentra en Off.

Son estos entresijos los que nos permiten distinguir a estas obras como narraciones abstractas, toda vez que resultan pistas sutiles habitando los relatos, historias que nos permiten llegar a las esencias a través de indicios, que exigen cierta capacidad analítica. En el grueso de estos dibujos subyacen espacios y objetos abandonados, víctimas de la dictadura de la luz y las formas geométricas, contrastados, sugiriendo la tensión de la aridez. A todas luces, el pintor consigue no solo una poderosa composición, sino también una atmósfera que se ajusta al símbolo y a las promesas del intitulado.

De cierto modo, hay un delicado convite a la meditación metafísica. Y es que Lo-Debar Off es una metáfora sobre la Nada, el vacío. Con toda sutileza evoca a aquella bíblica ciudad condicionada por trágicas circunstancias, domeñada por el pesimismo y la infecundidad, en la que el Todo fue devorado por la quimera y sus habitantes terminaron por carecer de un sitio que pudieran llamar suyo, sin algo que ofrecer, acaso en espera de que la oscuridad se convierta en una intensa cita con la gracia.

Cué constata en Lo-Debar Off (exposición abierta en la cálida salita Mateo Torriente de la UNEAC de Cienfuegos), la tenencia de un estilo en el competitivo ámbito de la pintura y el abstractivismo. Una vez más nos asegura que el arte abstracto aún tiene mucho por mostrar.

Público asistente a la obra. /Foto: Omar García Valenti
Público asistente a la obra. /Foto: Omar García Valenti

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un Comentario en “Lo-Debar Off: el hálito de la Nada

  • el 5 diciembre, 2024 a las 2:07 pm
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    Estoy muy orgulloso Raúl Cué,sé que te esfuerzas cada día al máximo para llevar tu obra a un nivel superior,sé que todo tu esfuerzo y sacrificio te traerá grandes éxitos,un beso grande mi primo del alma

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