Las rimas tropicales de Frankesten
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Francisco Echazábal Álvarez, cuando aún no era Frankesten, nació el 2 de abril de 1918 en San Fernando de Camarones, pueblo pródigo para el surgimiento de artistas, músicos, escritores, investigadores, deportistas y mujeres y hombres laboriosos y serviciales, que han hecho de esa localidad, la más antigua de nuestro territorio, un lugar de obligada y deseada visita.
Con una prolífica obra poética recogida en medio centenar de libretas, resguardadas por el Museo Provincial, para salvarlas del tiempo y el olvido, y la existencia de algunas hojas sueltas editadas a través de la Imprenta Capestany y que constituyó, para él y otros poetas, una vía de ganar algunos centavos y a la vez, dar a conocer sus obras, en una época en que muy pocos poetas y escritores lograban ver publicadas sus creaciones.
La foto de este folleto que acompaña el trabajo, fue dedicada de la manera siguiente: “Con afecto a mis hermanos del arte Miguel Alfonso Pozos (Clavelito) y a Coralia Fernández, los eternos rivales de la Radio”.
El referido folleto le fue obsequiado a Florentino Morales y este a su vez lo donó al Museo Provincial en mayo de 1992 escribiendo: “Donde será más útil que en mi poder a pesar de que me duele desprenderme de su autógrafo que conservaré en mi corazón”.
Hay varias obras poéticas de Frankestén con finales inesperados, estilo del cual fue un maestro y quiero compartir con los amigos lectores del “5”, una, que aparece en una hoja suelta y en otras publicaciones:
¡No hay mujer como la mía!
Mi mujer es un tesoro / de pereza y castidad / un encanto, una beldad, / una princesa que adoro. / Vale lo que pesa en oro / porque sabe cocinar. / sabe coser y lavar, / plancha, friega, barre, siembra, / y en el amor esta hembra / es más rica que un manjar.
En mis labores me alienta / y para ser más divina / si enamoro a una vecina / ella se pone contenta. /Nunca se pone violenta. / es callada, bondadosa. / educada, cariñosa, / de alma sensitiva y tierna / y es una delicia eterna / como madre y como esposa.
Si no la invito a salir / tal cosa ni me la pide /mujer que mejor me cuide / no la puedo conseguir. / Si vengo tarde a dormir, / como si me quedo fuera, / con una sonrisa espera / a su marido santo / y nunca me da un quebranto / porque hace lo que yo quiera.
Lo que gana en la costura / me lo da completamente, / no me cela, no me miente, / no me agravia ni me apura. / Mujer de tanta ternura, / tanta gracia y simpatía, / tanto mérito y valía, nunca en el mundo existió, / ni existe aún, porque yo / soy soltero todavía… /
Frankestén, con este juego poético de machista frustrado, nos deja la gracia de su talento y la seguridad de ser considerado entre las figuras más relevantes de la décima, sobre todo en el campo del humor criollo del Parnaso cienfueguero.
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Buenos días Veguita, aunque era niño recuerdo perfectamente a Frankestén quien con bastante frecuencia visitaba la Imprenta de mi abuelo Rafael Capestany (calle San Carlos 109) donde se le imprimía sus obras poéticas. Excelente homenaje. Felicidades