La Macorina de Chavela Vargas

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 21 segundos

Recuerdo de niño oír por la radio una guaracha son titulada Macorina, interpretada por Abelardo Barroso con la orquesta Sensación. Transcurrieron varias décadas y qué sorpresa cuando buscando música mexicana para mi espacio radial, encontré otra pieza —con igual motivo inspirador aunque distinta— por Chavela Vargas. Me dispuse a indagar y entendí una vez más la cercanía tan grande que une a cubanos y mexicanos.

Chavela Vargas es una de mis intérpretes favoritas. Enérgica, de voz desgarrada y con sentimiento impar, junto alas cuerdas de su guitarra y mucho tequila, hizo una creación de cada pieza quecantó. Temas de José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, Víctor Cordero, Armando Manzanero y otros,los asumió con tamaña originalidad hasta hacer de ellos modelos únicos; lo mismo al interpretar La Llorona, un son tradicional istmeño muy triste, asociadocon una leyenda oaxaqueña. Esta composición algunos se la adjudican a Cuco Sánchez por haberla popularizado.

De regreso a La Macorina, asunto que hoy me ocupa, así le llamaban a una dama habanera de la segunda década del siglo XX —nombre real todavía un dilema—  cuya vida licenciosa provocó no pocos escándalos en una época desacostumbrada a ver que una mujer hiciese lo que le venía en gana: desde cambiar de amores, “vender” caricias y poseer residencias suntuosas, hasta conducir automóviles de último modelo por las avenidas capitalinas.

Una dama así —físicamente bella y atractiva por añadidura— no podía menos que inspirar alguna que otra poesía, además del consabido alud de pretendientes ricachones rendidos ante ella y suplicándole sus “favores”. En aquel tiempo vivía en La Habana el poeta, escritor y periodista español Alfonso Camín Meana, quien inspirado en tan insólita fémina le escribió un poema.

Tiempo después Camín se trasladó definitivamente a México, país donde devino uno de los símbolos de la hispanidad;hoy me imagino a Chavela poniéndole música al poema con la picardía que la caracterizaba y repitiendo “ponme la mano aquí, Macorina”,  —¿dónde?, lo dejo a consideración de cada cual—, para cantarle a la famosa cortesana isleña.

Qué maravilla de alquimia resulta escuchar La Macorina por Chavela Vargas, con el aire en que se juntan la sensualidad caribeña, el verso hispano y la música de una cantautora mexicana— de las más excelsas—, nacida en Costa Rica. Combinación que delata lo idénticos que somos en nuestra diversidad.

Visitas: 10

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *