La incomparable Moraima Secada

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 19 segundos

El 10 de septiembre es un día importante en la música cubana. En 1930 nació María Micaela Secada Ramos, voz femenina imprescindible del filin, el bolero y la balada.

Moraima Secada, “La Mora” como la llamaban con una mezcla de cariño y admiración vio la luz hace 93 años en la ciudad de Santa Clara. Fue asombroso que a los tres años interpretara un bolero en la CMHI de su ciudad natal, lo que selló su destino.

De origen muy humilde, su familia se mudó para La Habana cuando la niña apenas tenía diez años. Empezó a trabajar como planchadora en San Lázaro y Belascoaín. Sus sueños de ser cantante profesional se forjaron en medio del vapor, el almidón y los vestidos.

Sin esperar mucho, se presentó en La Corte Suprema del Arte y frecuentaba las tertulias musicales que se daban en la casa del compositor Jorge Mazón. Fue allá donde conoció a muchos compositores cubanos, entre ellos varios cultores del filin. Cuentan que José Antonio Méndez, quien fue novio de “La Mora” en su juventud, le dedicó el bolero titulado Por nuestra cobardía, al romperse su relación cuando José Antonio partió hacia México y ella decidió no acompañarlo. Con poco más de 20 años de edad se integró a la Orquesta Anacaona, con la cual realizó giras internacionales.

Para la entonces artista en cierne, el año 1952 fue decisivo con su llegada al cuarteto vocal Las D’Aida, que fue creado y dirigido por la pianista y directora coral Aida Diestro. Aquella fue una conjunción estelar para la música en Cuba: Elena Burke, las hermanas Haydee y Omara Portuondo y Moraima Secada. Juntas conformaron el mejor cuarteto vocal femenino cubano de todos los tiempos.

En 1960 decidió cantar como solista. ¡Qué decisión tan acertada la de ella! La música cubana sumó otra intérprete de altos quilates a su cancionística, en especial en la modalidad del filin. En esto “La Mora” resultó genial, pues si algo la caracterizó, eran el sentimiento y las emociones que ponía en cada pieza que interpretaba.

María Micaela Secada Ramos, voz imprescindible del filin, el bolero y la balada en Cuba (Moraima Secada, “La Mora” como la llamaban).
Moraima Secada, “La Mora” como la llamaban.

Hubo un lapso de tiempo en que se integró al cuarteto de su coterráneo Meme Solís. Poco después retomó quehacer como solista. A ella debemos interpretaciones fuera de serie. Inmortalizó piezas de autores cubanos a las que puso su sello de excelencia.

Su voz recreó inspiraciones de Julio Cobo, Piloto y Vera, Nacho González, Tania Castellanos. Mención aparte cuando interpretó baladas del cienfueguero Chany Chelacy (Lázaro Serrano Mérida, 5 de mayo de 1934 – 6 de octubre de 1976), quien fuera su compañero en la vida.

Para “La Mora” resultó demoledora la trágica muerte de Chany, quien era sobrecargo en Cubana de Aviación y contó entre las víctimas del Crimen de Barbados. De aquella pérdida la artista jamás pudo recuperarse. Además de compartir sus vidas, compusieron juntos varias canciones. De ellas viene a mi memoria la balada Depende de ti.

Moraima Secada marcó época en la cancionística cubana; armonizó las peculiaridades del filin, el bolero y la balada para entregarnos obras acabadas. Entre sus primeras joyas interpretativas hubo una de Julio Cobo que batió record en la popularidad; esa fue sin duda Alivio, que cantó por primera vez cuando formaba parte del cuarteto Los Meme, y después como solista acompañada por la orquesta Aragón.

Todo su repertorio alcanzó el éxito. Entre todas, creo no equivocarme cuando afirmo que Perdóname conciencia, de Piloto y Vera, fue la de mayor repercusión popular.

Sigue siendo admirable escucharla a 93 años de su nacimiento y casi 39 de su muerte, acaecida el 30 de diciembre de 1984.

Moraima Secada fue una artista completa. Ofrecía un espectáculo que emocionaba. El movimiento escénico, la expresión facial y el temblor de sus labios estremecidos de emoción, confirmaban a la mujer temperamental que imprimió sentimiento a todo lo que cantaba. También se destacó por el buen humor y sus diálogos amistosos con el público.

A “La Mora” hay que recordarla y difundirla. Fue y sigue siendo de esas que merecen llamarse colosales. Me alegra haberle dedicado esta nueva aventura sintáctica. Su memoria amerita esto y más, por haber sido excepcional y genuinamente cubana.

Visitas: 129

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *