La banda de Wambba sale del guaniquiqui
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Sus manos tejen a la velocidad de la luz, como bien dijo alguien en su tierra natal. Convierte la fibra natural en objetos que decoran la soledad de los espacios domésticos. Anida proyectos, labora para crecer.
“Hace quince años que trabajo con el guaniquiqui. Las ideas las encuentro en la cotidianidad, en la gente con la cual interactúo, en las raíces culturales, en la armonía con mi existencia. Soy un cubano que hace artesanía, lo demás viene solo…”, específica Rodolfo Carvajal López, y se corre hacia atrás el sombrero, a petición del fotógrafo de turno, le tapa la expresión de sus ojos negrísimos.
Wambba, como casi todos en Cienfuegos le conocen, trabaja de forma única el guaniquiqui, bejuco auténtico cubano con que se fabrican sombreros, muebles y cestería. Tanta combinación existe entre sus dedos, que verlo tejer en vivo resulta un performance exclusivo, así ocurrió en la pasada edición de la Feria Internacional de la Artesanía (Fiart), donde su obra atrajo a muchos visitantes.
“La idea de los instrumentos musicales surge para una exposición personal. Se me ocurrió porque soy lajero, de la tierra de Benny Moré, eso de cierta manera me inspiró, motivó la creación y saqué la banda completa (…) En este caso lo llevamos a una expresión minimalista, a partir de hacer movimientos más flexibles y fácil de ver, pero a la vez muy útil a la decoración. Tienen una escala que se ajusta a los espacios interiores. Los instrumentos adquieren una vida útil, así lo concebí desde el inicio.
“Nunca había venido con un espacio personalizado, como expositor directo a Fiart. Ha sido una gran experiencia en tres aspectos: el comercial, el artístico porque constaté que nadie hace lo que yo en el país, para medir mi competitividad en un evento donde asisten los mejores artesanos del país y representantes del mundo; también en lo individual, para superarme, diversificar y actualizar mis diseños”.
Los músicos de Arnaldo y su Talismán compraron la mayoría de esa primera colección, y eso lo obligó a repensar cómo hacer más sin repetirse literalmente. Pero, “la guitarra la reservé para enviársela como regalo a Silvio Rodríguez por su cumpleaños 70”, agrega y la sostiene en la mano como trofeo.
Rodolfo Carvajal sabe de lo suyo. Maneja a diestra y siniestra el guaniquiqui. Lo convierte en algo estéticamente bello, en algo que mañana tendrá otros significados, otros usos y valores culturales. Lo trabaja para convertirlo en arte.
Wambba fue nombre del rey visigodo de España elegido por los obispos y los nobles en el año 672 como sucesor de Recesvinto, quien fomentó la creación artística entre su pueblo. Wambba también se nombra una ciudad del Congo. Ambas pudieran ser la raíz del apodo, del epíteto que no pocos le atribuyen a Carvajal López en Cienfuegos. Eso no dio tiempo a precisar en la entrevista, demasiado tiempo entre las palabras, a él le gusta más el silencio, ese silencio que lo hace volar mientras sus manos tejen a la velocidad de la luz.
La banda de Wambba viene de ese lugar inexplicable que solo los artistas conocen, él no lo parece, pero es y eso suele ser más importante.
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